Capítulo 17

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-¡¿Que quieres qué?!- Harper casi se atraganta con la comida al oír la explicación de Clarke.

-Clarke ¿Estás loca? Ni sé te ocurra hacer eso.- Advirtió Emory. -Vas a cavar tu propia tumba.

-Chicas necesito el tercer grado...- Insistía Clarke.

-Ya bueno pero habrá otras formas de conseguirlo... Trabajos en la cárcel, estudios...

-Raven con eso tardaría meses. Lo necesito ya.

-¿Y por qué no te fugas con ellas?- Preguntó Harper.

-Octavia me quiere muerta. ¿De verdad crees que arriesgaría todo su plan para dejarme? Ni de coña.

-Lo siento Clarke pero yo no me apunto.- Sentenció Emory. -Solo me quedan cinco meses para salir de aquí y no quiero morir antes de que eso pase.

Clarke suspiró rendida. -Venga porfavor... Os necesito. Se todo su plan, oí la conversación entera.

-Pero yo no lo entiendo... ¿Lexa fugándose? Ella nunca ha querido salir de la cárcel.- Reflexionó Raven.

-Y no saldrá.- Explicó la Rubia. -Lexa será la clave de todo el plan, tendrá que deshacerse de todos los funcionarios para poder entrar en la sala de mandos sin que ninguno haya pedido refuerzos. Ella será la encargada de apagar las cámaras y abrir las puertas de seguridad para que Octavia y Echo puedan escapar.

Las tres chicas se quedaron en silencio.

-Oh vamos imaginaros las ventajas que tendremos si conseguimos parar la fuga y pillarlas con las manos en la masa, habremos colaborado con la policía a atrapar a las tres presas más peligrosas de la cárcel.

-Si, las tres presas que te van a arrancar la cabeza y te la van a tirar por el vater en cuanto se enteren de que has sido tú la culpable.- Dijo Emory cruzándose de brazos. -Lo siento pero yo no.

Clarke miró a Harper. -Clarke yo es que... Esas tres me dan mucho miedo. Yo no me arriesgo. Como todo salga mal vamos a acabar sin tercer grado y con nuestro propio entierro a la vuelta de la esquina.

Suspiró y miró a Raven esperanzada. La castaña se estaba acariciando la barbilla. -Me has ayudado desde que entraste aquí. -Comentó. -Has confiando en mí y encima te has llevado una paliza por mi culpa. Pues claro que te voy a ayudar rubia.

Clarke soltó un grito de alegría y se lanzó a su amiga abrazándola con fuerza.

Solo quedaba esperar...

***

Lexa entró rendida en la celda tirando la mochila de gimnasio al suelo. Había sido un día muy largo. Subió a su litera y se tumbó mirando el techo mientras movía con su boca un palillo de madera. Suspiró agotada. Recordó el momento en el gimnasio con Clarke. ¿Desde cuándo era tan cursi? ¿Por qué había soltado tanta frase motivadora que ni ella misma creía? No rendirse nunca, seguir hacia delante, superar tus obstáculos... ¿Qué clase de chorradas eran esas?
Se sentía estúpida... Tenía que admitir que la presencia de Clarke la hacia comportarse así. Ella nunca había sido optimista, siempre había vivido rodeada de maldades. Pero con Clarke era diferente, con Clarke era como si tuviera una vida paralela. Una vida en la que todo era diferente.
Lexa apartó esos pensamientos de la cabeza. ¿Que hacia ella reflexionando? Nunca se había pensado las cosas dos veces. Si quería hacer algo lo hacía directamente.

Recordó el momento en el que Clarke se cayó encima. Normalmente se hubiera fijado en sus grandes pechos contra los suyos, o en su escote, incluso en el sudor que desprendía su piel. Pero con ella no había podido apartar la mirada de sus profundos ojos azules, de su sonrisa... Mierda Lexa ¿Pero qué haces? Pareces una niñata de las típicas series americanas de instituto. ¿Sus ojos? ¿A quien le importaba eso? Ella siempre había sido de sexo. ¿Sentimientos? ¡Ja! En la cárcel no hay que tener sentimientos. Mente en blanco, si quieres tirarte a una presa pues te la tiras, si quieres matarla después pues la matas. Fácil y sencillo. Espera. ¿Otra vez reflexionando? Ahora era ella la que se estaba comiendo el coco.
Buscó un cigarrillo. Mierda, se le había acabado el tabaco. Suspiró. Se levantó de la cama y salió al patio.

