CAPÍTULO 34

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“Ellas”

Es el día de las votaciones, las personas con más poder e importantes de la sociedad están reunidas para las votaciones y los demás están preparando la ceremonia para el elegido.

Alex y yo decidimos salir a dar un paseo por el bosque que hay detrás de la casa.

- Alex – me mira - ¿te acuerdas del tatuaje que nos hicimos hace unos años e aquella fiesta?

- Como no acordarme – dice riendo – todavía no sé porque nos hicimos ese símbolo.

- Alex el símbolo lo conoces muy bien – le digo y me mira extrañado – piénsalo, es un círculo y prácticamente una equis – le digo y tras unos segundos los ojos se le abren a más no poder.

- Entonces sí que tiene sentido – dice y asiento.

- Todos los ciras y umbias tiene el tatuaje. Algunos orias también, pero no marcan su destino – me mira extrañado.

- ¿Destino? – asiento.

- ¿De qué color es tu tatuaje? – le pregunto y me mira como si estuviese loca.

- Negro – me lo enseña.

- No es posible – digo y le enseño el mío.

- ¿Cómo puede ser? – dice al ver que es blanco.

- No lo sé, no tiene sentido. Se supone que tiene que ser azul o rojo. Y que a ti se te tiene que poner del mismo color que a mí – le explico.

- El tatuaje marca la facción a la que perteneces – asiento – pero el tuyo es blanco y el mío no ha cambiado de color, ¿Cómo es posible?

- No lo sé, el otro día se lo pregunté a D y tampoco sabía por qué. Lo único que me dijo fue que tu tatuaje podría ayudarme a contestar la duda, pero, al contrario, solo me causa más preguntas.

- Quizá tu abuela sepa algo – me dice.

- Sí tiene raz - no termino de hablar porque a unos metros de nosotros se oye un ruido estrepitoso y se ve salir una luz morada.

Salimos corriendo por instinto, no nos paramos a pensar en sí puede haber peligro o no. Pero algo me dice que tengo que ir y supongo que a Alex también. En cuestión de un minuto llegamos.

- Iria – me llama mi amigo que está de cuclillas mirando la zona dela cual hace unos segundos salía una luz morada. Me agacho y me pongo a su lado – es una piedra – me la da.

- ¿Un meteorito? – mi amigo niega – ya un meteorito morado sería raro – nos ponemos de pie.

- La has perdido tú, idiota.

- Pero si has sido tú la que me la ha dado, sabes que yo no puedo guardar nada, es tú culpa.

- ¡Y yo como iba a saber que serías tan imbécil de perderla!

Alex y yo nos miramos, pues la discusión de esas dos chicas cada vez se oye más cerca. Guardo la piedra en el bolsillo de mi chaqueta.

- Aquí no hay nada Alanna – dice una chica morena mirando al suelo.

- Pues según la otra mitad está aquí.

Las dos chicas aparecen delante de nuestra y vuelven a discutir sobre quien tiene la culpa de que.

Alex me mira aguantándose la risa. Yo me acerco a ellas y le doy un golpecito en el hombro a la chica rubia. Las dos me miran como si hubiesen visto un fantasma.

- ¿Buscáis estos? – digo sacando la piedra de mi bolsillo y enseñándosela. Las dos asienten sin cambiar la cara.

- Iria, deberías alejarte o les va a dar un infarto – dice Alex.

 "RI HOMINIE". Donde viven las historias. Descúbrelo ahora