Capítulo 16

4.5K 356 41
                                    

Las horas se hacían largas, Clarke no podía dejar de pensar en su madre. De qué estaría sola afrontando la enfermedad. Sentía vergüenza ajena por estar allí dentro y no fuera dándola apoyo.
Pasaron dos días en los que prácticamente la rubia no había salido de su celda. No quería hacer nada, no quería hablar con nadie. Todo se le había echado encima y era incapaz de sobrellevar esa carga. Raven y sus amigas habían hecho todo lo posible por animarla, pero Clarke se ahogaba en su propia burbuja en la que no quería recibir ayuda.

Esa mañana tenía clases de lucha. Estaba sentanda en el suelo en un rincón del gimnasio sin ganas de hacer nada. No podía dejar de dar vueltas a la cabeza a como hacer para conseguir ese tercer grado que tanto necesitaba para salir de allí. Analizó todo lo que había hecho desde que entró, la verdad es que había sido una buena chica... Joder, había estado una semana en aislamiento. Era culpable por atentar contra la vida de un funcionarios, aún que en verdad había sido al revés...
Suspiró. Necesitaba hacer algo que la dejara un pase directo a la libertad.

-¡A ver chicas!- Gritó Kane dando palmas llamando la atención de las presas. -Hoy vamos a hacer boxeo, colocaros por parejas y coged uno saco para golpear.

Todas las presas empezaron a agruparse al rededor de distintos sacos que había distribuidos por toda la sala. Clarke no se movió, no quería estar con nadie, no quería recibir más golpes de los que habia recibido. Y la atenta mirada de algunas presas buscando pareja la incomodaba aún más por lo que bajó la mirada.

Al subir de nuevo la mirada se sobresaltó al ver como un guante de boxeo volaba por los aires en dirección a su cara. Rápidamente se colocó los brazos protegiéndose y frenado el guante antes de que la golpeara. Buscó con la mirada molesta a la lanzadora.

-¡Eh princesa!- Lexa estaba sentada en una banqueta con las piernas estiradas y con la espalda apoyada en la pared mientras que con una mano lanzaba hacia arriba un guante de boxeo. -Hay un saco de arena que está deseando que le pegues.- Bromeó.

-Déjame en paz.- Gruñó la rubia lanzando el guante al suelo.

Lexa suspiró y se levanto del banco. Se acercó y se agachó flexionando las rodillas hasta ponerse a su altura. -A ver... ¿Tú te acuerdas de lo que te dije cuando estábamos en aislamiento?

Clarke se quedó en silencio recordando que debía dejar de comerse el coco y empezar a disfrutar un poco.

-No puede hacerlo...- Susurró apartando la mirada de unos ojos verdes que la miraban con intensidad hasta el punto de intimidarla.

-Mira no sé lo que te pasa y tampoco me voy a meter...- Confesó Lexa. -Pero a veces es mejor tener la mente en blanco, dejar que todo fluya y no obligarte a ti misma a quedarte parada. Si algo he aprendido es que te tienes que mantener en movimiento porque el días que te pares, todo se parará, te habrás rendido. Y quizás sea demasiado tarde, quizás luego te arrepientas de no haber podido seguir hacia delante.

Clarke tragó saliva. ¿Por qué a veces Lexa se volvía tan filosófica? Tenía que reconocer que siempre sus palabras conseguían ayudarla. Se quedó en silencio reflexionando en lo que acababa de escuchar.

-Oye Clarke. ¿No me has oído?

-¿Que pasa?

Lexa sonrió y la agarró de la mano tirando de ella para que se levantara. -Te he dicho que la mente en blanco.- Dijo entregandole los dos guantes y llevándola hasta el saco de boxeo.

-Venga, quiero ver cómo golpeas.- Dijo Lexa agarrando el saco para que Clarke tuviera que hacer más fuerza para moverle.

Clarke asintió y empezó a golpear el saco con pocas ganas.

-Oye he visto señoras de 80 años con más fuerza que tú...- Bromeó.

-Lexa ya te he dicho que no...

-Vamos a hacer una cosa.- Interrumpió la castaña. -Quiero que mires el saco y te imagines que delante de ti está alguien que odias. Alguien que te ha hecho sufrir.

Clarke inconscientemente imaginó a su padre en frente de ella. Tragó saliva, no estaba muy segura de hacerlo.

-Ahora quiero que le golpees como si no hubiera un mañana. Quiero que te desahogues, que espulses todo los malos pensamientos que tienes dentro, que sueltes toda tu furia y te relajes. Deja tu mente en blanco y por un momento siéntete libre.

Clarke asintió clavando la mirada en su objetivo. Apretó los puños por dentro del guante y se lanzó hacia el saco golpeándolo con energía. Sintiendo como ese mal estar desaparecía.

-¡Eso es!- La animó la castaña. -Vamos, ¿No ves que te ha hecho daño? Dale su merecido.

Clarke sonrió y golpeó con fuerza el saco. Soltandose por completo, liberando todo lo que tenía acumulado.

-Venga. Que se entere todo el mundo.- La dijo Lexa en su oído. -Que se enteren de qué estás aquí. De qué no te vas a parar. De qué vas a saltar todos los obstáculos con fuerza.

Clarke apretó la mandíbula, puñetazo a puñetazo, incluso gritando para terminar de vaciarse.

Clarke se separó del saco jadeando mientras el sudor empezaba a recorrer su cara bajando de la frente.
Se secó el sudor con el brazo y respiró ondo recuperando el aire.

-Dime.- Lexa se cruzó de brazos. -¿En que estabas pensando?- Preguntó levantando una ceja.

Clarke sonrió. -En nada... Solo me estaba dejando llevar...

Lexa también sonrió. -Vale. Ahora quiero que te olvides del saco.

-Pero entonces a quien voy a...

-A mí.- Contesto la castaña cruzando sus brazos en modo armadura.

-¿Qué? ¿Por qué voy a pegarte?

-Yo te he hecho sufrir. Te he hecho la vida imposible desde que llegaste.

-Pero Lexa...

-Clarke me merezco la misma paliza que le has dado al saco. Así que venga, te estoy esperando.- Dijo poniéndose en posición de defensa.

Clarke tragó saliva. La verdad es que la castaña tenía razón, no podía negarlo. Se colocó en posición y empezó a pegar puñetazos en los brazos de Lexa mientras que esta aguantaba su posición.

-¡Vamos Clarke! ¡Más fuerte!

Clarke apretó la mandíbula y incremento sus golpes, no quería hacerla daño, pero Lexa parecía divertirse bastante.

-¡Venga sácalo todo!

La fuerza de Clarke se multiplicó hasta llegar a un punto en el que la golpeó tan fuerte que Lexa perdió el equilibrio y las dos cayeron al suelo.

Lexa se cayó hacia atrás y Clarke cayó encima. Las dos chicas se quedaron cara a cara. Una encima de la otra, mirándose atentamente a los ojos. Las dos jadeando del cansancio mientras los colores de sus ojos se mezclaban entre sí. Clarke se incómodo con la antena mirada de Lexa y se levantó avergonzada.

La castaña sonrió al ver el nerviosismo de Clarke, que se alejó de ella llevando los guantes a su sitio. Sin darse cuenta, la clase había acabado y se habían quedado solas.

Clarke se acercó a la salida. -Clarke.- La llamó Lexa incorporándose.
La aludida se giró.

-Hay momentos en los que tu mente es tu verdadera cárcel.- Respiró ondo. -Y de vez en cuando, hay que fugarse de ella.

Clarke asintió y salió de allí. Caminó por los pasillos un poco confusa por lo que acababa de pasar. Fugarse... De repente una idea la vino a la cabeza, algo que no quería hacer, pero que su subconsciente le obligaba, algo que podría acabar con ella, pero lo necesitaba, necesitaba el tercer grado, necesitaba demostrar a la justicia que era una buena chica. Tenía que impedir la fuga.

ENTRE REJAS | clexaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora