Capítulo 15: Dos meses atrás

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El viaje con Peter fue más de lo mismo, el rehuía la mirada mientras yo moría porque me regale una que me hiciera saber que todo estaba allí, que no se había esfumado de un día para el otro. Me mataba su indiferencia, pero más me mataba no saber el porqué.

Porque sentía que quería estar conmigo, que me amaba tanto como yo a él, pero no hacía nada. El seguía con Micaela y eso me dolía, no podía negarlo. Pero más dolía verlo sufrir a él y no tener una mínima idea de lo que le ocurría, algo que me facilitara ayudarlo.

La guardia periodística era en las afueras de la ciudad, además todo me hacía acordar a Guerrini y su cobertura periodística en ese entonces, tenía miedo, y a decir verdad ante la apatía de Peter me preguntaba por qué había accedido a volver a eso. Pero ahora ya era demasiado tarde para lamentos, estaba en el auto con él y no podía parar de pensar un segundo. De un momento a otro mi teléfono sonó, Peter giró su cabeza apenas y volvió su vista al frente de inmediato.

-Si, bueno dale yo le digo, chau, nos vemos. Saludé y sentí la atención de Peter para saber que ocurría.

-Era Augusto, nos dijo que la guardia se suspendió momentáneamente, que nos tenemos que quedar hasta mañana. Le expliqué sin dejar que un solo dejo de dolor se filtrara en mi voz.

-Perfecto. Contestó el y volvió al autismo en el que estaba subsumido.

-¿No me vas a decir nada más? Pregunté notablemente enojada. -¿Pensás ignorarme todo el viaje? Y él seguía sin responder. -¿Sabés que? Dije rayando la histeria. -Me voy, ahora mismo llamo a Augusto y le digo que me pasen a buscar. Él me miró de reojo. -No soporto que no me hables, que ni me mires. Me estás haciendo mal Peter. Solté de repente largando todo el dolor que me producía su indiferencia.

Él abruptamente maniobró con el auto y lo dejó sobre la banquina, por vez primera me miró.

-Perdoname. Pidió sinceramente, y ahí estaba la mirada que me aseguraba que todo estaba allí todavía, tan intacto como siempre.

-No se trata de pedir perdón Peter, me estás lastimando. Querés estar con Micaela, perfecto te respeto. ¿Pero que me trates como una extraña que no merezco tu atención ni por un mísero segundo? Creo que no lo merezco. Le dije tajante mientras su mirada estaba perdida, pero yo necesitaba plantarme ante su destrato.

-Creo que lo que hubo entre nosotros no puede terminar así, no debe terminar así. Yo te amé mucho. Confesé y noté como el tembló ante el uso del pasado. -No puedo soportar que estemos así, sin mirarnos, con puro dolor entre nosotros, no lo merecemos ninguno de los dos.

-Tenés razón. Dijo finalmente. -Pero creeme que lo que hago es por tu bien mi amor. Explicó y lo miré con ceño fruncido, aunque que me dijera mi amor me movió todos los muros que estaba intentando construir entre ambos. –Te juro que es por tu bien, tenés que creerme. Y me duele mucho la indiferencia que tuve, pero es la única manera que tengo de controlar lo que siento. Confesó casi sin respirar.

-No entiendo nada Peter. Asumí cerrando los ojos ante el tacto de su mano en mi rostro. -¿Qué te impide estar conmigo? Pregunté notablemente confundida, mirándolo sin reparos.

-Micaela. Soltó finalmente mientras gruesas lágrimas enmarcaban su rostro. Yo dejé de respirar, y el mundo se empezó a cerrar sobre mí. Comencé a pensar que algo mas había detrás de ese nombre, algo que estaba lastimando a Peter.

Él me miraba suplicante mientras yo intentaba mantenerme entera. El silencio se hizo ensordecedor pero ninguno se atrevía a romperlo, quizás hablar implicaría conocer la verdad que ninguno quería enfrentar.

-¿Cómo que por Micaela? Preguntó Lali unos segundos después.

-Nada Lali, que porque yo estoy con Micaela no podemos estar juntos. Evadí y noté como la desilusión se apoderó de ella, yo era un imbécil que le recordaba a cada rato que no la había elegido, pero si tan solo supiera.

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