Capítulo 8..

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Kai abrió la puerta de la enfermería y observó que ésta se encontraba solitaria, a excepción de una cama, donde se alzaba el biombo totalmente blanco, sonrió para sí, seguramente allí se encontraba Luhan.

No supo ni cómo estaba allí, simplemente sus pies se habían dirigido solos, como si su cerebro no fuera quien mandara las ordenes al cuerpo.

Atravesó la estancia y llegó hasta la cama dónde el rubio estaba recostado, durmiendo placenteramente. Kai frunció el ceño y sin percatarse su dura y cruel mirada se relajó. El rubio aún estando más pálido de lo normal, dormido y con una aguja atravesando la frágil y perfecta piel de su mano no dejaba de desprender su etérea belleza.

- Despierta, bello durmiente... - Susurró muy cerca del oído, habría sido una romántica forma de abrir los ojos, pero aún somnoliento pudo reconocer el timbre burdo de Kai.

Aún así, su corazón galopeo emocionado y terminó por abrirlos, esperando que no fuera una alucinación.

Entonces lo vio, tan cerca de él, con su sonrisa perfecta y su habitual porte de autosuficiencia, percibió su olor varonil a madera fresca y el toque de tabaco, quiso llorar de felicidad, pero se las arregló para no hacerlo.

- Hola... - Susurró apenas, sonriendo tremendamente y Kai no pudo evitar seguir contemplando la tierna y roja boquita de Luhan.

Rompió toda distancia y se apoderó de los añorados labios, el rubio jadeo sorprendido, pero inmediatamente se entregó al beso con igual intensidad. Rodeó el cuello del moreno mientras éste paseaba sus manos por el pecho, buscando ansiosamente el par de rosados pezones.

Sus lenguas no se cansaban de explorarse, de tocarse y fundirse en el apasionado beso cuando sus labios se probaban, succionaban o incluso mordían, desesperados.

Al encontrarlos, Kai los acarició sobre la tela, provocando que Luhan soltase un pequeño gemido y temblara de excitación. Encontró el nudo de la bata y comenzó a deshacerlo. Luhan, haciendo miles de esfuerzos se separó de los hambrientos labios.

- No, no aquí... no es correcto - Argumentó ante la mirada lujuriosa. - Pueden vernos... - Agregó avergonzado y Kai sonrió cínicamente.

- ¿Y eso no lo hace más excitante?... que nos observen mientras te follo. - La cara del rubio ardió. - Quiero hacértelo aquí, en este mismo momento. - Concluyó quitando el nudo y bajó la bata hasta la breve cintura.

- Yo... yo también quiero... - Confesó con la mirada gacha, avergonzadísimo. - Pero aquí no, por favor.. - Kai entrecerró los ojos peligrosamente, pero asintió, después de todo, el pensar que alguien, además de él observara el cuerpo desnudo de Luhan le molestaba sobremanera.

- ¿Cuándo saldrás?

- Dentro de poco, una hora, tal vez dos.

El moreno asintió.

- Ve a las canchas, allí te esperaré.. - Y sin nada más que decir sacó de su bolsillo la cadena que Luhan creyó haber perdido para siempre, la de Minseok. - Esto te pertenece... - La abrió y colocó sobre el delgado cuello, Luhan no sabía cómo reaccionar.

Lo abrazó y volvió a besarlo apasionadamente, beso qué, Kai tampoco desaprovechó y permanecieron así por algunos segundos más, hasta que la necesidad de respirar se hizo presente.

- ¡Muchas gracias! - Exclamó con voz entrecortada.

- Me debes otro favor - Dijo haciendo una mueca de superioridad. - Y ya sabes que nada es gratuito.. - Finalizó volviendo sobre sus pasos.

Luhan se quedó allí, medio desnudo, con las mejillas sonrojadas y la respiración acelerada, pero, a diferencia de la última vez, su corazón vibraba de felicidad, y no de tristeza.

Gefängnis.. KailuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora