Capítulo 23

4.2K 387 35
                                    

-Nunca he salido sola a la calle, nunca he jugado con otras niñas, nunca he salido de fiesta con amigas, ni siquiera se montar en bici. Nunca he sido libre en ningún sentido. Éramos cuatro en casa, yo tenía un hermano pequeño, Aden. Mis padres se quedaron en paro y nos echaron la culpa de sus desgracias. El poco dinero que teníamos se lo gastaban en alcohol. Mi hermano y yo no comíamos, cada mañana me sentaba detrás de un supermercado y esperaba a que los trabajadores tiraran comida caducada. Mis padres llegaban todos los días borrachos y siempre discutían entre ellos y nos obligaban a buscar trabajo y traer dinero a casa. El enfado de mi madre lo pagaba pegando a Aden, obligándole a limpiar y a hacer todas las tareas de la casa. Tenía heridas y moratones por todo su cuerpo con la marca del cinturón. En cambio, mi padre se saciaba conmigo de otra forma, abusaba de mi, me ataba las manos y hacia que me arrodillara en su cama sin ropa y luego el...- Lexa se quedó en silencio, totalmente paralizada. Clarke pudo observar en sus ojos que estaba muerta de miedo.

-Lexa... No hace falta que continúes...- Susurró Clarke acariciándola la cara con ternura.

La castaña respiró ondo armándose de valor. -No, quiero hacerlo.- La rubia asintió.

-Un día no aguanté más. Aden estaba enfermando debido a la mala alimentación. Necesitábamos salir de allí. Cuando mis padres nos dejaron solos en casa cogí a Aden y nos escapamos de allí. Andamos kilómetros y kilómetros por la carretera intentando hacer autostop hasta que conseguimos llegar a la ciudad. Acababa de cumplir los 16, intenté buscar trabajo pero era imposible. Nadie quería a una niña pobre que no sabía hacer nada. Vivíamos en la calle, no queríamos ir a ningún centro de acogida, no queríamos volver a encontrarnos con nuestros padres. Teníamos que sobrevivir... Empecé a robar en gasolineras, supermercados y tiendas de ropa. Empecé a falsificar documentos y a traficar con vehículos y armas, todo para conseguir dinero. Me convertí en una auténtica criminal que siempre conseguía huir de la policía. Conseguí una pistola y en ocasiones, para conseguir dinero y comida, tuve que matar... Todo lo hacía por Aden. Solo quería que tuviera una vida decente. Después de estar viviendo así casi dos años, de repente mis padres nos encontraron. Intentaron convencernos de que habían cambiado, de que ahora todo estaba bien, pero yo no les creí. Podía ver en sus ojos la locura. Cómo veían que no funcionaba, intentaron llevarnos a la fuerza, amenazarnos y secuestrarnos. Agarraron a Aden que con todas sus fuerzas intentó liberarse. Yo sabía que eran capaces de hacerle cualquier cosa, sabía que seguían estando completamente locos... Su aliento a alcohol de años atrás se me había quedado plasmado en la mente.
Cogí mi pistola y apunte hacia ellos. Rápidamente soltaron a Aden e intentaron relajarme. Pero simplemente disparé. No dudé ni un segundo. No pensé en las consecuencias. Tenía todos esos recuerdos de mi infancia clavados en la cabeza y pensé que con ese disparo se esfumarían. Pero después de tantos años siguen presentes.- Lexa se relamió los labios. -La policía llegó. Rápidamente comprendieron la escena. Había matado a mis propios padres. Me esposaron y me separaron de mi hermano. Se le llevaron sin que pudiera despedirme. La policía analizó mis actos. Había robado, asaltado, matado... Tantos delitos... El juez decidió someterme a una condena permanente. Me quedaría en la cárcel el resto de mi vida sin poder ver más a Aden. Sin saber si sigue vivo, sin saber dónde está...- La castaña dejó de llorar. Todas sus lágrimas se habían acabado. Suspiró dolorosamente. -No quiero salir de aquí porque el exterior me da miedo. He vivido en un exterior en el que dormía entre cartones y en el que me alimentaba de basura. Aquí me siento segura... Siento que de una forma u otra la gente ve que soy fuerte y valiente, aunque en realidad no sea así...

La castaña se quedó en silencio mirando el suelo. Clarke estaba completamente rota. La había juzgado sin conocerla de verdad, sin saber por qué se comportaba de esa forma.

-Lexa yo... No sé qué decir... Lo siento muchísimo. No debí decirte nada. A veces pienso que soy la única que lo está pasando mal y no me fijo en los sentimientos de los demás... Lo siento de verdad, soy una egoísta...

La castaña se levantó de la banqueta y se frotó la cara secándose las lágrimas dándola la espalda.

-Lexa porfavor perdóname. No debí impedir la fuga...

-Me da igual la fuga Clarke. Me da igual que no haya salido bien, me da igual que venga la policía y me meta un mes en aislamiento. Es solo que...- La castaña decidió callarse y se alejó un poco de Clarke caminando por el vestuario.

-Que.- La animó a continuar la rubia siguiendo sus pasos.

Lexa suspiró. -Que me duele que hayas sido tú.

Clarke se acercó más a ella. -Lexa...

-Joder Clarke ¿Es que no lo ves?- Interrumpió. -¿No ves lo que siento por tí?- Se giró hacia ella.

Clarke se quedó en silencio.

-Me duele que me hayas mentido en todo...

-En todo no.- Contestó Clarke acercándose aún más a ella prácticamente rozando sus caras. Lexa la miró extrañada.

Clarke sonrió y la miró a los ojos. -Dije algo que pensaba de verdad.

Sin esperar mas, Clarke agarró a Lexa de la nuca y la atrajo suavemente chocando sus labios. Lexa se quedó unos segundos paralizada sin reaccionar pero no tardó en corresponder aquel beso que tanto tiempo había esperado.

Abrió la boca invitando a las dos lenguas a que jugaran juntas mientras que las manos de la castaña se colaron debajo de la chaqueta amarilla de la rubia y la rodearon atrayéndola más mientras dibujaba suaves caricias en la espalda de Clarke haciendo que esta soltara leves gemidos.

La rubia, sacó su lado dominante y empujó a Lexa contra las taquillas para luego lanzarse de nuevo a su boca sin dejarla escapatoria. El beso se intensificó haciendo que a las dos chicas se las acelerará la respiración y sintieran un calentón en la entrepierna.

Lexa sorprendió a Clarke agarrándola de los muslos y levantándola para luego girar sobre si misma y chocar a Clarke contra las taquillas. Por su parte la rubia, rodeó la cintura de Lexa con las piernas y se aferró a ella hundiendo sus dedos entre el cabellos de la castaña mientras el beso continuaba con pasión moviendo sus labios y sus lengua y soltando gemidos.

Lexa mordió el labio inferior de la rubia y se separó suavemente de ella recuperando el aire. Las dos chicas se quedaron a escasos centímetros normalizando sus respiración sin dejar de mirarse con adoración. Con los labios hinchados y las pupilas tan dilatada que a penas se distinguía el intenso color de sus ojos.

De repente el sonido de la puerta de los vestuarios abriéndose de un portazo hizo que las dos se separan inconscientemente. Un grupo de dos policías y un funcionario entraron en la sala.

-¡Lexa Woods a aislamiento!- Gritó el funcionario apuntándole con una pistola.

Para sorpresa del funcionario, la castaña por primera vez no protestó. Estendió los brazos y dejó que el policía la esposara.
Una vez atada, la policía la agarró del cuello de la camisa y la empujó hasta la puerta. Lexa miró a Clarke y la dibujo media sonrisa al ver la cara de preocupación y arrepentimiento de la rubia.

La puerta se cerró dejando a Clarke sola, con las hormonas disparas y con una inconsciente y tonta sonrisa al pensar en lo que acaba de pasar, pero a la vez con una preocupación que la aturdía. Tenía que ayudar a Lexa, tenía que sacarla de ese oscuro túnel.

Se mordió el labio. ¿Para qué seguir fingiendo? Ella también estaba perdidamente enamorada de ella.

ENTRE REJAS | clexaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora