Capítulo 4

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Lexa observaba desde el otro lado del patio a la rubia que se había puesto a gritar y sonreír a Bellamy como una loca.
No sabía por qué, pero aquella última sonrisa de la chica hacia el funcionario le había molestado.
Se quitó el piti de la boca y expulsó el humo rendida. Clavando su mirada en la novata.

-Hey Lex.- Octavia se acercó y se sentó a su lado.

Lexa no saludó, siguió con la mirada fija en ella.

-¿Qué haces? Estás empanada mirando a la chavala.

Lexa suspiró y volvió a colocar el cigarrillo entre sus labios. -Me da asco.- Espetó. -Mírala, la puta niña rica y buena acaba de llegar y ya está haciendo amistades con los funcionarios.

-La tendremos que enseñar a comportarse.- Octavia dibujó una malvada sonrisa.

Lexa se acabó el cigarro y lo tiró al suelo.
-¿A qué has venido O.?- Preguntó ahora centrando toda su atención en la morena.

Octavia se puso seria. -Necesito que me hagas un favor...

Lexa suspiró y la miró invitándola a hablar.

-Tengo un amigo fuera. Es repartidor y ha conseguido que le dejen traer un pedido para la cárcel.

-Mierda Octavia pensaba que tus estúpidos negocios se había acabado- Se quejó la castaña.

-Joder esos negocios no se acaban Lex, todo el mundo quiere droga... Todo el mundo que está aquí dentro pagaría por tener droga.

Lexa rodó los ojos. -¿Y que se supone que tengo que hacer yo?

Octavia se acomodó para centrarse en su explicación. -El repartidor tendrá que acercarse al mostrador de la entrada para firmar la entrega. Dejara un paquetito escondido...

-Y pretendes que sea yo la que coja el paquetito y lo meta en el módulo.- Interrumpió Lexa.

-Tia yo no puedo hacerlo. Voy a estar todas las putas tardes en aislamiento durante toda la semana.

-Siempre hay por lo menos un policía en el mostrador...

-Joder en ese mostrador es donde se cogen las tarjetas telefónicas cada vez que quieras hacer una llamada... Solo tienes que pedir la tarjeta y cuando esté distraído lo coges...

-¿Octavia tu te crees que soy una santa? Si me cachean solo por entrar al baño como no me van a cachear para salir y entrar del módulo a hacer una llamada.

-Mierda...- Octavia se llevó la mano a la frente. Se le acababan las ideas.

La alarma sonó indicando que tenían que volver a sus celdas. Lexa se levantó. -Me piro.

-Porfavor Lexa. Busca a alguien...- Suplicó.

La castaña suspiró. -Esta bien... Yo me encargo...

-¡Bien joder bien! ¡Eres la puta ama!

***

Clarke y Bellamy caminaban por el pasillo.
-¿Estás bien?- Preguntó el funcionario al ver la preocupante cara de la rubia.

-Un poco nerviosa...

Bellamy la rodeó con el brazo haciendo que Clarke se avergonzara. -Tu solo haz caso a todo lo que te diga el abogado... Cuanto antes salgas de aquí mejor.

Clarke le dedicó una bonita sonrisa. Las semanas que llevaba allí, Bellamy había estado siempre pendiente de ella asegurándose de que estaba bien. Era su ángel de la guarda. Siempre que necesitaba algo el estaba para ella.

Los dos llegaron al final del pasillo. Bellamy mandó por el walkie que abrieran la puerta de rejas.
Cruzaron la puerta y entraron la sala de visitas.
Era una sala amplia con mesas en las que las presas hablaban con sus familiares. La sala estaba llena de cámaras y policías paseándose de un lado a otro lo que incómodo un poco a la chica.
Bellamy la apretó el hombro para darla apoyo. -Te estaré esperando fuera.- Dijo con una placentera sonrisa que hizo que las preocupaciones de Clarke se esfumaran.

Observó cómo el funcionario salía de la sala. Clarke inspeccionó la sala con la mirada y descubrió la cara de su padre sentando al lado de otro hombre. Una sonrisa apreció en ella y rápidamente corrió hacia el lanzándose a sus brazos. El hombre se levantó sonriente y la atrapó.

Su padre nunca había sido muy cercano a ella. Era un hombre de negocios que solo se preocupaba de tener una buena imagen para sus clientes y así fomentar su empresa. Siempre estaba de viaje o en reuniones por lo que no pasaba mucho tiempo con su hija. Era un hombre serio. Juraría que Clarke nunca le había visto sonreír de verdad.
Pero en ese momento a Clarke le daba igual, necesita cariño, alguien cercano al que amarrarse.

Uno de los funcionarios que se paseaba entre las mesas la cogió de los hombros separándola de él. -Prohibido abrazarse.- Dijo seco.

Los dos se sentaron en la mesa. -¿Donde esta mamá?- Pregunto Clarke.
-No ha podido venir.- Contestó sin más.

Clarke bajó la mirada. Adoraba a su madre. Al contrario que su padre, su madre siempre había estado para ella, la había cuidado y protegido de todo. Era una gran persona en la que Clarke podía confiar plenamente porque la aceptaba como ella era. Su padre en cambio siempre había buscado una hija que diera la talla, educada y madura para que diera una buena imagen a su empresa.

-Este es el Señor Otto, es una de los abogados más cualificados del país, nunca ha perdido un juicio en sus 40 años de oficio.

El hombre le tendió la mano a Clarke y está dibujo media sonrisa saludándole.

-Vamos a sacarte de aquí hija. Me parece lamentable que te hallan metido a la cárcel. La justicia de hoy en día no sabe diferenciar cuando alguien es culpable o inocente.

Clarke se quedó callada. Su madre siempre había estado enterada de todo y la seguía apoyando igual. En cambio a su padre, nunca le había hablado de su relación con Finn. Su padre desconocida que aquel robo lo hizo ella por voluntad propia. El seguía con su idea de que el delincuente le había obligado a hacerlo.

-En unos meses conseguiré que nos declaren un juicio. Lo único que tienes que hacer es declarar que fuiste drogado por ese cabron y que te obligo a participar en su atraco. Yo me encargaré de conseguir todos los documentos que dirán que aquel día ibas colocada y no pudiste rechazar su amenaza.

Al oír esas palabras del abogado, al Clarke se le heló la sangre. ¿Como iba a hacer eso? ¿Como iba a declarar contra la persona que más quería? Finn siempre había sido el apoyo que nunca había tenido de su padre, que la ayudaba y la cuidaba. No podía hacerle eso... Le amaba... Le echaba de menos.

-Pero... Pero a mí nadie me drogó...-Dijo ella en un susurró.

-Joder Clarke me da igual lo que te hizo. Lo que sí sabemos es que ese hijo de puta te obligó a hacerlo y por eso estás aquí.- Su padre le miró serio. -Lo único que vamos a hacer es maquillar un poco los documentos para que tengas más peso contra el juez.- Se acercó a ella clavando su fría mirada en sus cristalinos ojos azules. -¿O es que no quieres salir de aquí?

-Si... Claro que quiero salir.

-Pues entoces ya está. Saldrás, solo tienes que aguantar aquí hasta que todo esté listo. Lo haremos lo más rápido posible. No puedo permitir que mi hija siga en la cárcel. Estoy perdiendo un gran número de clientes por este estúpido malentendido.

Clarke bajó la mirada y apretó el puño aguantando las ganas de llorar.

ENTRE REJAS | clexaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora