18. Que los que matan se mueran de miedo
Mi vecino de arriba,
Don fulano de tal.
Es un señor muy calvo muy serio y muy formal.
Que busca en esta vida respetabilidad,
Que predica a sus hijos responsabilidad,
Llama libertinaje a la libertad,
Ha conseguido todo menos felicidad.
Mi vecino es un recto caballero español,
Engorda veinte kilos y lo llaman señor.
Al vecino de arriba le revienta que yo,
Deje crecer mi barba y cante mi canción.
Mi vecino de arriba es más hombre que yo,
Dice que soy un golfo y que soy maricon.
Mi vecino de arriba se lo pasa fatal,
Y que yo me divierta no puede soportar,
Cuando me mira siente ganas de vomitar
Si yo fuera su hijo me pondría a cavar.
Joaquín Sabina – "Versos Extraídos de "Mi vecino de arriba"
El metalero se encargó de recoger a Taina a las siete de la noche en su apartamento. Koshiro quedó pasmado al verla enfundada en un vestido naranja y el pelo peinado en un refinado moño alto.
—¿Hace falta una cena militar para que recuerdes que eres mujer? —La muchacha lo miró fastidiada y aunque su vestimenta proyectaba a una femenil joven, su actual postura seguía siendo gritando desquiciada por todos lados.
—Al menos puedo acordarme, me parece que tu hombría se perdió entre todo el maquillaje que estas usando —bromeó. El pelinegro vestía un pantalón liso y una camisa manga larga, ambos de color negro. No llevaba la argolla de la ceja y solo usaba un arete en su oreja izquierda. Taina supuso que iba tan formal y elegante para dar una buena impresión a los padres de la chica, con un poco de suerte quizá logré echárselos en un bolsillo y ya solo faltaría conquistar a Mei.
—No estarás pensando en llevar esas flores ¿Verdad? —preguntó el chico interponiéndose en la puerta cuando Taina se disponía a salir.
—Quiero llevarles un presente —agregó ella—, sería un detalle cortes.
—Lo que quieres es que te echen —dijo él arrebatándole el ramo de las manos—, este tipo de flores están asociadas a los ritos funerarios y son muy mal vistas como presentes. —Observó a la muchacha quedarse muda por casi meter la pata— No te preocupes, yo llevo algo. ¡Vámonos!
La cena con los Akashio estaba pautada para las ocho en punto y bajo ninguna circunstancia debían llegar tarde. Atravesaron la ciudad, la casa de Mei estaba ubicada al oeste de Tokio, en una apartada zona donde prácticamente solo existía la familia de la rubia. Fueron recibidos en la puerta por la misma criada que había estado vigilando a Koshiro como espía internacional. Dejaron sus zapatos en la antesala y de inmediato, aparecieron sus anfitriones.
Mei estaba delante vistiendo un kimono amarillo con flores de color verde lima, el pelo recogido de forma tradicional y un maquillaje tenue en su pálida piel. La muchacha de ojos oscuros sabía lo hermosa que era su amiga, pero verla en este aspecto, nadando en su agua natural casi le hace sentir un poco de envidia. Miró a Koshiro por el rabillo del ojo y en ese momento, estaba segura que todos en la habitación se habían percatado de cómo le brillaban los ojos.
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20 años, cosidos a retazos ©
Romanzi rosa / ChickLit***EDICIÓN COMPLETA CON LA VERSIÓN 2015*** ***Novela finalista en la categoría chick lit: en ascenso en los premios watty 2014*** ***Primera parte de la bilogía Katharsis*** Ella odia que la toquen... Una noche descubre que tiene un admirador secret...