-¿Qué hacés, nena? Me sobresaltó un hombre desconocido. -Me imagino que esas fotos no van a salir de la camarita esa. Desafió.
Yo intenté alejarme pero sus brazos fornidos me frenaron.
-Te quedás ahí pendeja. Y yo ya lloraba amargamente. -Bien, me gusta que nos vayamos entendiendo. Esas fotos no van a ver nunca la luz, ¿escuchaste? Exigió mientras yo sentía la fría pared que me sostenía en esa calle desierta. ¿ESCUCHASTE?
-Sí. Respondí débilmente.
-Bueno, mejor. Porque sí no algo muy feo le va a pasar a tus amigos y a tu novio, el periodista ese de cuarta Lanzani. El cuerpo me temblaba mientras cada palabra salía de su boca.
-Mejor hagamos algo. Redobló la apuesta. -Para que mi jefe Guerrini no diga que no cumplo con mi trabajo, te vas a ir hoy mismo del país si no querés que matemos a toda la gente que querés.
-No puedo hacer eso. Dije aterrada.
-Podés y lo vas a hacer. O te vas del país y te olvidás de todo o ellos mueren.
Salí corriendo mientras gruesas lágrimas se me escapaban, estaba mareada, desbordada. Si quería salvarlos tenía que irme y lo tenía que hacer esa misma noche. Sin mirar atrás.
El clima seguía igual. Hacía un par de segundos –horas para mí- que había confesado lo que me atormentaba hacía cinco años. Cuando llegué al estrado me había prometido no mirar a Peter en toda la declaración, no iba a poder hacerlo si veía su mirada confundida y triste. Y no me equivoqué, luego de decir la verdad lo miré y mi pulso se aceleró a límites insospechados. Me sentía totalmente desprotegida, esa mirada me estaba haciendo mucho daño. No estaba –ni nunca lo estaría- lista para contemplarla.
Esa mezcla de confusión, tristeza y desencanto no me la olvidaría nunca. Seguí la declaración normalmente intentando que no se note demasiado el nudo que se había alojado en mi garganta sin miras a dejarme en paz. Otra vez evité su mirada, pero sabía que el tenía la suya clavada en mí.
Terminé mi declaración que por lo que había entendido ponía en una muy buena posición a Peter, y eso me alegraba mucho. Pero ahora era tiempo de enfrentar los fantasmas de una vez por todas. Cuando levanté la cabeza para retirarme ví a mis amigos igual de confundidos y contrariados que Peter y me sentí la peor basura del mundo. Tuve que salir con urgencia, no aguantaba más estar en el banquillo de acusados, en este caso de las personas más importantes de mi vida.
Salí raudamente del lugar sin siquiera cruzar miradas con nadie de allí, otra vez estaba huyendo, pero por una razón muy diferente. Iba caminando con destino incierto cuando escuché que alguien me llamaba. El corazón me empezó a latir incesantemente y no pude evitar las lágrimas que ahora enmarcaban mi rostro.
-Lali, esperá por favor. Me dijo Peter con la voz consumida. Me dí vuelta y quise morir, Peter estaba devastado. En sus ojos había vestigios de lágrimas, y su rostro estaba pura y totalmente abatido.
Él dio un respingo al ver también como me encontraba yo, en iguales o peores condiciones que él. Por un instante nos quedamos inmóviles, diciéndonos más que mil palabras con nuestras miradas. Me miraba con tantos sentimientos juntos que era imposible clasificarlos a todos.
Él después de unos segundos sin decir una palabra se acercó lentamente, sin perder contacto con mis ojos ni un solo instante. Yo estaba inmóvil, enganchada de su mirada como siempre.
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Vivir intentando
FanfictionLa vida a veces te pone pruebas, los obstáculos siempre existen. Está en uno poder saltearlos, tomarlos como aprendizaje o mera pérdida. Ellos son quienes logran que nos levantemos de las peores situaciones o vivamos en una especie de limbo del que...