Capítulo 16: Giros inesperados

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-Va a estar bien amiga. Me decía Eugenia cada vez que salía de ese lugar, pero yo no entendía razones. Hacía un mes mi vida había cambiado rotundamente una vez más, todo en lo que creía, lo que me sostenía, se había desmoronado como un castillo de naipes.

-Él quizás sí, ¿pero yo? Pregunté con desesperación. Me sentía perdida, partida a la mitad como nunca antes. Ni siquiera me había sentido así cuando hacía ya 5 años había dejado todo atrás para empezar de nuevo.

-Vos también lo vas a estar. Intentaba convencerme en vano. Ella tampoco sabía que nos depararía el destino, no desde aquella noche.

-No lo sabés Euge. Le dije fríamente, como lo hacía desde que todo cambió. Era fría y distante con todos menos con él. Peter era mi talón de Aquiles, bastaba una sonrisa para caer a sus pies olvidando la realidad que nos rodeaba.

-Siempre lo mismo con vos. ¿Te pensás que para mi no es jodido? ¿Qué no me quiero morir por lo que pasó? Dijo intentando despertarme del letargo en el que estaba sumida. -A mi también me hace mierda verlo así, pero no ganamos nada culpándonos, y mucho menos bajando los brazos. Gritó intentando provocar algo, despertarme. Lograr que volviera a luchar por él, por mí, por nosotros.

Me dejé caer en el sofá y dejé por primera vez que miles de imágenes llegaran. No ganaba nada negando lo que pasaba. Era un hecho que Peter no era el mismo y por el profundo amor que sentía debía ayudarlo a encontrar nuevamente su camino. Eugenia tenía razón, no podía bajar los brazos. Ni ahora ni nunca, no estaba dispuesta a perderlo de nuevo, no de esa forma, no sin dar batalla.

-¿Mariana Espósito? Preguntó una voz desconocida. -Juan Pedro Lanzani está internado en este hospital, creo que usted es un familiar cercano. Dijeron con total frialdad. Yo quedé quieta en el lugar intentando asimilar lo que acababa de escuchar. Desde el momento que me avisaron lo ocurrido dejé de tener noción del alrededor, sólo era consciente de mi desconcierto y dolor.

Días después Peter despertó en terapia pero con solo verlo me dí cuenta de que no era el mismo.

-¿Pensás seguir mucho más así? Preguntó Eugenia notablemente agotada de mis actitudes. Rocío la miró sin reparos, pero Euge estaba decidida a poner un freno a mi
recurrente negatividad.

-¿De que hablás? Le dije a la defensiva.

-Sabés de que hablo, ¿pensas seguir jugando el papel de víctima mucho tiempo más? Dijo hiriente logrando que la mirara con rencor.

-No sabés de que hablás Eugenia.

-¿Estás segura? Retrucó ella. -Por si no lo sabés, o quizás te olvidaste, Peter es como mi hermano, vos sola no estás mal por lo que pasó. Todos queremos ir a buscar a quien le hizo esto, pero no ganamos nada jugando a las víctimas, porque nosotros le debemos a Peter seguir luchando por él, y si vos no lo hacés nosotros sí lo vamos a hacer. Me dijo duramente buscando recuperar a la Lali que se había perdido desde aquella llamada.

-Yo tengo la culpa de lo que le pasó. Exclamé sobrepasada. Todos me miraron sorprendidos.

-No digas pavadas Lali. Intentó frenarme Rocío.

-No son pavadas rubia, Peter salió furioso, se subió a ese auto de mierda y por eso hoy lo perdimos.

-No lo perdimos Lali. Corrigió casi ofendida Eugenia. La miré con obviedad y ella negó repetidas veces.

-¡No Lali! No lo perdimos, yo confío en que todo se va a solucionar. Esbozó ella mientras Nico besaba su coronilla, conteniendo las lágrimas que pugnaban por salir.

-Pasó un mes Euge. Repuse abatida.

-Lali, dejate de joder. Se impuso Gastón ante la sorpresa de todos. Él no se caracterizaba por confrontar, pero lo cierto es que lo sucedido con Peter había provocado reacciones muy diferentes en cada uno de nosotros.

-Peter se va a recuperar tarde o temprano, y vos te vas a querer morir por haber pasado este tiempo castigándote y cerrada en tu burbuja. Él te necesita, y nosotros también, despertá enana. Suplicó con un grito firme.

Las palabras de Gastón resonaron en mi interior, él tenía razón, no podía pasar la vida lamentándome por lo ocurrido. Peter me necesitaba más que nunca y lo estaba dejando en banda. No podía permitirme eso.

-Perdoname Gas.

-Tranqui La. Dijo él mientras acariciaba mi pelo dulcemente. -Todo va a estar bien. Auguró y yo me separé apenas del abrazo.

-¿Me lo prometés? Pedí como una nena logrando la sonrisa sincera de mi amigo de toda la vida.

-Te lo prometo. Respondió para luego besarme tiernamente la mejilla.

Todos sonrieron ante mi nueva actitud, sentía que les debía una disculpa, especialmente a uno de ellos.

-Perdoname Eu, fui una idiota.

-No fuiste una idiota, es lógico lo que te pasó. Pero no soportaba verte tan rendida amiga. Dijo ella emocionada. Le sonreí mientras secaba las lágrimas de su rostro.

-Te quiero. Dije dulcemente y recibí un fuerte abrazo como respuesta.

Luego de ser cobijada por cada uno de los brazos de mis amigos me sentía mejor. Los necesitaba para seguir adelante.

Permiso. Pregunté una vez que había golpeado la puerta.

-Pasá Lali.

-Te traje el desayuno. Anuncié mientras depositaba una bandeja sobre su regazo. -Sé que no tengo por qué hacerlo. Me justifiqué de antemano. -Porque me pediste que te diera tiempo, pero bueno pasé por una panadería y las tenían de oferta y... Dije totalmente acelerada hasta que él me frenó.

-Muchas gracias. Me interrumpió amablemente, yo le sonreí dulcemente y me senté a su lado.

-¿Cómo estás? Pregunté mientras jugaba nerviosa con mis manos.

-Bien, acá ando. Ya va un mes y no me acuerdo absolutamente de nada. Me dijo con pesar.

-Te tenés que dar tiempo. Le respondí sin saber realmente si el tiempo sería la solución de todo.

-Todos me dicen lo mismo, no entienden lo que es estar en mi lugar. Afirmó él con voz apagada. Sentí un dolor punzante que me hizo dejar la tostada a un lado. Me tomé dos segundos para pensar si sería correcto acercarme a él, pero todo se detuvo cuando lo ví con lágrimas en los ojos.

-Me siento muy mal Lali, necesito recordar. Pidió casí suplicante.

Me acomodé a un costado de su cama, quité la bandeja de sus piernas y levanté su mentón con lentitud.

-Peter. Articulé con voz ahogada al encontrarme con su mirada perdida y desahuciada. -Sé que es fácil hablar desde afuera, no puedo saber que sentís porque nunca me pasó, pero lo que yo te puedo decir con seguridad y sin lugar a dudas es que vos no estás solo. Y cuando recuerdes, o si nunca lo hacés, proseguí evitando quebrarme ante esa posibilidad, siempre me vas a tener a mí y a los chicos para apoyarte. Le recordé limpiando con el dorso de la mano las lágrimas que brotaban de sus ojos. Él me miró tan intensamente que tuve que respirar profundo para no hacer algo que pudiera perjudicar su recuperación. Sacó mi mano de su rostro y se secó la cara.

-Gracias, pero no puedo. Dijo con lentitud sabiendo que estaba lastimándome, pero sin poder hacer algo para evitarlo. -¿Me dejás solo? Me pidió alejándose levemente, y tomando nuevamente la bandeja.

Me levanté escondiendo la tristeza que me embargaba y salí del cuarto completamente derrotada. En la puerta estaban como siempre mis amigos para atajarme, me dejé abrazar por Eugenia, y escuché con atención el apoyo de los tres rubios. Cada día se hacía mas difícil contener a Peter, y a medida que el tiempo pasaba él se volvía mas reticente a creer que se iba a recuperar.

Esa incertidumbre lograba que se cerrara en él mismo y que no escuchara a ninguno de sus amigos. Esos que él sabía que tenía pero no recordaba. Yo intentaba romper su coraza pero el miedo a que cada vez se cierre más me paralizaba, logrando que la esperanza de que todo fuera cuestión de tiempo se desvaneciera con cada día que Peter no recordaba.

Vivir intentandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora