d i e c i n u e v e

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20 de junio

Debían ser alrededor de las tres y media de la mañana, por lo que las calles estaban bastante vacías. Hoseok seguía a una Iseul bastante decidida sin saber muy bien a donde le llevaba, pero en cierto modo, le gustaba verla así. El moreno estaba cada vez más convencido de que sus sentimientos por ella comenzaban a exceder los límites de la amistad. Pero, ¿qué podía hacer? Ella parecía estar empezando a considerarlo como amigo ahora.

Esbozó una pequeña sonrisa al ver como Iseul se giraba para comprobar que el chico le seguía y luego siguió caminando. Se pararon delante de una casa bastante grande, aunque ni de lejos tanto como la de Hoseok. El moreno miraba a su amiga curioso, sin saber muy bien por qué le había llevado ahí mientras que ella no apartaba la vista del tejado.

—Vamos.

La castaña abrió la verja sin ningún disimulo y entró en el pequeño porche de la casa. Hoseok frunció el ceño y le siguió hasta uno de los laterales de esta, donde la chica se encargó de destapar una escalera improvisada cubierta de hojas de árboles. Inmediatamente después, comenzó a subir y al comprobar que el chico no le seguía, le lanzó una mirada asesina y le hizo un gesto para que le siguiera. Así que no le quedó más remedio que hacerlo.

Hoseok nunca antes se había subido al tejado de una casa pero pudo apreciar que ella sí que lo había hecho más de una vez, pues caminaba con tranquilidad y se sentó al borde sin reparo alguno. Definitivamente, no tenía miedo a las alturas o a morir, al contrario que él.

Suspiró y se sentó a su lado. Iseul señaló entonces al frente y fue en ese momento cuando Hoseok se atrevió a levantar la mirada. Era fascinante. No se había dado cuenta de que habían subido gran parte de la ciudad mientras caminaban por lo que en ese momento, desde ese tejado, se apreciaba una vista bastante bonita de Seúl. Incluso podía verse como comenzaba a amanecer muy a lo lejos.

—Solía subir aquí cuando no podía dormir o cuando las discusiones y los gritos eran demasiado. Me mantenía distraída, me relajaba. Tuve que parar de venir porque intentaba tirarme al vacío, pero bueno...

—Entonces, ¿esta es tu casa? —preguntó Hoseok mirándole a ella ahora. La joven asintió con pesar o quizás añoranza.

—Lo era, antes de marcharme. Me prometí a mí misma que me iría de casa en cuanto pudiera, así que lo hice en cuanto conseguí un poco de dinero para sobrevivir. Y bueno, hace ya un año o así que no venía —Hoseok asintió levemente, mostrando que comprendía la situación—. Has hecho mucho por mí y me he dado cuenta de que lo único que he hecho yo ha sido cargarte con problemas. No tengo dinero ni nada que ofrecerte más que un tour por los rincones más bellos y desconocidos de Seúl y mi propia historia. Seguro que llevas preguntándote mucho tiempo por qué vivo en la calle.

Hoseok intentó decirle que no hacía falta que hiciera nada por él, pero lo cierto es que deseaba saber más sobre esa chica que había llamado tanto su atención desde que le vio por primera vez.

Estuvieron en el tejado de la antigua casa de Iseul hasta que amaneció y decidieron que lo mejor sería marcharse antes de que alguien se diera cuenta de su presencia. Mientras caminaban por las calles de regreso, el chico no paraba de darle vueltas a la triste historia de la chica y comenzó a comprenderlo todo, incluso cuando la joven hablaba en sueños llamando a su madre. Decidió entonces que haría hasta lo imposible por hacer que Iseul volviera a conocer la felicidad y el amor que realmente se merecía.

i'm j-hope » hoseok ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora