Sakura era una jovencita que no tenía mayores convenientes con las demás personas; por su naturaleza amable, solía ser amiga de todo el mundo y lograba que las personas que la odiaban, pasaran a adorarla.
Su prometido era el claro ejemplo. Muchas veces se ponía a pensar en cómo se llevaban al inició. Recordando sus discusiones y sus miradas de odio, no podía creer como de ese niño tan arrogante y gruñón había logrado conseguir al novio más tierno y considerado del mundo.
Ella era muy afortunada en ese aspecto.
Shaoran para ella era uno de sus pilares fundamentales, pero había un detalle de Shaoran que siempre le iba a causar un tanto de incomodidad y tendría que aprender a vivir con ello: Su antigua prometida.
Aunque ella le había dicho miles de veces que todo estaba en el olvido, que todo eran cosas de niños, Sakura recordaba claramente las palabras de ésta cuando se quedó la primera noche en su casa. La adoración que profetizaba de su primo.
Y la sensación de haberle quitado eso, a veces era un fantasma que la perseguía. ¿Había sido una mala amiga?
Negó con la cabeza.
Todo había acabado antes de que ella misma se diera cuenta del valor que Shaoran tenía en su vida... Pero, aun así, no podía evitar sentirse un poco culpable.
La última vez que vio a Meiling y la escuchó hablar sobre el prendedor que Shaoran le diseñó, esa espinita clavada en ella se profundizó, pero las desvió a curiosidad por su suegro.
Si lo pensaba detenidamente tenía muchas cosas que aclarar con quien, pronto, sería una prima política para ella.
Pero antes que eso...
El tono de la llamada fue al fin contestado.
—¡Muy feliz cumpleaños, Meiling!

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Junto a Ti
Fiksi Penggemar31 días, 31 drabbles. Tras todo lo vivido en Sakura y las Cartas, Sakura y Shaoran siguieron juntos afrontando cada desafio de la vida. ¡Si bien la historia no tiene orden cronologico, al final del reto, colocaré el orden en que lo pueden leer si bu...