-¿Puedo pasar? Pregunté con miedo a la respuesta de la morocha. Ella asintió y pasé al interior del departamento. Miré panorámicamente el lugar, y entendí que otra cosa más no había cambiado.
-¿A que viniste? Me preguntó ella y pude leer el miedo que sentía en sus ojos a lo que pudiera decirle.-Vine a hablar, creo que nos merecemos una charla. Expliqué mientras me sentaba en el sillón y marcaba con mis manos el espacio vacío para que ella me acompañara. Ella se sentó y nuestras miradas se cruzaron por primera vez, la descarga eléctrica fue tal que tuve que reacomodarme en el lugar ante el cimbronazo sufrido después de contemplar la mirada que ella tenía.
Una mezcla de miedo y deseo hacía de sus ojos un imán.
-Dale, te escucho. Dijo ella mientras jugaba con sus dedos nerviosa.
-Bueno Lali, ¿vos sabés que yo te quiero mucho no? Pregunté rogando una respuesta afirmativa, necesitaba saber que ella podía ver lo que sentía a pesar de todo. Ella asintió y suspiré aliviado.
-Bueno, yo te quiero demasiado como para lastimarte, vos no te lo merecés y yo no podría soportarlo. Expuse mis sentimientos ante ella por primera vez.
-Igual te vas a quedar con ella. Completó Lali creyendo para donde iba mi argumento. Levanté su mentón y negué con la cabeza.
-Por eso no puedo mentirte. Expliqué. –Yo vine a contarte todo lo que me pasa, lo que siento. Quiero que sepas todo de mí, y el por qué de lo que hago. Confesé brindándome por completo. -La, vos te fuiste para salvarme, eso nunca me voy a cansar de agradecértelo. Le dije con una media sonrisa mientras tomaba sus pequeñas manos.
Ella me miraba atentamente.
–Sabés lo importante que sos para mí, por eso me dolió tanto cuando te perdí. Confesé y noté como ella bajó la cabeza.
–Pero ahora se que no te perdí. Corregí acariciando su mejilla dulcemente. -Fue el destino que nos jugó en contra nada más.
-¿Entonces? Me dijo ella con voz ahogada y yo la quise aún más.
-Entonces la situación es complicada. Le expliqué con una mueca de disgusto que no llegaba a dimensionar lo que estaba sintiendo. –Yo a Mica no la puedo traicionar, ella merece que yo la apoye como ella lo hizo conmigo, Lali se alejó ante el impacto de lo oído.
-Pero yo no estoy dispuesto a irme, a dejar mi vida entera. Terminé mi argumento logrando que ella alce la vista de golpe. –Así que me voy a quedar acá. Solté finalmente y ella me sonrió.
-Y... ella decidió que sino la acompañaba no se iba, así que estoy atado mi amor. Dije partido al tiempo que veía como ella comenzaba a derramar gruesas lagrimas.
-Perdoname, soy una basura. Me castigué atinando a levantarme, pero su brazo me detuvo. Fue tal la fuerza que quedamos uno encima del otro, contemplándonos en completo silencio.
Estaba sintiendo a Peter como hacía cinco años no lo hacía, los dos caímos recostados en el sillón con las respiraciones entrecortadas y nuestras miradas enganchadas. El silencio era notable, solo nos dedicábamos a contemplarnos como siempre.
Él corrió su cuerpo para no caer con todo su peso sobre mí, gesto que me hizo sonreír. Pero no se separó ni un centímetro, sabía que él deseaba esto tanto como yo.
-Peter. Esbocé y eso fue lo último que se escuchó entre esas cuatro paredes.
Nuestros labios se encontraban unidos tanto como nuestras almas. Peter me tenía enredada entre sus brazos y acariciaba con ternura mi cara. Yo lo había rodeado como podía del cuello. Nos incorporamos del sillón pero sin separarnos un solo centímetro y él me sentó sobre su regazo con el objetivo de intensificar el contacto, aunque eso era sencillamente imposible. La intensidad iba creciendo con los minutos y el aire se hacia necesario, pero ninguno de los dos quería separarse, sabíamos que quizás esa sería la última vez.
-Lali. Dijo él sobre mis labios. -Perdoname. Yo lo besé nuevamente, no quería escuchar las disculpas, no en ese momento.
Después de un rato de besos y caricias como deseábamos hace tanto, decidimos separarnos, todavía teníamos que seguir hablando.
Me bajé del regazo de Peter pero me quedé pegada a él, aprovechando cada segundo para acariciarlo como creí nunca más iba a poder hacerlo.
-Bueno, ahora voy a hablar yo. Empecé la confesión. –Peter yo te amo. Dije sinceramente mientras acariciaba con lentitud sus lunares y él me sonreía en respuesta. –Eso no gano nada negándolo, porque cualquiera se da cuenta. Pero sé que al irme todo cambió, y aunque no fue mi culpa –aclaré cuando me iba a corregir- todo cambió y no hay nada que podamos hacer. Aseguré sintiendo la angustia dentro mío. Vos ahora la Tenés a Mica, y es lógico que la quieras, pero así como no puedo negarte que te amo tampoco puedo decir que no me duele que estés con ella. Le dije puchereando. El dejó un corto beso en mis labios logrando mi sonrisa instantánea.
–Me alegra mucho que no te vayas, porque sin vos no puedo vivir. Pero me duele que no te quedes por mí. Confesé con los ojos cristalinos, mirándolo sin reparos.
-Lali, vos sos mi gran amor, no podés decirme que algo de lo que hago no es por vos. Sentenció él mientras colocaba un mechón de pelo detrás de mi oreja. Y yo moría en el intento.
-Entonces no te entiendo Peter –dije contrariada.
-Lali vos sos mi amor, pero Mica me necesita, ella no tiene a nadie en la vida, yo soy lo único que tiene. Me explicó y yo ya había perdido la alegría.
–Ella siempre estuvo para mí, yo no puedo dejarla de lado.
-¿Pero? Quise saber pero él me interrumpió.
-Yo tengo que estar con Mica. Pero dame tiempo mi amor, no la puedo dejar de un día para el otro. Además ella suspendió su viaje por mí, no le puedo hacer eso.
-¿Entonces te quedas con ella? Pregunté notablemente desilusionada.
-Sí. Esbozó lentamente como midiendo el impacto de sus palabras. –Pero, por ahora. Suavizó lo dicho. -El destino nos marcó, si él quiere que volvamos a estar juntos yo sé que lo va a lograr, tenemos que confiar. Me dijo apretando con dulzura mis manos.
Sonreí como pude y me dejé besar nuevamente. Esos besos sabían tanto a despedida que cada vez dolían más.
-Bueno, creo que me tengo que ir a avisar que no hay despedida. Dijo Peter intentando cortar la tensión que se había generado. Se levantó de un salto y me llevó junto a él, se aproximó y murmuró algo que me dejó regulando enteramente.
-Gracias por tanto, y perdón por tan poco. Susurró pegado a mis labios, antes de separarse definitivamente, pero volviendo al instante para recordarme algo que se había olvidado. –Esperame por favor. Suplicó antes de fundirnos nuevamente en un beso.
Un beso agridulce, que sabía a despedida, y yo tenía miedo de que pudiera ser el último que nos diéramos. Solo el destino lo sabía.
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Vivir intentando
FanfictionLa vida a veces te pone pruebas, los obstáculos siempre existen. Está en uno poder saltearlos, tomarlos como aprendizaje o mera pérdida. Ellos son quienes logran que nos levantemos de las peores situaciones o vivamos en una especie de limbo del que...