Había hecho varios kilómetros hasta llegar a Sierra de los padres, el lugar elegido por mis padres para retirarse cuando ya no querían saber más nada con la ciudad. El lugar es sencillamente hermoso, un paraíso terrenal donde se respira total y completa tranquilidad, algo que yo estaba necesitando desde que tuve que volver.-¡Lali! -exclamó mamá cuando me vió entrar a su jardín.
-Hola Má. Respondí sonriente.
-Tanto tiempo. Me dijo mitad reproche y mitad alegría por verme.
-No pude venir antes. Me excusé mientras la miraba suplicante.-Lo sé hija. Afirmó comprensiva.
Mi vieja era la única persona de mi entorno que sabía lo que me hizo irme a España. A ella no le podía mentir, y sabía que no me dejaría ir sin saberlo, así que no me quedó otra que hablar cuando me acorraló aquella vez. Al principio el asombro la invadió, seguido por la pena reflejando lo que había pasado, lloró mucho -tanto como yo- en esa despedida, que no sabíamos en realidad si era definitiva. Pero cinco años mas tarde ahí estaba, volviendo a empezar, apoyándome en mí gente, tratando de seguir adelante.
-Así que se casa. Me dijo dándome la sensación de un baldazo de agua fría cayéndome encima.
-¿Co... como sabés? Dije con voz ahogada.
-Euge me contó. Explicó ella con obviedad.
Eugenia era como mi hermana en todos los sentidos, también en la relación que la unía con mi mamá.
-Que botona. Solté pensando en voz alta.
-No, botona no. Me corrigió ella mirándome calmada. -Ella te quiere y aunque no sabe por qué te fuiste, cualquiera que te conozca más de cinco minutos puede darse cuenta lo que sentiste cuando te enteraste.
Y yo comencé a llorar, estar con la persona que realmente sabía todos los capítulos de la historia me daba una libertad que nunca antes había tenido para descargar la angustia que sentía.
-Tranquila hija. Me intentó tranquilizar incorporándome para mirarme a los ojos. -Todo va a estar bien. Dijo con una seguridad que ansiaba tener cada día de mi vida.
-No lo sabés Má. Le contesté resignada, mi estado natural desde hacía tanto tiempo.
-No, no lo sé. Como vos tampoco sabés que todo va a salir mal, así que gano yo por positiva. Me respondió divertida robándome una pequeña sonrisa.
-Sos terrible. Le dije mordiéndome el labio.
-Y vos sos mi hija, y por eso es que quiero que pienses bien lo que vas a hacer Lali. Repuso mirándome intensamente.
-No le puedo decir la verdad, vieja. Negué con la voz consumida.
-¿Por qué? Preguntó y yo pensé que me estaba jodiendo.
-¿Cómo por qué? Me paré incrédula. -Si le digo no se que puede pasar. Admití haciendo volar mi mente cinco años atrás, cuando todo ocurrió. -No tendría ni que verlo, pero es de mi grupo de amigos.
-Y porque no aunque quieras no podés dejar de verlo Lali, porque lo amás. Me recordó contundentemente.
Y yo estaba odiándola por su frontalidad, nunca me gustó llevarme la realidad puesta, y ella me estaba bañando en la más cruel, la mía, que tarde o temprano debería enfrentar.
-Basta mami. Le pedí con las lágrimas listas para bañar mi rostro de nuevo, me dolía el alma y no podía hacer nada para sanarla, estaba atada de pies y manos.
-Está bien. Se rindió comprensiva. -¿Comiste? Me preguntó y suspiré aliviada.
En algún momento tenía que volver y ver la realidad. Ella nunca me aconsejaría mal, ella sabe lo que amo a Peter y quiere lo mejor para mí. Pero yo me muero de miedo porque no sé que puede pasar si le cuento todo. Y eso me paraliza.
Intento actuar acorde a lo que siento, pero si así fuera Peter ya sabría todo y yo estaría pidiéndole con el corazón en la mano noque no se case. Sólo me quedaba seguir adelante sin deteneme en el pasado, el pasado que me cambió la vida.
Hacía dos meses toda mi vida armada cuidadosamente se había ido al carajo. La vuelta de Lali dio vuelta mí realidad y todo lo que ella conllevaba, incluída a Micaela.
Mica me apoyó en todas desde la ida de Lali, la quería muchísimo. Pero la vuelta de Mariana me hizo dar cuenta de algo que todos mis amigos sabían menos yo, o quizás no quería admitirlo, y es que nunca la llegué a amar, y muchísimo menos de la forma en que la amaba a Lali.
