Capitulo 32: Promesas y sueños compartidos

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El día de nuestro casamiento había llegado y quería que esta unión entre Lali y yo significara sobre todo dejar definitivamente atrás nuestro pasado, ese que nos había separado sin darnos opción.

Por eso es que me propuse sorprenderla dentro de nuestra ceremonia. Todos nuestros amigos y familias eran partícipes, solo ella no sabía de mi idea. Eso me entusiasmaba y provocaba ansiedad en igual medida. Me prometí que Lali fuera feliz siempre y poder reparar un poco todo el sufrimiento que tuvo que pasar. Y esta sería la piedra fundacional de esta nueva vida.

-Mi amor, yo sé que nos casamos en unas horas. Pero pasó algo con la casa de mi abuelo y necesito que vengas conmigo. Le dije alarmado a Lali, que me miró conmocionada.

-¿Qué pasó con la casa? No me asustes Peter. Esbozó mientras se ponía de pie como un rayo y tomaba mi mano para salir hacia el auto.

-No sé bien, me llamó Osvaldo (el casero) y me dijo que vaya urgente. Le respondí mientras arrancaba el auto.

-Ay Pitt, ese lugar es parte de nuestra vida. No quisiera que todo eso se pierda. Me dijo apenada aún sin saber qué ocurría. Es que ese lugar nos había cobijado en muchas oportunidades y por eso era tan especial para los dos.

-Tranquila, La. Ahora cuando lleguemos vemos qué pasó y te prometo que todo va a estar bien. ¿Confiás en mi? Le pregunté a lo que ella asintió con convicción y me generó una sonrisa. -Te amo.

-Te amo. Respondió ella a la vez que se inclinaba para darme un corto beso. -No tengo problema en suspender el casamiento si esto es algo muy jodido. Propuso y la miré de reojo pero no dije nada.

Cuando llegamos a la casa de mi abuelo Lali se me acercó y me rodeó la cintura para caminar abrazados hacia lo que nos encontraríamos.

"VENDIDO" se leía en un cartel pegado sobre la puerta del lugar. Lali me miró incrédula mientras se acercaba hacia la entrada.

-¿Cómo que vendido? ¿Vendieron la casa? Me dijo realmente afectada.

-Sí. Respondí levemente.

-¿Cuándo me lo ibas a decir? Se giró mirándome con una mezcla de tristeza y enojo.

-No sabía que iba a ser tan rápido. Intenté defenderme, pero sabiendo que sería en vano ante su mirada clavada en mí.

-No lo puedo creer, este lugar es muy importante. Se sentó en el escalón de la entrada y yo la imité.

-Muchisimo. Asentí mientras tomaba su mano y la acariciaba dulcemente.

-Me da mucha pena, Pitt. Lali me miró de frente y noté que tenía los ojos con algunas lágrimas.

-No te pongas así mi amor. Le dije con pena. -Seguro que alguien va a construir hermosos recuerdos como los nuestros. ¿Te imaginás una familia acá? Con nenitos corriendo y un perro, y un matrimonio que se ame tanto como nosotros? Le dije dulcemente mientas ella limpiaba mi cara y me regalaba una leve sonrisa.

-Sos tan lindo. Confesó. -Ojalá sepan aprovecharla, esta casa tiene algo mágico.

-Estoy seguro de que así va a ser. Dije sin titubear y ella me miró un poco sorprendida.

-¿Conociste a los compradores? Me preguntó. Yo me levanté del escalón y asentí.

-Son unos chicos como de nuestra edad, la mujer es muy linda y me pareció que les iba a gustar vivir acá. Le comenté analizando su reacción.

-¿Así que muy linda? Se interesó mientras se ponía de pie y me enfrentaba con una ceja levantada.

-Hermosa. Subí la apuesta y noté que su cara pasó de divertida a enojo.

-Ah mirá. Dijo fingiendo desinterés. -Quizás tenés que casarte con ella. Me desafió mientras intentaba alejarse de mi agarre, pero finalmente le gané y la tomé de la cintura mientras ella esquivaba mi mirada, y yo intentaba no reírme.

-¿Sabías que te amo mucho? Pregunté retóricamente. -Y sabés que no concibo mi vida sin vos, así que no te pongas así mi amor. Le pedí como un nene besando sonoramente su mejilla.

-Yo también te amo. Aflojó finalmente mientras rodeaba mi cuello con sus brazos. -Pero no me digas más esas cosas porque vos sos solo mío. Me recordó sin darse cuenta de que no era necesario, antes de besarme dulcemente.

-No hay nada que me haga más feliz. Contesté luego de salir del beso, mientras acariciaba su mejilla. -En el auto te prometí que todo iba a estar bien con la casa, y como nosotros ya pasamos la etapa de las promesas incumplidas y el dolor. Le dije levantando su mentón y mirándola lleno de amor. -Yo también siento que esta casa es nuestro lugar y por eso es que la compré. Solté casi sin respirar mientras Lali abría los ojos sorprendida.

-¿CÓMO? Gritó emocionada. -¿La casa es nuestra? Yo asentí con una sonrisa y nos abrazamos por varios segundos.

-No lo puedo creer. Me dijo mientras se limpiaba las lágrimas que caían en su rostro. -¿De verdad lo hiciste? Quiso volver a saber.

-Sí, La. Lo que nosotros pasamos ya pasó, ahora tenemos que volver a disfrutar y tener la vida que siempre soñamos. Le recordé mientras la acariciaba con devoción. -Por eso pensé que este lugar es lo que necesitamos, un poco alejados, y con el espacio suficiente para empezar a formar nuestra familia, mi amor.

-Sos el mejor hombre del mundo. Me aseguró con una sonrisa emocionada. -No veo la hora de empezar nuestra nueva vida en esta casa que amo tanto. Dijo con seguridad.

-¡Qué guacho! ¡Cómo me hiciste creer que la habías vendido casi sin inmutarte!. Me reprendió pegando levemente en mi brazo.

-Perdón. Reí con su reacción de nena. -Fue la única manera que se me ocurrió, y necesitaba que lo veas antes de la boda.

-¡Cierto que nos casamos hoy! Gritó de repente sobresaltándome. -Tenemos que irnos, no vamos a llegar. Me dijo preocupada mientras yo moría de ternura.

-No va a hacer falta. Aseguré y sin darle tiempo a nada abrí la puerta de nuestro nuevo hogar. -Esta es tu segunda sorpresa, amor. Anuncié mientras Lali miraba incrédula lo que tenía en frente.

La casa sería el lugar de la ceremonia y ya estaban allí todos nuestros amigos y familiares. Lali giró y se colgó de mí mientras me decía todo lo que me amaba. Cuando la bajé su madre llegó y se dieron un abrazo hermoso que se debían hace tiempo. Se estaban reencontrando sabiendo que finalmente todo había terminado y la alegría era enorme. Verlas así nos emocionaba a todos los presentes.

Luego, fueron saludándonos uno por uno y ese lugar comenzó a vivir lo que sería el principio del resto de nuestras vidas. Estaba a punto de casarme con la mujer que me enamoró sin retorno casi 15 años atrás, y ser feliz era la única opción. Esa sería mi promesa desde ahora y para siempre.

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