Mascota

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Shaoran suspiró tras revisar su examen, había respondido todo correctamente y se levantó para entregarlo. Su profesor, observó el examen por encima y le sonrió, demostrando que era muy probable que sacara buena nota. Se despidió con una reverencia y acomodó su mochila para salir del salón de clases.

Como nunca tenía ganas de llegar rápidamente a su casa. Sakura había estado muy estresada con los trabajos finales de su carrera y aquello le había generado un pequeño retraso en su periodo producto del estrés. Y aunque ella no lo decía, podía ver claramente como sus brillantes ojos verdes lucían opacos tras ese test que dio negativo.

Aquello había sido un golpe para ambos, porque dentro de la expectativa siempre se siembra la esperanza de...

Así que, tras pensarlo detenidamente, había llegado a la conclusión de que si la vida aún no le daba hijos, debían optar por otra forma de canalizar ese amor que Sakura solía entregar a las personas que la rodeaban.

Shaoran llegó a su departamento con un pequeño bulto escondido en una capucha negra con detalles dorados, en cuanto dejó las llaves colgadas y se quitó la mochila, Kero llegó a él suspirando.

—Al fin llegas —exclamó.

—¿Cómo sigue Sakura? —le preguntó a Kero.

—Acostada, abrazando tu almohada, mientras ve una pelicula triste —comentó el pequeño guardián—. Volvió temprano de clases.

—Ya veo —Shaoran acomodó mejor el bulto de sus brazos y Kero pudo notar al pequeño Shiba Inu negro que traía el joven—. Mira, Kerberos, le traje una mascota a Sakura, ¿crees que le gusté? —Kero se acercó al perro y lo observó. Era bonito, sí, pero nunca más bonito que él.

—Tal vez...

—Se lo llevaré —entró por el pasillo hasta su habitación y entró en ella—. ¡Sakura!

—¡Shaoran! —exclamó, sorprendida, tratando de limpiar su rostro— Llegaste temprano, ¿qué tal tu examen?

—Me fue bien, y me encontré con un pequeño que quiere saludarte —cuando Shaoran se acercó con el pequeño animalito, Sakura abrió enorme sus ojos verdes— ¡Saluda a Clow!

—¿Clow? —preguntó, al tomar al pequeño ser entre sus brazos y quitarle la capucha— ¡Oh, Shaoran está hermoso! —dijo observándolo. El cachorro la miró fijamente, y dio un ladrido antes de ocultarse en el cuello de la castaña en busca de cariño— ¡Me haces cosquillas!

—Quiero que cuides de él, ¿sí? —le dijo Shaoran apegando su frente a la de su esposa—. No quiero verte triste, me pone mal a mí también —le dio un beso en la frente y se separó de ella—. ¡Mientras seguimos trabajando en ampliar la familia —le guiñó el ojo—, podemos cuidar de este pequeñito!

—¡Ay que estoy presente! —se quejó Kero, saliendo de la habitación.

Sakura observó al pequeño cachorro entre sus brazos y miró a su marido.

—Gracias Shaoran, muchas gracias.

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