Junto a Ti

Discusión

Sakura sabía que aquello no iba a terminar bien, desde el momento en que su padre le dijo que no podía asistir e iba a ir Touya en su lugar.

Con la boda en Hong Kong concluida, empezaron a ver los detalles de la boda que celebrarían en Japón.

Llevaban cuatro salones de fiesta y Touya a todos les encontraba un pero. Que muy grande, que muy chico, que poco luminoso y al último le había encontrado tan luminoso que mejor lo hacían en el patio.

Sakura ya estaba por perder sus nervios, cuando la voz de Shaoran los sobrepasó a ambos.

—¿Qué dijiste? —Touya lo miró fijamente, pero Shaoran no se detuvo. Le mantuvo la mirada desafiante durante todo momento.

—Que por más que retrases la elección de salón, no cambia el hecho de que Sakura ya es mi esposa —repitió, causando que la castaña de ojos verdes mirara a Shaoran sorprendida. ¿De dónde estaba sacando ese valor para hablarle así a Touya?

—¿Estás tratando de iniciar una discusión conmigo? —Touya adelantó un paso hacia Shaoran totalmente desafiante, pero el castaño tampoco retrocedió.

—Yo no estoy discutiendo, Cuñado —le recalcó—. Solo estoy recordándote que la elección del salón es simbólica, Sakura y yo, ya tuvimos una boda, ya está anotada en mi registro familiar y los formularios de inscripción japoneses ya se presentaron.

Sakura miraba a ambos sorprendida. No sabía de donde había sacado ese tono de voz, su marido. Sí, porque habían regresado hace tres días de Hong-Kong donde oficialmente se habían casado. Pero Shaoran nunca le había hablado así a Touya.

—Ya, como sea —Touya corrió la mirada enojado y se cruzó de brazos—. Creo que el primer salón estaba bien, iré a hablar con la encargada —y tras informar lo que haría, se retiró.

Shaoran resopló, llevando la mano a su frente para tomarse parte de su flequillo entre los dedos.

—¿Estás bien? —le preguntó Sakura, mirándolo con algo de preocupación—. Nunca te había visto levantarle la voz así a mi hermano.

—Lo siento, Sakura —se disculpó—. Créeme que lo soporté lo mejor que pude, pero ya no podía quedarme callado.

—No te preocupes —dijo, abrazándolo, para que notara que ella no estaba sentida, ni nada por el estilo, por lo que había sucedido—. Creo que mi hermano pensará dos veces, ahora, el iniciar una discusión contigo.

—Eso espero —respondió, bajando su mano para abrazar a su esposa—. Porque va a tener que verme lo que le reste de vida, porque no pienso dejarte nunca.

Sakura sonrió y apoyó su cabeza en el hombro de su esposo.

—Yo tampoco.