Capítulo 30

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Lexa llegó a la enfermería quejándose y gritando de dolor. Detrás de ella entró corriendo Clarke que rápidamente se vistió con una bata blanca de enfermera ayudante.

El funcionario llamó a una ambulancia y informó a la policía de que se produciría un translado urgente. En la enfermería de la cárcel no había rayos X por lo que los médicos no podían saber si de verdad tenía una rotura en los huesos o simplemente estaba fingiendo hasta que llegara al hospital.

Mientras tanto Lexa seguía gritando y exigiendo anestesia para frenar el falso dolor. Clarke observaba la escena intentado aguantarse la risa y respirando ondo para no desconcentrarse y seguir con el plan.

-Griffin.- La llamó el médico. -La ambulancia está a punto de llegar. Coge la jeringuilla y seda a la paciente para trasladarla con una doble dosis.

Clarke asintió y se acercó a la camilla de Lexa sonriente al ver que el plan estaba saliendo bien y ella sería la encargada de dormirla.
Se acercó hasta la castaña que seguía quejándose y apretando la mandíbula dolorida.

-Lex.- Susurró Clarke sin mirarla mientras preparaba la jeringuilla con el sedante.

-Que.- Susurró también.

Clarke soltó una pequeña carcajada. -Que te mereces un Óscar.

Lexa se mordió la lengua aguantando la risa.

-He oído hablar a los médicos. Me han pedido que te ponga una doble dosis de sedante porque no irás esposada.

-Genial.- Sonrió.

-¡Griffin! ¿Todo bien por ahí?- Gritó el medico.

Rápidamente Lexa volvió a su tarea de gritar de dolor y Clarke terminó de preparar la jeringuilla. Sin que nadie la viera tiró el sedante a la papelera que había debajo de la mesilla y se acercó a Lexa. -Te pincharé para que el médico vea que te he dormido correctamente.

Lexa asintió y dejó que Clarke clavara la aguja en su piel. -Cierra los ojos.- Pidió Clarke. -A partir de ahora estás sedada.

La castaña obedeció y sintió como el médico se acercaba a ella. El hombre observó la jeringuilla vacía todavía en manos de Clarke y el agujerito que tenía Lexa en su piel del que sobre salía una gota de sangre.

-Bien... Ha llegado la ambulancia. Cubre el pinchazo.- Ordenó a Clarke.

La rubia colocó una tirita en la piel de la castaña. -Gracias.- Susurró esta todavía con los ojos cerrados.

Clarke sonrió y la acarició la mano. Observó cómo varios médicos de urgencia entraban en la enfermería.

-¿Volveré a verte?- Susurró la rubia.

-No lo dudes.

Los médicos llegaron apartando a Clarke y cogiendo la camilla para trasladar a Lexa.
Después de unos segundos la menor se asomó a una pequeña ventanilla de la enfermería y observó cómo mentían la camilla en la ambulancia y está arrancaba alejándose.

-Suerte.

***

Pasó el tiempo en el que Lexa continuaba tumbada en la camilla con los ojos cerrados. Tenía que estar concentrada en todo lo que pasaba a su alrededor y afinar bien sus otros sentidos en los que la vista no podía participar.
Por lo que había oído durante el viaje a su lado se encontraban una enfermera y un agente de policía. En la ambulancia conducía un funcionario y había un médico de copiloto y por si fuera poco, el vehículo estaba escoltado por tres coches de policía, uno delante y otros dos atrás.
Tenía que estar atenta a todas sus conversaciones y a qué altura del viaje se encontraban. Ella deducía que estarían bastante cerca del bosque por lo que no tardaría en pasar a la acción. Imaginó en la mente como sería la fuga. Tendría que desacerse de sus dos acompañantes y saltar de la ambulancia en marcha. Había pasado por allí varias veces, era una carretera de montaña, un atajo que cogía la ambulancia para llegar más rápido al hospital desde la cárcel. Solo había un carril por lo que faltaría a uno de los lados cubierto de hierba. Solo era hierba, en lucha libre había practicado mil veces las caídas, estaba preparada.

-Queda medio camino.- Oyó el comentario de la enfermera al policía.

Bingo. Habían entrado en el bosque y Lexa término de confirmarlo al notar como el tráfico había disminuido al no oír coches cruzarse y notó como se reducía la velocidad debido a las curvas de la carretera.

Era el momento, Lexa se levantó veloz golpeando a la enfermera para luego agarrar rápidamente al policía e inmovilizarle para que no pudiera pedir ayuda por el walkie. Al ver que el hombre se resistía y estaba consiguiendo liberarse estendió el brazo cogiendo una jeringuilla llena de sedante y se la clavó en el cuello dejándole inconsciente. La enfermería intentó atacarla pero la castaña con una rápida llave y un golpe en la cabeza hizo que la chica cayera al suelo desmayada.

Respiró ondo e intentó relajarse. Estaba hecho. Lo había logrado por ahora. Llegaba la apetece complicada.

Cogió la pistola y el walkie del policía. Si escuchaba la conversación que tenían entre ellos, la podría ayudar a tener algo de ventaja.

Se relamió los labios concentrada y abrió las puertas traseras de la ambulancia. Rápidamente los coches de policía que circulaban detrás del vehículo se frenaron en seco. Sin esperar más Lexa concentró su objetivo en un lado de la carretera y saltó cayendo con el hombro y dando una vuelta por el suelo.
Se levantó dolorida, probablemente se había dislocado el hombro peor no la importaba, la única aparte necesaria de su cuerpo en esos momentos eran sus veloces piernas.

Oyó como las sirenas se encendían. La ambulancia y los coches frenaban y los agentes comenzaban a salir con la orden de capturar a la fugitiva.

Lexa comenzó a correr. Corrió con todas sus fuerzas, con su mirada fija en el frente. Tres kilómetros. Tres kilómetros de bosque que tenía que recorrer antes de que la policía la alcanzará. Estaba en forma, podía hacerlo. Corrió y corrió sin importarle nada más. Sintiendo como las ramas la arañaban la cara y sus músculos empezaban a sufrir pinchazos de tanto esfuerzo. Respiraba acelerada sonriendo como cogía aire puro, sintiendo el tacto de la hierba amortiguar sus zancadas. Deteniendose por un momento en el sonido de los pájaros y el verde del paisaje que hacía tantos años que no observaba.

Su mente volvió a la realidad cuando oyó el sonido de un helicóptero sobrevolando por encima de los árboles. Podía hacerlo. Tenía que hacerlo. Por ella, por Clarke, por su hermano.

Sintió como los policías corrían detrás de ella pisándole los talones. Se armó de fuerza de voluntad e incrementó su velocidad despistandoles entre los árboles sintiendo como el corazón bombeaba fuera de control. Se centró en oír las conversaciones de los policías por el walkie.

-La hemos perdido.

-Se nos escapa...

Lexa dibujó una leve sonrisa. La quedaría menos de medio camino. Detrás del bosque un vehículo la estaría esperando para huir lejos de allí.
De repente notó como alguien la perseguía de cerca.

-¡Alto!- Gritó el policía corriendo detrás.

Lexa apretó los dientes y siguió corriendo con su último aliento.

-¡No me obligues a disparar!- Gritó.

La castaña hizo oídos sordos e intentó convencerse de no parar. No le hagas caso. Sigue sigue sigue.

-¡No me dejas  otra opción!

Lexa contenido con todas sus fuerzas. Veía el final, veía como el bosque se acaba. Lo tenía... Lo iba a conseguir...

-¡Voy a disparar!

La castaña se giró y vio como el policía prácticamente la había al abandonar y había levantó el arma.

Sin dejar de correr Lexa también levantó la pistola apuntándole y disparado  en su  abdomen antes de que el agente pudiera reaccionar.

Lo habia hecho. No podía arriesgarse... Apartó de su mente cualquier sentimiento de culpa. No la gustaba disparar, no la gustaba herir, pero era necesario.

Continúo corriendo oyendo las voces en el walkie.

-He odio un disparo.

-¿Quien ha sido?

-¿Estáis todos bien?

-¡Solicito refuerzos! ¡Atención medica ya! ¡El agente Aden está herido de bala!

ENTRE REJAS | clexaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora