Capítulo 31

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Lexa se frenó en seco. Soltó el arma. Su respiración se cortó y sintió como su acelerado corazón daba un vuelco.
Sintió como el tiempo se paraba y se quedaba con la mirada perdida tomando grandes bocanadas de aire con los ojos abiertos como platos.

Se armó de valor y se giró lentamente. Observó el cuerpo del policía tirado en el suelo a unos metros de ella retorciéndose y con las manos apretándose el abdomen taponando la herida a duras penas.

Lexa se acercó lentamente hacia el con el terror reflejado en sus ojos, temblando de miedo y sintiendo como la faltaba el aire.
Terminó de derrumbarse cuando pudo ver a aquel joven policía que acababa de ejercer la profesión, de cabello dorado y ojos verdes que la miraba intensamente.

-Le... ¿Lexa?- Tartamudeó tiritando.

-Aden...

La castaña notó como algo en su interior se rompía, algo que hacía que su cuerpo entero se bañara en dolor. Sin aguantar más terminó explotando y rompiendo a llorar agachándose y alzando el cuerpo de su hermanos con cuidado para abrazarle.
Acarició su rubio pelo y apretó la herida de su cuerpo. -Perdóname... Por favor perdóname...- Decía entre sollozos. -Te van a curar...

Aden dibujó media sonrisa al escuchar de nuevo su voz, al observar esos ojos verdes que tanto le habían cuidado durante su vida, al sentir de nuevo su piel y sus abrazos que tanto había añorado.

-Que... ¿Qué haces vestida de presa?

Al oír eso Lexa se mordió el labio llorando desconsoladamente y sonriendo al ver la inocencia de su hermano. -¿Y tú? ¿Qué haces vestido de policía?- Preguntó intentado que su hermano se mantuviera despierto antes de que llegara la atención medica.

-Quería hacer el bien... No quería que la gente... Sufriera como sufrimos tú y yo...- Dijo con el aliento entrecortado.

-Mierda Aden...- Lexa le volvió a abrazar completamente rota. Notando como a su hermano cada vez le costaba más mantener los ojos abierto. -Te he echado tanto de menos...- Susurró la castaña. -Pensé... Pensé que nunca volvería a verte...

-Pero estás aquí.- El chico la miró a los ojos. -Te estuve buscando durante años y ahora... Ahora estás aquí.

Lexa le miró a los ojos incapaz de controlar la cantidad de lágrimas que salían de sus ojos. Incapaz de aguantar ese dolor que tenía dentro.

-Aden mírame.- Le llamó al ver como el policía dejaba caer sus párpados. -Por favor aguanta.

-Tengo frío...

-Vamos hermanito. Hemos superado cosas peores juntos. -Intentó animarle. -Eres la persona más fuerte que conozco, por favor no te rindas...

Lexa le acercó más hacia ella dándole calor y intentado con todas sus fuerzas que la sangre dejara de salir.

-Gracias por haberme cuidado todos esos años... Me salvaste la vida.

-No me des las gracias.- Lloraba Lexa. -Por favor no te despidas de mí. Por favor no lo hagas...

Aden cogió el brazo de Lexa remangando su uniforme amarillo y dibujando con su dedo en su piel siete círculos suavemente.

Lexa sintió grandes y dolorosas puñaladas en su interior quedándose sin lágrimas que soltar.

-Te quiero hermanita.- Susurró cerrando los ojos.

-No. No Aden por favor... Aden...  ¡Aden!- Gritó sintiendo como unas manos la agarraban de ella separandola de su hermano. -¡Aden! ¡Aden yo también te quiero!- Gritó entre sollozos mientras los policías la esposaban y la tumbaban en el suelo mientras recogían el cuerpo de su hermano y le metían corriendo en un vehículo para sacarle del bosque y llevarle en helicóptero al hospital.

-¡Aden! ¡ADEN!- Lexa gritaba con todas sus fuerzas y se retorcía para intentar liberarse pero los policías la inmovilizaron. La castaña sintió como una jeringuilla se clavaba en su cuello y sus párpados se caían hasta quedarse dormida.

***

La noticia llegó poco después. Un hombre trajeado apareció en la cárcel informando que el agente Aden Woods no había conseguido sobrevivir a la operación debido a su gran perdida de sangre.

La directora Becca informó a Lexa que cumplía su condena en aislamiento después del intento de fuga. Al enterarse, Lexa entró en una oscura burbuja de la que no quería salir. Se pasaba las noches gritando y dando puñetazos a la pared de aquella fría sala de aislamiento. Llorando y culpandose a si misma por lo que había hecho. Castigándose con dolorosos puñetazos al muro de hormigón.

Pasaron dos semanas en las que no quería salir a tomar el aire, no quería comer, no quería dormir... Se sentía muerta por dentro. Sentía que no se merecía nada. Había matado a su hermano y debía aceptar las consecuencias. No quería salir de ese agujero. No quería volver a ver el cielo. Inconscientemente estaba entrando en la locura. Tanto era aquello que incluso los funcionarios tenían que obligarla a salir al patio de presas peligrosas para respirar aire fresco.

Como cada día desde que Lexa había regresado, Clarke salía al patio con la esperanza de encontrarsela al otro lado de la verja y poder hablar con ella. No sabia lo que había pasado. Había intentado sobornar a algún funcionario para que se lo contara pero nadie estaba por la labor de hacerlo. Necesitaba respuestas, estaba preocupada.

Una mañana salió al patio y se acercó a la verja observando detenidamente entre todas las presas de uniforme negro buscando a su castaña. Una sonrisa apareció en su rostro cuando la vio sentada dándola la espalda.
Clarke se acercó a la verja feliz de que seguía viva pero su sonrisa se borró de repente al ver el estado de la chica. Estaba temblando, tenía la cara llena de arañazos, unas grandes ojeras con unos ojos irritados acompañados de una mirada perdida. Con una venda en su hombro, tenía los nudillos completamente destrozados y manchados de sangre y un cigarrillo en la mano.
Hacía meses que no fumaba, desde que estaba con Clarke no había vuelto a probar el tabaco y ahora parecía que ansiaba con ganas dar otra calada.

-Lexa...- La llamó Clarke aterrada al ver a su chica en esas condiciones.

La castaña no contestó. Seguía dándola la espalda concentrada en un punto fijo sin dejar de temblar.

-Lexa porfavor... Mírame.- Pidió la rubia con el alma rota al verla así.

La chica dió otra calada a su cigarrillo y se abrazó a si misma haciendo oídos sordos.

-¿Que ha pasado? Lexa contéstame.- Insistía Clarke dejando caer sus lágrimas.

Lexa se giró mirándola a la cara y haciendo que Clarke se asustara más al ver su extraña y perdida mirada.

-¿Sabes? Hacía años que no pisaba la hierba. Es tan... Tan relajante. Y los pájaros. Hacía tanto que no oía a los pájaros...

-Lexa que coño estás diciendo.- Clarke comprendió la gravedad del asunto al ver la locura reflejada en sus dolorosos ojos verdes.

-Los rayos del sol colándose entre las ramas... El olor...- Lexa sonrió al recordar la sensación de libertad y adrenalina al correr por el bosque, pero su sonrisa se borró cuando recordó la pistola, el disparo, el policía tirado en el suelo. Un apuesto y joven policía que quería hacer el bien, que quería construir un futuro mejor. Un policía que era su hermano. Un hermano al que había matado. Asesina. Asesina. Asesina. Les has matado a todos... No te mereces piedad. Asesina. Asesina...

Lexa se llevó las manos a la cabeza al oír aquellas voces que la atormentaban por dentro.

Clarke observaba la escena aterrada con lágrimas cayendo por sus ojos.

La alarma sonó y Lexa se levantó para volver a aislamiento.

-Lexa porfavor déjame ayudarte.- Suplicó Clarke.

La castaña la miró clavando sus ojos en ella. Una mirada tan dolorosa que Clarke sintió una punzada en su pecho.
Lexa dejó caer una lágrima de su ojo. -No puedes ayudarme...

ENTRE REJAS | clexaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora