Se encontraban dentro de una oscura bodega, el mayor le entregó aún con esa sonrisa retorcida en el rostro una cubeta; en ella se encontraban jabones en polvo, cloro, franelas y entre decidiéndose en darle o no los guantes, al final se los arrojó.
Tomó una escoba y un recogedor tendiéndoselos y con esa intrínseca burla agregó.
– No hay trapeadores, mucho menos aspiradora para la princesa, tendrás que fregar el piso con las franelas y tus propias manos – Luhan entrecerró los ojos con rabia, pero, sobretodo por que justo enfrente de él estaban los trapeadores arremolinados.
– A mi me parece que allí hay algunos – Dijo señalándolos, el hombre volteo a verlos y frunció el entrecejo.
– ¿De verdad?... A mí me parecen escobas – Opinó ganándose una mirada asesina por parte del rubio, cosa que sólo agrandó su maquiavélica sonrisa. – Creo – Tomó las pequeñas manos de Luhan entre las suyas observando su blancura y sintiendo la extremada suavidad. – Que se maltrataran demasiado – Y le empujó hacia un lado. – Quiero limpio el pasillo que da hacia las canchas – Una última sonrisa que Luhan ya odiaba y se marchó.
Jamás en toda su corta vida, alguien le había colmado la paciencia en tan pocos minutos, y jamás había odiado ver sonreír tanto a una persona.
Tomó los productos de limpieza y se marchó echando chispas.
***
Sentir el aire puro acariciar su faz y llenar sus pulmones fue suficiente para tranquilizarlo completamente.Llegó al pasillo cargando dificultosamente la cubeta con agua que estaba a arrebozar y la dejó a un lado de los demás artículos, respirando entrecortadamente.
El sol estaba en su mero apogeo y por ello el pasillo estaba casi desierto, los prisioneros preferían las canchas en un agradable clima.
Tomó la escoba y comenzó a barrer cualquier resquicio de basura, algunos reos pasaban y se burlaban, otros le miraban de aquella forma en la que ya se estaba acostumbrando y otros hacían comentarios con doble sentido y poco moralistas.
Suspiró al terminar de limpiar todo el largo pasillo, recogió la basura mientras se disponía hacer lo más difícil; tallar los pisos.
Abrió el jabón y lo esparció por la parte del pasillo que se disponía a limpiar, así como algunos chorritos de cloro, se colocó los guantes y mojó la franela.
Se puso en cuclillas y empezó con el trabajo, fregó el sucio piso con insistencia, haciendo que apareciese espuma en cada centímetro que pasaba y cuando se disponía a volver a humedecer la tela, la cubeta ya no estaba.
Fue entonces cuando se percato de una presencia a su espalda y al siguiente segundo estaba empapado.
Ese alguien había tomado la cubeta con una enorme facilidad y sin hacer el mínimo ruido para después volcarla sobre la existencia de Luhan.
Éste respingó asustado, se volvió de inmediato sólo para ver a un hombre cerca de los treinta mirarle con lascivia. De alta estatura, piel pálida y pelo negro con unos peligrosos ojos, pero, lo que llamó la atención de Luhan fue el enorme tatuaje de dragón que tenía en el fibroso brazo derecho.
– ¿Por qué ha hecho eso? – Preguntó atemorizado poniéndose de pie, pero el otro ni se molestó en responderle, estaba absorto con una maliciosa sonrisa observando el pequeño cuerpo; las prendas totalmente mojadas se le pegaban incómodamente, el pantalón delineaba a la perfección sus delgadas y torneadas piernas mientras la camisa hacia lo propio en su cintura y torso, el ojinegro podía incluso ver el par de pezones que estaban orgullosamente erguidos y rosados como un par de fresas.
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Gefängnis.. Kailu
FanfictionLuhan es un jovencito de apenas 18 años, todo en su vida es relativamente perfecto: estudiante modelo, gentil, adorable y simpático, pero tras una serie de circunstancias desafortunadas, injustamente, cae en prisión por homicidio; la prisión más pel...