Propuesta

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Shaoran había planeado aquello con mucha dedicación. Quería que fuera especial, tenía que ser especial, sin hermanas ni primas acosadoras. Solo ellos dos, como debía ser aquella situación.

Había regresado de Hong Kong esa mañana, tras enfrentarse al Consejo de Magia y recibir de manos de éstos, la fecha para su matrimonio con Sakura.

Aquello aceleraba su corazón de maneras sorprendente. Pronto, Sakura sería su esposa, solo faltaba once meses para ello y había decidido volver a proponérsele.

No es que sintiera que la propuesta que le hizo hace tres años estaba mal o no hubiera salido como esperaba, sino que quería confirmar que aún estaban en el mismo canal. Que aún el proyecto de vida entre ellos seguía manteniéndose tal cual. Después de todo, ya habían pasado tres años de aquello y ya no eran unos chiquillos.

Hacia la tarde, había decorado su departamento con velas y rosas para esperarla. Sakura abrió enorme sus ojos verdes cuando vio aquel detalle romántico, se acercó a él y, tras besarlo, le sonrió.

—Bienvenido de regreso, Shaoran.

—Me alegra estar de regreso —le dijo con una enorme sonrisa.

—¿Y esto a que va? —le preguntó curiosa.

—Pues, iba a decírtelo después de cenar, pero... —Shaoran tomó la mano donde Sakura lucía orgullosa el anillo en forma de flor de Sakura y le dio un beso en ella—, han pasado muchas cosas desde que te conocí, Sakura. Muchas cosas buenas, para mi suerte, y la verdad, no concibo mi vida sin ti. Te lo he dicho, ya hace algún tiempo, eres la luz en mi vida y por eso, necesito volver a preguntarte esto ahora que ya tenemos fecha para la boda.

Sakura apretó los labios para no llorar. Amaba cuando Shaoran se ponía en ese plano, realmente la hacía sentir muy especial.

—Sakura Kinomoto —le dijo, soltando su mano para tomar un estuche que tenía dentro de su chaqueta—, aun, ¿deseas casarte conmigo? —y, tras formular la pregunta, le mostró una bella pulsera plateada.

—Claro que sí, Shaoran —afirmó, sonriendo y sin poder evitar que las lágrimas se escaparan de sus ojos—. Claro que quiero casarme contigo, amor —Shaoran tomó la pulsera y se la colocó en la mano contraria al anillo, en la derecha.

—¡Bien, está pulsera será el símbolo del lazo que reafirmamos hoy! —le dijo, con una sonrisa ladeada y luego, la abrazó— ¡Gracias!

—¿Y si invocó de nuevo la carta Nieve? —le preguntó risueña, Shaoran se separó de ella y la miró con el ceño fruncido.

—¡No en mi departamento, Sakura! —le advirtió, pero notó claramente el tono juguetón de su prometida.

—Que aburrido —protestó la chica, para volver a abrazar a Shaoran. Lo había extrañado mucho, pero le alegraba saber que, para el próximo viaje a Hong Kong, ella lo iba a acompañar.

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