Estabámos en casa con el motivo de una cena importante organizada por ella. Yo estaba en cuerpo ahí, pero mi mente no lo estaba.
-Pitt. Dijo ella sonriente. -Te preguntarás por qué te reuní con tanta intriga. Consultó sabiendo la respuesta. Desde que me citó esa noche sentí algo extraño, que algo importante iba a ocurrir.
-La verdad que sí. Le dije divertido. Ella me sonrió y acarició con dulzura mi rostro.
-Te tengo que decir algo muy importante, amor. Esbozó mientras tomaba mis manos. Yo me quedé expectante y la dejé hablar.
-Me llegó una propuesta de laburo en Inglaterra. Dijo y me quedé duro. -Nos vamos mi amor, nos vamos a Europa. Soltó rayando de felicidad, toda la que yo no sentía.
-¿Qué? Esbocé como el nudo en la garganta me lo permitió. -¿Cómo Micaela? Pregunté sin deseos de ocultar el desconcierto que sentía.
-Eso amor, la nota que mandé a The Sun la leyeron, les gustó y me propusieron una pasantía ahí. ¿No es increíble? Me dijo exultante.
-Si Mica. Respondí saliendo del trance. -Te felicito. Mentí componiendo la más falsa de las sonrisas, en lo único que podía pensar era en Lali.
-Gracias. Me cortó ella ya contagiada por mí notoria mala onda. -No te alegra un carajo. Dijo ofuscada. -Sos un idiota.
-No Mica. Intenté detenerla, pero ella ya había salido por la puerta. Me sentí el más tarado, pero la noticia me cayó como un balde de agua helada, ella me incluyó en el viaje porque nos íbamos casar, ¿Qué carajo estabas haciendo Peter?
Salí con destino incierto, la cena quedó en la mesa intacta. Ese no era mi lugar y yo bien lo sabía. Agarré el auto y manejé por inercia. Toqué el timbre y esperé que alguien estuviera del otro lado. Ante la demora volví a llamar a la puerta mientras la adrenalina corría por mis venas, tuve un impulso, y en ese momento no estaba con ganas de interrumpirlo.
-Peter, ¿Que haces ac...? Quiso saber pero no la dejé terminar.
Mis labios se encontraban una vez más unidos a los suyos con devoción, con fuerza, con amor. Lali quedó perpleja cuando me vió, pero poco importaba el debe ser. Yo había ido a calmar la voz en mi interior que me decía que estaba todo mal, que ella era mi gran y único amor.
La besé con pasión contenida, estaba besando cada segundo que estuve separado de ella, cada minuto que la extrañé, que la amé a la distancia, aún creyendo ilusamente que podría odiarla. Ella correspondió el beso instantáneamente y muy poco me importaba el porqué. Después de cinco años volvía a sentirla entre mis brazos, tan chiquita y frágil como siempre y no había nada que me hiciera más feliz.
Lali rodeó con devoción mi nuca mientras yo no dejaba ninguna parte de su cuerpo sin acariciar. Éramos una sola silueta, en ese ambiente solo se podía respirar la desesperación y el amor que nos unía.
Yo me volvía a sentir vivo después de cinco años, ella era la razón de mi reacción ante Micaela. Si es que era posible la amaba aún más que cuando se fue, y ella, comenzaba a entender que sentía lo mismo.
La noche caía tras nuestro pero nada importaba. Estaba siguiendo al deseo, mi impulso me llevó hacia ella, la persona de la que nunca debería haberme alejado. Quizás fue cosa del destino, pero la realidad es que en ese momento pude sentir como ella no me mintió cuando me dijo que todavía me amaba, con ese beso me estaba dando vuelta el mundo, se nos estaba dando vuelta el mundo, y el sentir que me correspondía lograba hacerme sonreír como un tarado.
Necesité ir a buscarla cuando Micaela se fue, algo me hizo correr tras ella, ver que todo era un error, que yo no me quería ir, que no me quería separar de nuevo de Lali.
Sentía el amor en cada parte de nuestros cuerpos, eso era lo que necesitaba, sentirla mía de nuevo.
Mañana, mañana sería otro día, otra historia. Hoy éramos nosotros dos, juntos de nuevo. Siendo uno otra vez.
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Vivir intentando
FanfictionLa vida a veces te pone pruebas, los obstáculos siempre existen. Está en uno poder saltearlos, tomarlos como aprendizaje o mera pérdida. Ellos son quienes logran que nos levantemos de las peores situaciones o vivamos en una especie de limbo del que...