Capítulo 27: Todo se trata de confiar

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Ya estábamos listos para empezar con el plan. Peter aunque aparentaba seguridad estaba inquieto, y yo bueno no me quedaba atrás. Lo cierto es que Micaela había demostrado ser muy peligrosa, y enfrentarla era correr riesgos inevitablemente. Y después estaban ellas, a quienes protegíamos dejándolas en otro lugar, pero a quienes temíamos dejarlas solas. Peter me decía que era lo mejor, pero el pánico se apoderaba de mi solo pensar que algo podía ocurrirle a ella.

-¿Todo bien mi amor? Me preguntó Euge en el medio de los últimos preparativos. -Nico. Unsistió al ver que le esquivaba la mirada.

-¿Se van a cuidar? Pregunté mirándola. Odiaba la idea de dejarlas solas, pero Peter me había convencido de que era lo mejor para resguardarlas.

-Si bonito, tranquilo. intentó calmarme, pero yo estaba realmente tenso. -Vení. Dijo tendiéndome la mano, accedí y me dejé llevar a un lugar más tranquilo. Euge me abrazó fuertemente y me desequilibró por completo al posar sus labios sobre mi cuello.

-¿Qué pasó? Pregunté separándome unos centímetros simulando la tranquilidad y estabilidad que no sentía.

-Pasa que mi novio está muy preocupado y no me gusta verlo así. Me dijo tiernamente rozando con la yema de sus dedos mi mentón. -¿Qué pasa bonito? Preguntó acariciándome.

-Tengo miedo rubia. Le admití. ¿Por qué se tienen que ir solas? Pregunté caprichoso.

-Ya lo hablamos esto mi amor, es lo mejor para no levantar sospechas. Me explicó ella enroscando sus brazos alrededor de mi cuello.

-¿Lo mejor para quien? Repregunté como un nene. Ella me miró con el ceño fruncido y entendí que estaba siendo muy infantil.

-No me respondiste. ¿Te vas a cuidar? Le repetí mientras me aferraba a su cintura. Ella asintió con los ojos cerrados.

-Va a salir todo bien mi amor, confiá. Me pidió en un susurro.

-Yo confío, pero me muero si te pasa algo. Confesé y ella besó la comisura de mis labios en respuesta. -Te amo. Solté de improviso. -Apenas termine todo te juro que te voy a buscar y nos vamos bien lejos, los dos solos. Le prometí y ella sonrió abiertamente.

-Dale, mirá que me voy a acordar eh. Amenazó divertida.

-No hay drama, porque va a pasar. Respondí canchero besando su mejilla dulcemente.

-Te amo. Dijo ella ahora para luego besarme.

Los dos sabíamos que estábamos arriesgando, pero lo cierto es que por nuestros amigos estábamos dispuestos a eso y mucho más. Y el miedo que sentíamos no era más que la representación del profundo amor que sentíamos el uno por el otro.

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-¿Qué pasa mi amor? Le pregunté a Lali porque la notaba perturbada.

-Nada. Mintió.

Me acerqué y giré su rostro. -Dale, La. Insistí conciliador.

-¿Estás seguro de lo que vas a hacer? Soltó finalmente.

Me senté en una silla y la acomodé a ella en mis piernas.

-De lo que estoy completamente seguro es de lo mucho que te amo, y por esa razón es que voy a pelear hasta el final para terminar con todo. No sé si estoy seguro, pero sí estoy decidido a cuidarte de todo y de todos. Le dije dulcemente y ella se mordió el labio muerta de ternura.

-Te amo. Esbozó en un hilo de voz. -Pero si no sale bien? Me preguntó preocupada.

-No pienses en eso mi amor. Yo prefiero pensar que cuando vuelva te voy a mirar y te voy a poder decir que todo se terminó. Afirmé acariciando con lentitud su rostro. -¿Vos confias en mi? Le pregunté luego.

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