c a t o r c e

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Pasaron la mayor parte de la noche en silencio, cada uno con la mente en asuntos muy dispares. Iseul de vez en cuando volvía a temblar y llorar, aún asustada. Cuando eso sucedía, Hoseok simplemente la rodeaba con los brazos y dejaba que se quedara ahí. Inmediatamente ella se calmaba y todo volvía a la normalidad, hasta que un rato después volvía a suceder lo mismo. En realidad, la chica no correspondía el abrazo, solo dejaba que el moreno le acunara en sus brazos.

—Iseul... —susurró el chico dulcemente, abrazado a la joven que lloraba silenciosamente entre su pecho. Ella simplemente levantó la cabeza para mostrar que le estaba escuchando—. Da igual, da igual.

Hoseok se calló y continuó mirando al techo de la habitación, negando levemente con la cabeza. Iseul le dio un golpe en el hombro suavemente, instándole a que hablara.

—¿Nunca has intentado ir a un psicólogo? Por tu depresión y... eso —dijo en susurros, tímidamente.

Iseul clavó su mirada en los ojos oscuros del chico, en cierto modo sorprendida por la pregunta. Suspiró y se libró de su abrazo, tumbándose boca arriba en la cama, observando el techo.

—Lo intenté —respondió.

—¿Y qué pasó?

Ella guardó silencio mientras aquellos dolorosos recuerdos regresaban a su mente.

La joven había tardado, pero por fin se había decidido a dar el paso. Cogió aire antes de entrar en la sala y se acercó a su madre que estaba leyendo tranquilamente en el sofá junto a su nuevo novio que veía el fútbol en la televisión.

—Mamá, ¿podemos hablar un momento? —preguntó suavemente la chica, sin levantar la mirada del suelo, nerviosa. No era capaz de mirar a los ojos a su madre. Esta suspiró y cerró el libro bruscamente.

—Sea lo que sea, puedes decirlo delante de Minjae.

La respuesta de la mujer fue seca y miraba directamente a su hija, que se estremeció al levantar la vista sorprendida y encontrarse con la desafiante mirada de su madre. Tragó saliva, nerviosa.

—C-creo que necesito ver a un psicólogo —dijo en voz baja, con la voz entrecortada. La joven de quince años comenzó a jugar nerviosa con su cabello.

—¿Un psicólogo? ¿Estás loca? —se burló el tal Minjae—. Vaya, tengo una hijastra loca.

—No estás loca —dijo su madre, volviendo a abrir el libro.

—No, pero no me siento bien y creo que me vendría bien hablarlo con un especialista —dijo débilmente la chica.

—No te hace falta, no vas a ir a ningún psicólogo.

—Pero... —comenzó a subirse las mangas de la sudadera, dispuesta a enseñarle las consecuencias de sus frecuentes ataques de ansiedad.

—Deja de hacer tonterías, he dicho que no vas a ir a ningún psicólogo, no estás loca y no te pasa nada —sentenció la mujer—. Y si no estás de acuerdo, te vas de casa.

Iseul regresó a su habitación, aguantando las lágrimas a duras penas. A partir de ese momento, no había día que no le recordaban el tema a base de gritos e insultos, y Minjae incluso aprovechaba que la joven "estaba loca" para intentar abusar de ella, aunque siempre lograba escaquearse... al menos cuando estaba consciente o despierta.

Tuvo que esperar a cumplir los diecinueve para poder marcharse de casa y ya habían pasado tres años desde entonces.

—Al día siguiente de tratarme, pidió la baja por trauma psicológico.

Trató de sonar lo más seria posible ante esa mentira, pero al notar como Hoseok sonreía ampliamente, no pudo evitar que las comisuras de sus labios se elevaran levemente en un intento de sonrisa.

i'm j-hope » hoseok ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora