34. Julietas demacradas que no encuentran a Romeo

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Nota de autora: Los próximos dos capítulos son experimentales. Se salen de mi narrativa cotidiana.  Disfruten.

Hice un solo desafinado con las cenizas del amor,

Las verbenas del pasado gangrenan el corazón.

Acórtate la falda nueva,

Despiértate al oscurecer,

Túmbate al sol cuando llueva.

Tiramisú de limón,

Helado de aguardiente,

Muñequita de salón.

Pero esta noche estrena libertad un preso,

Desde que no eres mi juez,

Tu vudú ya pincha en hueso,

Tu saque se enredó en mi red.

Puritana de salón,

¿Dónde crees que vas?,

¿Qué te parece que soy?,

No mires atrás, que ya no estoy,

Si miras atrás mañana es hoy.

Puede que quizás, luego sea hoy,

Que sepas que el final no empieza hoy.

Joaquín Sabina –"Tiramisú de Limón"

—¡Mei!

—Akegino ¿Qué haces aquí?

—Papá decidió hacer una visita sorpresa —dijo la chica invadiendo la habitación de la rubia— y sabes cómo se pone cuando alguien se niega a sus órdenes.

—Estoy algo ocupada, solo quédate por ahí y no me molestes.

—¿Qué haces? —preguntó sonriente—, ¿Acaso miras los posibles vestidos de novia?

—Sé que lo estás disfrutando, no me lo tienes que restregar en la cara.

—Te equivocas —la castaña se contemplaba con tristeza en el espejo—. Es deprimente que tengas que casarte con alguien que apenas conoces.

—Más que nadie tú sabes cómo es nuestra familia. —Akegino soltó un largo y cansado suspiro.

—Sí, a veces ser un Akashio es un fastidio. Pero eso nunca te ha detenido para hacer de las tuyas a escondidas... ¿O me lo vas a negar?

—Silencio y no estoy haciendo nada. —Mei rodó los ojos nerviosa, no quería que nadie más se enterara de su acuerdo con Takeshi.

—Si tú lo dices —expresó burlona la chica.

—¿Mis padres te han hecho alguna pregunta últimamente? —inquirió ansiosa la ojiazul.

—Siempre están haciendo preguntas.

—¿Qué les has dicho?

—Lo mismo de siempre —respondió Akegino quitándose los zapatos—. Que solo te mezclas con la Elite de la universidad, que solo esta con la gaijin y el hafu para burlarte de ellos... —miró a Mei penetrante—. Tu padre aborrece a tu amiguito el rockero.

—Lo sé —admitió la muchacha derrotada.

—Pero eso no se compara al odio que le tiene tu madre a Taina, esa mujer sabe como odiar.

20 años, cosidos a retazos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora