Capítulo 15

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Clarke se secó las lágrimas y respiró ondo con los ojos cerrados relajándose. Había estado varios minutos sentada tranquilizándose y intentando asumir todo en su cabeza.

Salió de la sala de visitas y se encontró a Monty que la esperaba apoyado en el pasillo de brazos cruzados.
El chico no dijo nada, no quería meterse en problemas ajenos y simplemente continuaron el camino de vuelta a la celda en silencio.

Al llegar Monty comentó el número de celda y la puerta se abrió. -¿Woods cuántas veces hay que decirte que esta prohibido fumar en las celdas?- Preguntó el funcionario molesto al verla sentada en la una silla con los pies encima de la pequeña mesa central sujetando un cigarrillo.

-Si no quieres que fume déjame salir de aquí por las noches.- Contestó retándole.

El chico suspiró mirándola enfadado y se alejó de allí después de dejar pasar a Clarke y cerrar la celda.

-Pff encima...- Susurró. -Que cara tiene para que me mande no fumar en esta mierda de celda de dos metros cuadrados...

Lexa.- La llamó Clarke seriamente mientras la rubia se tumbaba en su cama. -Porfavor apaga el cigarro.

La castaña la miró extrañada. -¿Y a tí qué te pasa?

-Porfavor.- Repitió Clarke con un tono de voz entristecido.

Lexa apagó el cigarrillo de mala gana metiéndolo en el cenicero. Al momento se sorprendió así misma dándose cuenta de que había ignorado completamente al funcionario pero a Clarke la había hecho caso.
Notó que algo no iba bien. Que Clarke no estaba bien. ¿Qué habría pasado en el vis a vis? ¿Con quien habría hablado? No iba a preguntar, no era asunto suyo. Pero tenía que admitir que la preocupaba, que por mucho que hubieran enpeazado con mal pie la había llegado a coger algo de cariño.
Oyó como Clarke sollozaba. De repente la castaña se sintió mal. Se imaginó por todo el dolor por el que estaba pasando la rubia y en parte había sido culpa suya.
Tragó saliva dudando en lo que iba a hacer. Nunca había mostrado empatía con nadie. Nunca se había preocupado de verdad por nadie en esa cárcel. No sabía cómo actuar en esos casos, pero decidió armarse de valor.
La castaña se acercó a la cama donde Clarke estaba sollozando dándola la espalda y sin decir una palabra, Lexa se agachó y se tumbó a su lado.

Clarke se giró colocándose boca arriba. Un poco sorprendida y paralizada por qué Lexa estuviera tumbada a su lado, pero ni siquiera eso pudo ocultar el dolor que sentía por dentro.

Lexa se puso de lateral observando como las lágrimas de Clarke caían silenciosamente sobre sus piel.

La castaña estendió la mano y acarició cuidadosamente la mejilla contraria de Clarke. Aquel gestó de su compañera de celda hizo que Clarke no aguantara más y terminará explotando rompiendo a llorar.

Lexa sabía que lo único que necesitaba Clarke en ese momento era apoyo, una persona que estuviera a su lado. Cualquiera.

Los minutos pasaron, Clarke mirando hacia arriba dejando a sus lágrimas fluir y a su lado Lexa que la observaba hipnotizada mientras acariciaba su mejilla con ternura.

Clarke sentía que ya nada tenía sentido, que todo se había acabado y no podía hacer nada para impedirlo. Pero la reconfortaba tener a Lexa a su lado, se sentía protegida, y gracias a sus caricias, la rubia acabado quedándose dormida.

Lexa se percató de la que Clarke estaba durmiendo pero aún así siguió observándola detenidamente mientras pasaba sus dedos cuidadosamente por las perfectas facciones de sus cara.
La castaña se dio cuenta de que se sentía bien, de que a su lado se sentía bien. En ese momento se arrepintió plenamente de todo lo que la había hecho pasar. No sé lo merecía.
Lexa pasó su dedo pulgar por los labios de Clarke. Al momento apartó la mano y se incorporó sentándose en la cama. Se frotó los ojos suspirando. -Lexa ¿Que coño te pasa?- Se susurró a sí misma.

***

Clarke abrió los ojos adormilada. Unos pobres y tenues rayos del sol se colaban por la pequeña ventana de cristal blindado de la celda. Añoraba mucho despertarse con la luz del sol en la cara, con los pájaros piando y con una suave brisa mañanera que la golpeara en la cara cuando dejaba la ventana abierta. Parecía un bonito día, quizás ya habría llegado la primavera.
Recordó la noche anterior y un escalofrío la recorrió la espalda al recordar con dolor las palabras de su padre. Pero luego recordó el momento con Lexa e inconscientemente dibujó media sonrisa.
Lo había estado pensando, reflexionando, comiendose el coco. Necesitaba salir de allí, necesitaba ver a su madre aunque sólo fuera un día. Y la única conclusión a la que había llegado era en conseguir un tercer grado. Podría salir de allí y ver a su madre semanalmente aunque luego tuviera que volver. Algo es algo. Si, necesitaba un tercer grado.
Aunque no supiera como hacerlo, lo iba a conseguir.

Lexa entró en la celda y sacó el móvil de su almohada. Clarke rápidamente se hizo la dormida. No sabía por qué, simplemente había sido un reflejo.
La castaña marcó un teléfono y se colocó el móvil en la oreja. Clarke entre cerró los ojos para lograr percatarse de algo y afinó nos oídos.

-Octavia llevamos semanas esperando... ¿Para cuándo va a estar todo listo?

-...

-¿Enserio? ¿Ya lo tienes? ¡Genial! Acuérdate de esconderlo en un bote de colonia... No es muy normal llevar líquido tóxico por ahí.

-...

-Vale vale yo me encargo de avisar a Echo... Ahora sólo tenemos que controlar bien las guardias nocturnas de los funcionarios.

-...

-Si... Lo sé... Llevo mucho tiempo observando las cámaras y las puertas... Ya se lo que tengo que hacer.

-...

-Habrá una camioneta en la puerta esperando. Solo tenéis que montaros y salir de allí. Yo me las arreglaré con las puertas de seguridad para que no puedan alcanzarme los funcionarios.

-...

-Todo saldrá bien... Está todo perfectamente planeado. No hay margen de error.

Lexa colgó el teléfono y lo volvió a guardar entre el algodón.

Clarke abrió los ojos. Había escuchado toda la conversación y se había quedado paralizada. Habían hablado de un plan. Un plan perfecto que no podría fallar. Pero ella conocía perfectamente eso desde su propia experiencia. Un plan perfecto y preparado al milímetro que le costó la vida a Finn y una condena a ella misma.

-Hey.- Saludó Lexa al verla despierta. -¿Todo bien?- Preguntó al ver como la rubia tenía los ojos hinchados de tanto llorar la noche anterior.

Clarke asintió con media sonrisa.

Lexa la miró comprensiva. Cogió la mochila de gimnasio y salió de la celda sin dar más vueltas.

Clarke observó cómo se iba, todavía sorprendida por lo que acababa de escuchar. El secreto que Octavia y la castaña llevaban tanto tiempo escondiendo. El secreto por el que hacían tantas llamadas al exterior pidiendo recados y vis a vis con desconocidos.

Estaban preparando un plan de fuga que no tardarían en realizar.

ENTRE REJAS | clexaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora