Capítulo 30: Vivir amando

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... Un mes después

-Mi amor, ¿sos consciente de que mañana nos casamos? Me preguntó Lali mientras se acomodaba a mi lado en la cama.

-Mmmm, ¿en serio? ¡Tengo cosas que hacer! Respondí creyéndome a morir el papel, mientras la miraba de reojo esperando su reacción.

Ella me pegó en el hombro y se recostó sobre mí pecho.

-Sos un tonto. Me dijo tiernamente a la vez que le dejaba un beso en la cabeza. -Lo decía porque todavía no puedo creer que estemos juntos otra vez, que no nos hayamos perdido. Reflexionó mirándome emocionada.

Yo me tomé unos segundos para responder. Pensar en eso realmente nos movilizaba y nos hacía dar cuenta de lo afortunados que fuimos al encontrarnos.

-Yo creo que cuando dos personas se aman tanto como nosotros dos, siempre van a buscar la manera de reencontrarse y no dejarse ir más allá de cualquier circunstancia. Hubiera sido muy injusto que yo no volviera a tenerte conmigo. Reflexioné mirando al frente mientras sentía que Lali se aferraba más a mí.

-Te amo. Soltó al instante. -Yo siento lo mismo, y no sabés lo feliz que me hace que vos estés otra vez en mi vida, no podría explicarte nunca lo que siento por vos. Sentenció con lágrimas en los ojos.

Yo acaricié lentamente su mejilla mientras la miraba enamorado. Tanto tiempo nos sacaron que ahora todo con ella lo querría vivir en cámara lenta.

-Yo más mi amor. Respondí antes de besarla dulcemente.

-Casi que hicimos los votos antes del casamiento. Me dijo ella divertida luego de separarnos y los dos nos reímos. Éramos como dos adolescentes enamorados. Esos que siempre seríamos, porque de adolescentes nos enamoramos, y si algo no cambió es lo que sentimos desde ese momento.

Era la mañana siguiente a nuestra primera vez, y Lali lentamente se iba despertando mientras yo la miraba desde el otro lado de la cama, aún completamente revolucionado por lo que había pasado.

-¿Cómo te sentís?  Le consulté mirándola tiernamente, mientras le corría un mechón de pelo.

Ella me miró con esa sonrisa que a mí me dejaba tildado y se acercó a darme un pequeño beso.

-Bien, increíble. Reaseguró y yo respiré tranquilo. Necesitaba saber que ella había tenido una buena primera experiencia. -Si es posible creo que te amo más. Agregó mientras se abrazaba a mi cintura y besaba mi pecho. Yo sonreí como un idiota.

-No podés ser tan hermosa. Le dije mientras se acomodaba sobre mi costado y yo besaba su frente. -Yo pasé la mejor noche de mi vida. Le dije sin dudarlo. -Sos lo más lindo que tengo.

Confesé mirándola fijamente mientras veía que la imagen de sus ojos con el reflejo del sol de la mañana y su cuerpo semidesnudo a mi lado podría ser considerada la octava maravilla del mundo, sin dudas la primera maravilla del mío.

-¡No podés Juan Pedro! ¿De qué planeta viniste vos? Se quejó ella exageradamente. Luego se tiró sobre mí y me llenó de besos para comenzar nuevamente a demostrarnos todo lo que sentíamos sin necesidad de decirnos nada.


-Pitt, ¿Seguro que estás de acuerdo en hacer un casamiento bien íntimo? Le pregunté otra vez insegura para saber si solo había aceptado esa propuesta para complacerme.

-Claro mi amor, a mí solo me interesa que frente mío estés vos. Me tranquilizó dulcemente. -Tanto tiempo creí que esto no iba a pasar nunca, que saber que vamos a estar juntos toda la vida me llena por completo. Sentenció robándome una sonrisa emocionada.

-Yo tuve mucho miedo de que aún sabiendo la verdad no me perdonaras. Confesé eso que venía pensando hace un tiempo. Que por suerte no fue verdad.

Él alzó la cabeza y me miró fijamente. Para no dejar dudas con lo que iba a decir.

-La, si algo sentí cuando supe la verdad fue impotencia y odio por todo lo que tuviste que vivir sola. Jamás sentí que tenía que reprocharte algo, ¡si vos dejaste tu vida por nosotros! Sos la mujer más increíble que conozco. Me aseguró a la vez que me acariciaba lentamente con sumo cuidado.

Lo miré emocionada y tomé su rostro entre mis manos.

-Necesito empezar ya nuestra nueva vida. Soy muy afortunada de haberte encontrado y jamás haber dudado de esto que nos une. Sos y siempre fuiste mi amor. Completé y le dí un dulce beso que poco a poco nos llevó a expresar con nuestros cuerpos todo lo que nuestra sincera charla nos hizo sentir. Nuestro amor nos sostuvo cuando no nos tuvimos y fue lo suficientemente fuerte para que el tiempo no lo borrara. Y por eso estaría siempre agradecida.



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