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3 de marzo

Iseul tenía diecinueve años y una vida entera por delante, o al menos eso es lo que decía todo el mundo. Pero ella no se sentía así. Sentada en el borde de aquel barranco que culminaba el gran parque natural de la ciudad, con las piernas colgando sobre el vacío, intentaba buscar algún motivo por el que vivir.

Se asomó un poco para comprobar que no había nadie abajo y lanzó la botella vacía de alcohol que se había tomado. La observó caer y contó mentalmente los segundos que pasaron hasta que la escuchó estrellarse y romperse en mil pedazos. Veintiún segundos. ¿Cuánto tardaría ella en caer? ¿Moriría realmente si lo hacía o solo tendría graves lesiones?

Suspiró frustrada, tumbándose en el césped, aunque aún con las piernas colgando sobre el vacío. Le gustaba sentirse entre la vida y la muerte de esa manera, al menos así sabía que sentía algo, aunque solo fuera curiosidad por ver que pasaría. Colocó sus brazos bajo la cabeza e hizo una pequeña mueca al apoyarse sobre las cicatrices que aún estaban algo frescas.

Escuchó unas voces algo lejanas pero decidió ignorarlas. Sabía que se irían pronto, como todos los transeúntes que pasaban por la zona. Cerró los ojos y trató de centrarse en el vacío que se encontraba en su interior, tratando de encontrar alguna manera de llenarlo. El dolor y el alcohol no parecía ser suficiente ya. Y las voces de su cabeza tampoco.

—Eh, chica, ¿estás bien? —preguntó alguien, aunque ella continuó con los ojos cerrados y sumida en sus pensamientos. No podían estar hablándole a ella, nadie lo hacía al fin y al cabo—. ¿Hola?

El chico insistió un poco más y al ver que la joven no insistía, le dio un pequeño golpe con la punta de su zapato sobre el hombro. No muy fuerte, solo quería llamar su atención, no hacerle daño.

Iseul abrió los ojos irritada. No le gustaba que le sacaran de su mente de esa forma y sobre todo si era alguien como ese chico que realmente no se preocupaba por su bienestar, si no que solo preguntaba por quedar como una buena persona o para que se marchara.

—¿Qué quieres? —preguntó seca, observando al chico de pelo oscuro y amplia sonrisa que le observaba desde arriba.

—Te he vis-visto ahí tumbada y me preguntaba si estabas bi-bien —respondió algo tímido el chico, sin quitar esa irritante sonrisa de su rostro.

—Lo estoy. Ya te puedes ir. Adiós —bufó la joven, incorporándose y mirando de nuevo el vacío.

—No lo pareces.

Ese chico estaba empezando a ser bastante molesto. Iseul le miró directamente a los ojos, sin dejarse intimidar por la agradable pero profunda mirada del chico. De hecho, fue él quien dio un pequeño paso atrás al encontrarse con aquella mirada algo furiosa y penetrante de la chica.

Ella se incorporó rápida y hábilmente, sin preocuparse en ningún momento por perder el equilibrio y caer al vacío. Es más, en cierto modo, lo deseaba.

—Ten cuidado, podrías caerte —dijo el moreno, acercándose a ella con intención de intentar ayudarla si perdiera el equilibrio.

—Eso —empezó la chica sacudiéndose del polvo que se habría pegado a su cuerpo al estar tumbada— es asunto mío.

Y sin más, comenzó a caminar hacia la salida del lugar. Pasó junto a un grupo de chicos que miraban la escena curiosos, debían ser amigos del moreno. Ahora que habían interrumpido su momento, tendría que conformarse con volver a "su casa".

Maldito moreno.

i'm j-hope » hoseok ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora