30. "& Éste porque tiene las llaves de mi casa."

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— Este... ¿Gracias? — Axel se aclaró la garganta y sus mejillas comenzaron a bajar de la tonalidad carmesí que habían adquirido.

— Ja,ja,ja,ja. — me seguía negando a superar eso.

— Oh, casi se me olvida. Ten Axel. — mi madre extendió sus manos y le soltó un par de llaves, llaves que eran extremadamente parecidas a las mías. Esperen, creo que eran las mías.

— Oye... — callé mi risa, pero Axel relleno su lugar con la mía. Fue entonces cuando me di cuenta de que ya estaba jodida.

Fue cuando escuché sus carcajadas, que me di cuenta de que en verdad lo quiero. Porque podría jurar que esa fue la melodía más hermosa que eh escuchado. Y a pesar de que no es la primera vez que la escucho, sé que es el inicio de algo.

— Son las llaves de nuestra casa. — mi madre siguió hablando con naturalidad.

Yo estaba callada, en parte porque ¿Que madre en su sano juicio le da las llaves al mejor amigo de su hija? Y en parte, ¿Por qué? ¿Por qué ahora Axel Smith?

— Pero... — apenas podía articular palabra con sonidos casi inaudibles.

— Supongo que a partir de ahora el karma será tu mejor amigo. — Axel se encogió de hombros y siguió riéndose como si no hubiera un mañana.

— ¿No se te hace tarde? — le pregunté haciendo un puchero.

— Mía, es por tu seguridad, ¿Recuerdas la vez que tus llaves se te olvidaron y tuviste que saltar la barda de los vecinos? — me preguntó mi madre.

— Y correr por tu vida cuando el perro de Edward te siguió durante dos horas. — completo mi mejor amigo.

— ¡Mamá! Eso fue hace seis años. — me tape la cara con las manos.

No me afectaba para nada que Axel tuviera una copia de las llaves de mi casa, pero un poco de drama no le hace mal a nadie. Al contrario, yo siento que es medicina pura.

— Ya Mía, deja el drama de lado. Podré ayudarte cuándo olvides las llaves en el instituto. — Axel comenzó a reír con más fuerza, ignorando el hecho de que casi muero por tener que saltarme desde la casa de mis vecinos.

Recuerdo que ese día Edward estaba de campamento y mis padres trabajarían hasta noche. Axel se había enojado conmigo aunque ahora no recuerdo porque. Ese día fue conocido como "El peor día de Mía Edison."

— ¿Por qué esperaste seis años para actuar? — se metió mi padre que hasta ahora solo había apoyado con carcajadas por lo bajo.

— Shhh, ahora no tienes voz ni voto. — mi mamá lo silencio y yo seguía con la cabeza entre las manos.

— No es tan malo Mía. — Axel me golpeó el hombro y comenzó a reír aún más.

Sus mejillas comenzaron a adquirir un tono carmesí, esta vez por la risa que no podía reprimir.

Me di cuenta de que podría pasar horas y quizá días, observando su sonrisa, su mirada cautivadora y eso estaba mal. Estaba mal todo, mi vida estaba en el punto perfecto para hacer un licuado de cerebro.

~•~

— ¿Crees que este libro sirva? — me preguntó Kill.

— Supongo, llévatelo por su lo necesitamos. — me encogí de hombros y seguí buscando libros para nuestro proyecto de ciencias sociales.

— Jaja. — Axel tenía el puño derecho cerrado en la boca, intentando reprimir una carcajada, sin éxito alguno.

— ¿Axel que estás viendo? — me gire para poder observarlo mejor.

Estaba recargado en un estante de la biblioteca pública, leyendo un... ¿Cómic? Eso no ayudara en el proyecto de ciencias sociales.

— ¡Axel! Tienes que buscar libros que nos ayuden al proyecto. — me di una palmada en la frente y Axel alzó levemente sus cejas sin despegar los ojos de su entretenida lectura.

— Tranquila Mía, tienes a cinco personas ayudándote. Mi ayuda no es tan indispensable. — Axel se encogió de hombros y siguió leyendo su cómic.

Casi diecinueve años y los superhéroes siguen siendo su escape de la realidad.

— Me servirían de algo si los cinco no hubieran tenido la misma idea que tú. — me di otra palmada en la frente al descubrir que mi equipo estaba exactamente igual que Axel.

Solté un gruñido por lo bajo y seguí buscando los libros que necesitábamos.

— ¡Ustedes seis! ¡Afuera! — la señora que atendía la biblioteca nos gritó.

Todos soltaron de pronto los cómics y nos pusimos a retar su mirada.

— ¡Afuera!

— ¡No puede hacer esto! — Kill se plantó delante de todos con los brazos cruzados y la expresión relajada.

— La biblioteca es p-ú-b-l-i-c-a. — le deletreo Shopia a su lado.

— Y si quiere corrernos le tendremos que avisar a mi mami. — Axel frunció el ceño y se quedó observando a la bibliotecaria.

— No estoy para sus juegos niños. Así que o guardan silencio o se largan de aquí. — la señora estaba que lanzaba veneno por la boca.

— Pues no nos vamos ni guardamos silencio. — Andrew se cruzó de manos imitando a los demás.

Todos nos quedamos inmóviles.

En silencio.

Hasta que...

— ¡Los seis a la dirección! — otra vez no.

~•~

— ¡Ya basta! — el director trataba de poner orden con nosotros seis, pero somos un caso perdido. — Que sólo hablé, una, una persona. — el director se sentó en su silla y los miró a todos esperando que alguno tomara la palabra. Y como había pasado las anteriores veces, todos comenzamos a hablar en nuestro mundo la versión de nuestra propia historia.

— ¡Ya! — volvió a gritar el director. Mi tío.

— La verdad, me gustaría quedarme al regaño pero tengo que ir al entrenamiento. Ya sabe, soy el capitán del equipo. — Axel hizo una posee de ganador y sonrió, retirándose así de la sala.

— Tengo que entregar un reporte de literatura. — Dan y Shopia le sonrieron al director y comenzaron a retroceder hasta topar con la pared y no con la puerta.

— Escuchen chicos. — el director soltó un suspiro y se reacomodo en su lugar. — Está será la última vez que les pasó algo.

— De hecho sería la primera, nunca nos hemos metido en problemas.

— Por lo menos no los seis.

Reprimí una risita nerviosa y seguí observando al señor director que permanecía serio, con la mirada clavada en el suelo de madera y las facciones tensadas.

— Tengo muchas cosas que hacer y si no se van en cinco segundos, los suspendo

Todos salimos corriendo demasiado rápidos para ser captados por el ojo humano (sarcasmo por favor).

~•~

— Amnesia... — cantaba a todo pulmón mientras bajaba las escaleras de mi casa escuchando internamente una de mis canciones favoritas.

Tenía que hacer mucha tarea por lo que solo iba por un litro de helado y después regresaría a hacer tarea como la alumna responsable que soy. Llegué a la nevera específica para el heraldo y la abrí de un tirón, después saque un litro de helado e iba a regresar a mi cuarto cuando descubrí que me faltaba mi hermosa cuchara.

— Te falta esto. — una mano me tendió una cuchara y yo la acepte.

Ya saben lo típico que te pasa en la cocina cuándo estás totalmente sola.

Para ti mejor amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora