19. Amargo, como el vino del exiliado, así estoy yo sin ti
Cuando se despertó,
No recordaba nada de la noche anterior,
Demasiadas cervezas,
Dijo al ver mi cabeza al lado de la suya en la almohada,
Y la besé otra vez,
Pero ya no era ayer sino mañana,
Y un insolente sol,
Como un ladrón entró por la ventana.
Desnudos, pero extraños,
Nos vio roto el engaño de la noche,
La cruda luz del alba,
Era la hora de huir,
Y se fue sin decir,
"Llámame un día"
Joaquín Sabina –"Donde habita el olvido"
—¿Cómo está hoy doctor?
—Sus signos vitales son estables y hace ya varios días que no presenta crisis, esa es una buena señal. Por ahora debo retirarme, hasta pronto.
—Gracias doctor. —Kes, recostado de la misma pared desde quizá un minuto o varios siglos, no parpadeó con la marcha del médico.
La mujer miraba hacia adelante, con los ojos vacíos e inertes, como si estuviera ausente. Así se encontraba Mitzuki, la madre de Kes, desde hacía casi cinco años, sin reconocer a su hijo, su vida o a sí misma. Sin previo aviso o razón aparente, una mujer sana y sin antecedentes médicos de gravedad, empezó a presentar síntomas. Su capacidad motora disminuyó, le resultaba difícil hilvanar una idea coherente al hablar y pronto, cayó en un profundo abismo mental de que no han podido sacarla.
Los médicos tenían varias teorías, pero aun no daban con la enfermedad exacta y por lo tanto, no tenían un tratamiento efectivo que pudiera detener el deterioro de sus neuronas.
El muchacho se despegó de la pared, salió y se dirigió a la cafetería para ordenar un café que pudiera mantenerlo despierto algunas horas. Tomó asiento en una solitaria mesa con la humeante bebida entre las manos. Estaba exhausto, física, mental y emocionalmente.
Su madre era el único pariente que le quedaba y se encontraba postrada en una cama prácticamente sin alma, viva pero sin identidad. Solo le quedaba el cuerpo vacío de lo que ella fue alguna vez.
El castaño tenía muchos conocidos pero no era íntimo de nadie. Cuando todo empezó, Ryuu, su mejor amigo, se encontraba en Londres y como Kes era lo suficientemente fuerte para evitar llorar sus penar en hombros ajenos, prefirió no decir nada y solo decir que ella se marchó a un viaje por América. Le gustaba pensar que no mentía, porque su madre si se encontraba en un viaje extra terrenal imposible de comprender para la lógica humana.
Su madre gustaba de la paz y la armonía, por eso no quería extraños y/o amigos paseándose por la habitación perturbándola, sintiendo lastima de ella y mirándola con pena. Por eso invertía la mayor parte de su tiempo en cuidar personalmente de ella, incluso podría decirse que vivía en aquel hospital, no recordaba la última vez que pasó la noche en su propia habitación en casa.
Se esforzaba en tener una vida social para aguardar apariencias, odiaba las conversaciones frívolas y sin sentido, que solo eran un protocolo social. Esas conversaciones usualmente incluían la pregunta del "¿Cómo estás?" y aunque estés pasando por la peor situación económica, una depresión emocional o un conflicto psicológico, estas obligado contestar que estas bien, porque la verdad es que a nadie le interesa realmente como estas.
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20 años, cosidos a retazos ©
Chick-Lit***EDICIÓN COMPLETA CON LA VERSIÓN 2015*** ***Novela finalista en la categoría chick lit: en ascenso en los premios watty 2014*** ***Primera parte de la bilogía Katharsis*** Ella odia que la toquen... Una noche descubre que tiene un admirador secret...