Capítulo 24: Como si fuera la primera vez

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Volver a recordar todo era un tanto agridulce, por un lado había recuperado a mis amigos, a ella, había vuelto a sentir el amor que sentí siempre y eso me liberaba y me llenaba de felicidad. Me sentía nuevamente yo. Pero por otro lado como recobré mis afectos también recordé todo lo que sufrí por Guerrini, separarme de Lali fue algo que me detuvo en el tiempo y saber que todo era por culpa de lo mismo y que su hija había jugado conmigo de esa forma me llenaba de bronca e impotencia.

Me sentía un idiota por haber caído así, por dejar que Lali se fuera y no hacer nada al respecto. Lali se había ido del país, se había alejado de todos por mi culpa, y eso no podía perdonarmelo. Y por eso es que sentía la necesidad de vengarme, de arreglar un poco todo eso que nos había hecho tanto daño. Y para eso fui a buscarlo a Nicolás, que antes que mi amigo era mi abogado y sabría cómo ayudarme.

-Nico. Saludé mientras entraba a su casa.

-¿Que hacés Pitt?, ¿Todo bien hermano? Me preguntó palmeándome el hombro.

-Masomenos. Comencé a explicar la montaña rusa de emociones que me copaba. Nico me miró expectante.

-Necesito desenmascarar a Micaela. Solté de repente mientras examinaba la reacción de mi amigo.

-¿Estás seguro? Me preguntó finalmente. Yo asentí leve pero pesadamente.

-Entonces yo te voy a bancar.

-Gracias Nico, te quiero. Le dije sonriendo abiertamente.

-Lo vamos a hacer, pero a mí manera. Me aclaró y yo asentí antes de abrazarlo fuertemente.

Mientras tanto estaba comenzando a disfrutar mi relación con Lali, habíamos decidido que yo me fuera a vivir a su casa porque ya habíamos perdido mucho tiempo y juramos aprovechar y disfrutar al máximo la nueva oportunidad que la vida nos regalaba. Si era posible estaba aún mas enamorado de esta nueva Lali que de la que se había ido hacía ya seis años, esa mujer me tenía total y absolutamente loco y no tenía problemas en admitirlo ante el resto del mundo.

La convivencia iba realmente bien, los dos poníamos lo mejor de sí y en el ambiente se palpaba cuánto nos echamos de menos, pero algo me rondaba la mente y me llenaba de culpa, yo había intentado odiarla y eso no podía perdonármelo.

-Vení acá mi amor. Me llamó Lali tendiendo sus brazos mientras estaba recostada en el sillón. Sonreí y me acerqué a ella.

-¿Qué pasa mi vida? Dije dulcemente mientras la rodeaba por la cintura.

-Nada, te extrañaba. Me dijo ella como una nena y yo me morí ahí mismo.

-No podés ser mas linda. Esbocé provocando una amplia sonrisa en ella.

-Vos no te quedás atrás eh. Repuso divertida y alzando con exageración las cejas. -Sabés que estaba pensando que Micaela... Intentó decir pero yo me envaré de golpe.

-No Lali, de Micaela no hablamos. Solté tajante y noté como ella se encogió en su lugar.

-Está bien, perdoname. Me dijo provocando que la furia copara todo mi cuerpo.

-No, no me pidas perdón. Negué conteniendo el enojo.

-Si, yo soy una tarada. Porque a vos te hace mal hablar de ella. Dijo inocentemente, y la amé como nunca y me odié más que nunca.

-Por favor Lali, no. Supliqué. Sentía que la máscara que armaba para no enfrentar mis demonios estaba a punto de caerse.

-¿Qué pasa? Preguntó notando mi cambio de humor, me alejé de ella y me senté a su lado.

-Nada. Mentí desviando la mirada. Ella tomó mi mentón y lo giró para encontrarse con mis ojos.

-Mi amor. Dijo con voz ahogada. La impotencia me había copado el cuerpo y las lágrimas eran el fiel reflejo de lo que estaba sintiendo.

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