CAPÍTULO 1

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"El comienzo"

Soy Iria Davis, tengo 17 años, mi pelo es rosa, mis ojos azul oscuro y tengo pequeñas pecas en la nariz. No soy baja, pero tampoco muy alta, soy delgada con poco pecho; y esta es mi historia, mejor dicho como conocí su historia; pero antes una pequeña introducción.

Nací un 14 de noviembre, en Madrid, España; cuando tenía dos años nos mudamos a Florida, EEUU; donde nació mi padre. Soy hija única. Mi infancia fue normal, al igual que mi adolescencia. Comencemos.

Estoy en mi cuarto, preparándome para una fiesta, me estoy echando máscara de pestañas cuando entra Alex, mi mejor amigo desde que llegué a Florida. Es unos centímetros más alto que yo, tiene el pelo rubio rojizo y ojos verdes claro. Lleva puesta una camiseta de manga corta blanca y unos pantalones vaqueros oscuros, de calzado lleva unas convers negras.

-Hola enana - dice y me da un beso en la mejilla.

-Hola grandullón - digo mientras se sienta en la cama - pensé que venías más tarde - digo mientras guardo la máscara de pestañas.

-Yo también - dice y le miro confusa - pero mi hermano ha vuelto de su viaje.

-Entiendo - digo y se crea un silencio raro - bueno, ¿qué tal con Eva? - digo cambiando de tema.

-Es Emma, no sé cómo haces para olvidar tan rápido los nombres - dice y se tumba de un golpe en la cama.

-Es lo mismo. No has respondido a mi pregunta.

-Genial, esa chica me tiene esclavizado - dice mirando al techo y abrazando a uno de mis cojines.

-Me he dado cuenta - digo riéndome - a ver si me la presentas de una vez - digo mirando los pintalabios para elegir cual ponerme.

-Que sí, este domingo os presento. Y ponte el rosa, es el que mejor te queda - dice lo último mirando el móvil.

-Tienes razón - me pongo el pintalabios y me miro en el espejo: llevo el pelo suelto con ondas suaves, mi maquillaje es muy sencillo, la raya del ojo, máscara de pestañas, colorete y pintalabios rosa fuerte. En el cuello llevo una gargantilla de cadena fina dorada con pequeñas estrellas. De ropa, un conjunto negro, la parte de arriba es un top con escote en forma de corazón, la parte de a bajo, una falda con un cinturón negro con la hebilla dorada, no muy brillante; entre la falda y el top se puede ver un poco de tripa; unos botines negros con un poco de tacón completan el outfit.

-Deja de mirarte al espejo, estás perfecta Iria - dice Alex levantándose de la cama - venga vámonos ya, que se hace tarde.

- ¡DIOS!, que impaciente, vamos perfectos de tiempo - digo cogiendo el móvil y saliendo de la habitación.

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A la mañana siguiente me despierto por culpa del sol, dando directamente en mis ojos, al levantarme me da un pinchazo en la cabeza y me llevo las manos a ésta; cuando estoy más espabilada y empiezo a recordar todo lo que pasó a noche. Miro a mi izquierda y me encuentro al chico con el que me lie anoche, me aseguro de que está dormido, y sin hacer ruido me visto y me voy. Al salir por la puerta, de la casa de la fiesta, llamo a Alex.

LLAMADA TELEFÓNICA:

Alex: ¿Sí? - dice con voz ronca de acabar de despertarse.

Yo: Alex, necesito que vengas a por mí - digo rápidamente.

Alex: Iria, ¿eres tú?

Yo: Sí.

Alex: Estás en la casa de anoche, ¿no?

Yo: Sí, ¿vas a venir? -digo con voz de niña buena.

Alex: Sí, en diez minutos estoy allí.

Yo: Vale, te quiero.

FIN DE LA LLAMADA TELEFÓNICA

Y como había dicho, tras diez minutos Alex ya estaba aquí, me monto en la parte del copiloto y le doy un beso en la mejilla- Él arranca.

-Gracias, gracias, gracias - digo y le abrazo como puedo.

-Iria - dice serio y me mira un segundo, para después volver la vista a la carretera - no puedes acostarte con un chico y luego salir corriendo - dice enfadado y me mira ya que hemos parado en un semáforo en rojo, miro hacia mis pies.

-Sí, lo sé - digo aún cabizbaja, vuelve a poner el coche en marcha.

-Pues deja de hacerlo, joder.

-Ya lo sé, no me regañes como a una niña - digo levantando la cabeza esta vez.

-Joder, es que lo pareces, cuando haces algo hazte cargo de tus responsabilidades.

- Pero que putas responsabilidades Alex, no me sé ni sus nombres.

-Sí, pues eso digo, ni te importa cómo se llaman cuando te los tiras - dice alterado y frenando de golpe, hemos llegado a mi casa.

-Gracias Alexander - digo y salgo del coche dando un portazo.

- ¡IRIA! - le oigo gritar mi nombre, le ignoro y entro a mi casa.

Por suerte mis padres están durmiendo, voy a mi habitación, me pongo el pijama para estar más cómoda y me hago un moño alto, después voy a la cocina a desayunar.

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Son las cinco de la tarde y estoy viendo una película, o al menos lo intento, no dejo de pensar en la dureza de las palabras con las que me ha hablado Alex antes, nunca me había dicho nada así, y lo peor es que es verdad, tiene razón, y yo lo sé, pero que me lo dijera él y de esa forma, me ha dolido y mucho. Decido apagar el ordenador ya que no me acuerdo ni que película estaba viendo. Dejo el portátil en el escritorio y me tumbo boca a bajo en la cama con la cara en la almohada. Alguien llama a la puerta.

-Adelante - digo sin moverme.

-Hola - me levanto rápidamente al reconocer la voz de Alex, cuando le miro me enseña un bote de helado de oreo, mi favorito - es para ti - dice, lo dejo en el suelo y me pongo de pie. - Lo siento - dice con un intento de sonrisa.

-No pidas perdón por decir la verdad Alex - digo cabizbaja - me acuesto con los chicos y ni si quiera me sé sus nombre, y encima después salgo corriendo, utilizándote a ti de escapatoria - digo avergonzada, levanto la cabeza y le miro.

-No tenía que haberlo dicho así - me coge de las manos - podría haber tenido más tacto - dice acariciándome las manos con el dedo pulgar.

-Lo siento - decimos a la vez y nos abrazamos.

-Bueno, y ¿qué tal el chico? - dice con picardía, cambiando de tema.

-No era nada del otro mundo - digo y reímos.

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Pelo de Iria en multimedia.

 "RI HOMINIE". Donde viven las historias. Descúbrelo ahora