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10 de abril
El problema de los móviles es que la batería no dura demasiado así que Iseul solo pudo ver un par de vídeos más e investigar un poco sobre J-Hope y Bangtan Sonyeondan. No llegó a averiguar mucho, solo que eran siete chicos super talentosos tanto en el baile como en el cante, que el líder era Namjoon y que llevaban mucho tiempo juntos y eran bastante populares. Escuchó algunas canciones de su nuevo disco y realmente les gustó, especialmente Answer: Love yourself, que le hizo llorar como una condenada.
Sabía que el hecho de que el chico le hubiera revelado así su identidad y le hubiera dado la oportunidad de acceder a toda esa información sobre él mismo, dejándole incluso su propio móvil —supo que era el suyo porque recibió varias llamadas y mensajes que tuvo que ignorar—, significaba que quería demostrarle que él confiaba plenamente en ella y que realmente quería conocerle.
Estaba sentada como era habitual en su lugar favorito, con las piernas al aire y la cabeza sobre sus brazos cuando le escuchó acercarse. Sabía que era él sin necesidad de abrir los ojos, pero sintió como le agarraba del brazo y le insistía con urgencia que se levantara. Se refugiaron en aquellos arbustos en los que conoció a Suga y se sentaron en el suelo.
El moreno respiraba agitado, mirando entre los arbustos y riendo al ver como una gran multitud de chicas y periodistas le habían seguido hasta allí, mientras que la chica solo se tocaba adolorida el brazo.
—¿Te he hecho daño? Perdón, no era mi intención, yo...
—Estoy bien.
No pronunció más palabras en ese tiempo, simplemente se acarició su propio brazo, recorriendo las cicatrices con el dedo. El chico le miraba con tristeza y luego cogió su brazo para observarlo detenidamente y recorrer las marcas blanquecinas con el dedo suavemente.
Iseul apartó el brazo tímida con más brusquedad de la que pretendía. Sacó el teléfono del chico junto a los auriculares y se lo tendió.
—Gracias.
El moreno sonrió ampliamente. Cogió solo el móvil y sacó la tarjeta de este, insertando una nueva. Lo encendió, puso el código inicial y apuntó un par de cosas en las notas del móvil y añadió su número de teléfono a los contactos. Luego sacó otro móvil y colocó su tarjeta en ese.
—Toma, quédatelo. Tienes un número propio e internet y me he agregado a los contactos por si necesitas ayuda.
—J-Ho-Hope —la chica se sonrojó muchisímo mirándo al moreno—. No puedo aceptar esto.
—Solo quiero una cosa a cambio —dijo el chico con su típica sonrisa.
Va a violarte, Iseul, corre.
—Quiero que me dejes ayudarte con tu depresión o lo que sea que tengas —la joven parpadeó algo sorprendida, aunque en el fondo se imaginaba algo así—. Quiero cuidarte y quiero ser tu amigo. Quiero que estes bien y seas feliz y no vengas a este sitio con la intención de matarte o pensar en ello, simplemente para disfrutar de la belleza y tranquilidad del lugar.
No, no lo hagas, no llores, Iseul. No llores. NO LLORES.
Demasiado tarde. Las lágrimas descendían por el rostro de la joven que se apuró a limpiárselas rápidamente. Él, enternecido, le rodeó con sus brazos y la acogió entre ellos.
—Lo siento, J-Hope, lo siento...
—Shh, está todo bien, tranquila.
—Te voy a romper y ya es demasiado tarde para echarme atrás. Es demasiado tarde.
La chica sollozó y ocultó la cara en el pecho del chico, que le abrazaba con fuerza, acariciando dulcemente la espalda de la joven.
—No voy a permitir que me rompas, Iseul, porque antes de que eso suceda, habré conseguido arreglarte a ti, pequeña. No estás sola. I'm your hope, you're my hope, I'm J-Hope.
