CAPÍTULO 27

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¿Qué está pasando?

Llevamos veinte minutos andando y mientras Alex y yo hablamos de mil cosas sin importancia Steisy está cada vez más nerviosa y no para de mirar el móvil.

- ¿Estás esperando una llamada? – al no recibir respuesta me para y la miro a los ojos – Steisy – digo un poco más alto y da un pequeño saltito.

- ¿Qué? – pregunta con el móvil apretándolo contra su pecho por el susto.

- Que si estás esperando una llama – repito. Volvemos a andar.

- No, ¿por?

- Pues porque no paras de mirar el móvil – le explico.

- Ah eso, ya es que una amiga ha ido hoy a hacer un casting muy importante y quiero saber cómo le ha ido – explica con una sonrisa. Si no fuese porque sé que me miente constantemente me lo habría tragado.

- Pues relájate si es igual de buena que tú o se te acerca seguro que la contratan – digo con una sonrisa y ella me responde con una también.

- Sí tienes razón.

- Chicas allí hay un Starbucks, ¿entramos? – pregunta Alex señalando un local de la acera de enfrente.

- Sí – digo y Steisy asiente.

Entramos y mi prima se presta voluntaria a pedir. Alex y yo esperamos fuera ya que dentro hay bastante gente.

- Está rara – dice mi amigo y asiento.

- Está demasiado nerviosa para ser específicos, hay algo por aquí que no quiere que veamos.

- Pues vamos a descubrir que es – me apoya mi amigo. – Perdón – llama mi amigo a un chico que acaba de pasar por delante de nosotros, se le ha caído un papel. El chico se gira – se le ha caído esto.

- No, eso no es mío – esa voz me suena mucho, pero cuando levanto la cabeza para dejar de mirar el móvil y mirarlo a él este ya se ha ido.

- Léelo – dice Alex en voz alta.

- ¿El qué? – pregunto y me da el papel:

Cuando tu prima salga van a llamarla al teléfono, acompañarla.

Leo en voz alta lo que pone. Ya no me sorprende nada de esto, pero la letra me resulta muy familiar, pienso en alguien, pero eso es imposible.

Minutos más tarde Steisy sale de la cafetería con los cafés, nos lo da y cuando empezamos a andar una llamada irrumpe la conversación. Steisy atiende el teléfono y su cara pasa de ser tranquila a estar con los ojos muy abiertos al igual que su boca.

- Me tengo que ir – dice.

- ¿Cómo que te tienes que ir? Steisy no conoces esto, te puedes perder, además quién te reclama ahora. Estás de vacaciones, aunque ahora estemos en este lugar desconocido – digo y su nerviosismo aumenta.

- El abuelo me dijo dónde ir si recibía un aviso, no es nada importante – dice intentando calmar su nerviosismo.

- Si no es nada, mejor te acompañamos – dice mi amigo y mi prima cede.

En diez minutos llegamos a un edificio totalmente blanco, qué le pasa a la gente con el blanco en este sitio.

- Esperarme aquí, no tardo – dice mi prima antes de entrar corriendo al edificio.

- Iria, ve detrás del edificio – oigo una voz.

- ¿Has oído eso? – le pregunto a Alex.

- ¿El qué? – dice confuso.

- Una voz, ahí está otra vez – digo al volverla a oír.

-Iria creo que te estás volviendo paranoica, no hay ninguna voz.

Hago caso omiso a lo que me dice y voy a donde me dice la voz, noto como Alex me sigue por la espalda. Cuando llego al sitio donde me ha indicado la voz veo a lo lejos a dos personas moviendo las manos en alto agitadamente. Voy en su dirección.

- ¿A dónde vas? Iria.

- Allí – señalo donde estás los chicos.

- ¿A una arboleda? – pregunta sin entender.

- ¿No ves a esas personas? – niega con la cabeza.

- Aquí no hay nadie Iria – dice cuando llegamos.

- ¿Y nosotros que somos? – Alex grita por el susto y yo no paro de preguntarme de donde han salido y cómo Alex no les veía.

- ¿Qué haces aquí D? – pregunto lo más seria posible.

- ¿Y de dónde coño habéis salido? – pregunta mi amigo recuperando la respiración.

- Tenemos mucho de lo que hablar, mucho que contaros, pero antes tenéis que confiar en nosotros. No podéis fiaros de Steisy y mucho menos de vuestro abuelo.

Alex y yo nos miramos tras escuchar lo que ha dicho D.

- ¿A qué te refieres? – preguntamos a la vez mi amigo y yo.

- Ahora no podemos contároslo todo, solo tenéis que confiar en nosotros. Hay muchas cosas que desconocéis y tu abuelo pretende aprovecharse eso, de vosotros. Tenéis dones únicos, sobretodo tú Iria.

- ¿Dones? – pregunta mi amigo.

- Iria cuántas veces has visto hoy el logo de los sobres pintado en las fachadas de las casas y edificios – me cuestiona Bob. Sí es increíble, pero sabe ser amable.

- Pensé que eran imaginaciones mías – digo.

- No son imaginaciones tuyas, tú puedes ver hasta lo más oculto secreto de una persona, pero necesitas preparación.

- ¿De verdad pensáis que nos vamos a creer eso? – pregunta Alex atónito.

- Que tú no lo veas no significa que no te lo pueda mostrar – dice D. – Iria dale la mano y céntrate en el logo que ves en el edificio – dice señalando el logo que tiene el edificio. Le hago caso y cuando abro los ojos Alex me suelta la mano, asustado.

- ¿Qué cojones está pasando aquí?

- ¿Lo has visto? – pregunto sorprendida y el asiente sin entender, al igual que yo, como es posible.

- Ahora tenéis que iros, pero no habléis con nadie sobre esto – dice D.

- ¿Y por qué tenemos que confiar en vosotros? – pregunto plantándoles cara.

- Porque nos estamos jugando el cuello por esto, estamos desobedeciendo a El Rojo y rompiendo su regla más importante.

- Mañana estaremos en vuestra casa a media noche, en el desván. Que nadie se entere de que subís, es muy importante – dice Bob antes de desaparecer junto con D.

- Iria esto es de locos, seguro que estoy soñando y que me voy a levantar en mi cama y que todo lo que ha pasado en los últimos meses es parte de esta pesadilla. – Cierra los ojos y se masajea la sien - ¡joder!

- Si te ha dolido no es un sueño.

- ¿Hacía falta pellizcarme tan fuerte? – pregunta frotándose el brazo.

- Así nos aseguramos. Vamos de vuelta a la entrada, Steisy no puede notar nuestra ausencia – digo y asiente frotándose aún la zona dolorida.

 "RI HOMINIE". Donde viven las historias. Descúbrelo ahora