Hijos

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Sakura agitaba las manos con nervios. Estaba a unos minutos de saber si su vida cambiaría para siempre o no.

Habían hablado del tema de los hijos muchas veces con Shaoran, y ambos coincidían en que no querían uno solo. No, ellos querían tener entre dos a tres hijos.

Querían ser miembros de una familia numerosa, después de todo, Shaoran venía de una familia con cinco hijos y Sakura siempre quiso tener una familia más grande, tras haber sido criada en un círculo tan íntimo de solo tres personas.

Ese era su plan a futuro, o no tan a futuro, ya.

Sakura se mordió la uña derecha, antes de acercarse a la tira blanca que tenía en el borde del lavamanos de su baño privado en la cafetería «Little Star», que había abierto hace un año.

Respiró profundo cuando vio la respuesta frente a ella. Apretó los ojos para no llorar y, tras tomar el test, salió del baño a buscar a su marido.

El castaño no estaba muy lejos del baño, con una copa llena de helado de chocolate con el que trataba de aplacar las ansias por saber el resultado, en cuanto vio a Sakura dejó la copa a un lado.

Se acercó a ella y la observó, lucía tan shockeada como hace dos años cuando sus sospechas resultaron un desalentador «Negativo» y solo el cariño desinteresado de su shiba inu había logrado levantar.

—¿Estás bien? —le preguntó Shaoran, con la voz cargada de preocupación. Sakura apretó los labios y lo miró soltando las lágrimas acumuladas en sus ojos verdes— ¡Sakura!

—¡Estamos bien! —dijo por fin, con un hilo de voz, empezando a llorar, pero de la emoción, abrazándose a Shaoran con fuerza— ¡Esta vez, sí! —le afirmó.

Shaoran la acompañó en la sorpresa, pero, rápidamente, le regresó el abrazo, compartiendo la emoción con su esposa.

¡Nada podía igualar aquella maravillosa noticia!

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