Ya era de noche, el patio estaba iluminado por dos pequeños focos en cada esquina. La castaña se sentó en las gradas apoyándose en la pared de cemente y se abrazo a sí misma. Hacia frío pero necesitaba un poco de viento en la cara. Necesitaba aclarar las ideas. Estaba empezando a sentir cosas extrañas, cosas que nunca había sentido. Todo era nuevo para ella. Se sentía perdida en su propia mente. Cada vez que estaba al lado de la rubia, un escalofrío recorría su médula. A su lado se sentía bien. Ella siempre había sido independiente, no necesitaba a nadie en a su lado, sus amistades se basaban básicamente en la supervivencia en la cárcel. Pero con Clarke era diferente...

-Ya casi son las 11.- Gritó Clarke desde la entrada del patio llamando la atención de Lexa. -Están a punto de pasar revisión para cerrar las celdas.

-Ya me vendrán a buscar.- Contestó Lexa sin preocupación.

Clarke se quedó unos segundos dudando entre acercarse o no, parecía que la castaña prefería estar sola pero aún así decidió andar en dirección a la grada y sentarse a su lado. La rubia sentía que ya no tenía miedo, que las dos se había cogido cariño y poco a poco su relación habia mejorado.

-Lexa...- La llamó sin mirarla. -Gracias por lo de esta mañana.

Lexa se quedó en silencio.

-No entiendo cómo puedes ser tan optimista estando aquí dentro.- Siguió la rubia.

-No lo soy.- Espetó Lexa con la mirada perdida mientras sus ojos empezaban a cristalizarse. Clarke dedujo que era por el frió. -Mi vida siempre ha sido una mierda. Mi camino siempre ha estado lleno de obstáculos que no he sido capaz de superar, no he sabido seguir hacia delante, me he quedado estancada, me he rendido y ahora voy a estar todo la vida en este agujero.

¿Lexa pero qué haces contando esto? No lo sabía, era algo que nunca se lo había contado a nadie, pero sentía que con Clarke podía desahogarse, confiaba plenamente en ella y sin entender por qué, sentía que necesitaba abrirse a ella.

Al oír eso, Clarke comprendió el por qué del comportamiento de la castaña, tenía un pasado oscuro, un pasado que se moría por saber para poder ayudarla.

-Desde que llegué aquí en lo único en lo que he pensado es en tener el control ¿Sabes?- Continuó Lexa. -Y eso me ayuda a alejarme de mi misma, a intentar engañar a mi propia mente.- Suspiró y se frotó los ojos con la mano secando las posible lágrimas. -Me fijo antes en los demás y no pienso en mi, no pienso en como me siento o en si estoy bien. Pero ahora siento que eso ha cambiado.- Lexa miró a Clarke. -Ni siquiera controlo mis propios sentimientos... Y eso me da miedo.- Clarke apartó la vista, se sentía extraña bajo la atenta mirada de la castaña. -No entiendo lo que me pasa, lo único que he pensado todos estos años es en ganarme el respeto de las presas, en tener el poder, en sobrevivir aquí dentro...- Una lágrima se deslizó por la mejilla de la castaña.

Clarke la observaba atentamente. -Puede que la vida sea algo más que la supervivencia.

Lexa dibujó media sonrisa haciendo que Clarke se sintiera mal, ahora que estaba empezando a conocerla de verdad, ahora que la castaña confiaba  en ella, la iba a traicionar impidiendo la fuga.

Lexa miró al frente reflexionando por lo que acababa de decir la rubia. -Puede que si...

ENTRE REJAS | clexaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora