6. " Cucharas de madera."

911 69 0
                                    


— Ya llegué. — lancé con toda mi rabia mi cartera al sillón de la sala.

— Pero que te paso. — Elisa comenzó a reírse como si no hubiera un mañana.

Quizá si hubiera sido uno de mis amigos me hubiera reído...

Quizá si hubiera sido chistosa la situación me hubiera reído...

Pero fue todo lo contrario y por eso tome la cuchara de madera que estaba en la sala y comencé a pegarle a Elisa en las costillas. La felicidad me duro poco porque Edward me jalo bruscamente hacia atrás.

— ¡Edward! Suelta a tu hermana. ¡Ahora! — mi padre estaba al borde del colapso, al igual que yo.

— Mía, vamos arriba. — mi madre se levantó de un salto del sofá y me tomo de mi mano como una niña pequeña que necesitaba de su madre y así era.

Le lancé una última mirada reprobatoria a Elisa y luego subí escaleras arriba, con el vestido mojado, el maquillaje todo esparcido y mi cabello estropeado.

Después de que Axel me abandonará por culpa de sus "amigas de una noche" volví a dentro y ahogue mis penas otro rato en limonada, la gente había comenzado a multiplicarse por lo que me fue imposible visualizar a mis amigos y como no quería tener que tomar el bus, me fui caminando de la fiesta de los Anderson. Mala idea. Apenas llevaba tres cuadras de la fiesta cuando la lluvia comenzó a caer con fuerza, como si estuviera enojada especialmente conmigo. Intenté correr pero se me olvidó que llevaba mis tacones y casi caigo en un charco de lodo. Me resigne a seguir corriendo, total ahora ya estaba empapada y seguí caminando a ritmo constante.

— Hija, es mejor que te des una ducha. — habló con ternura mi madre.

Sonreí, quizá eso era lo que necesitaba. No era la primera vez que Axel me dejaba por sus amigas, solo que esta vez se sentía diferente.

~°~

— ¿Pero que... — me callé de golpe. Mi padre no me podía escuchar decir una palabrota.

— JAJAJAJAJA. — Axel estaba en una esquina de mi cocina ahogándose y comiendo helado.

— Es por tu bien Mía. — habló mi madre científicamente.

¿Es enserio que por mí bien?

— Pero me puedo cuidar sola. — hice un puchero.

— Axel es por mucho, más responsable que tú Mía. Por eso se va a quedar a cargo de ti. — volvió a repetirme mi madre la noticia que estaba mañana había acabado con mi pequeña paciencia.

— ¿Y Edward? — de sobra estaba preguntar.

— Edward viene con nosotros. — me alborotó el cabello.

Según yo Edward se le pasaría con Elisa todas las vacaciones de mis papás y ahora resulta que va con ellos. ¿Por qué no puedo ir yo?

— Voy con ustedes.

— No cariño, Edward tiene vacaciones por culpa de los maestros que se han ido a una junta fuera del país. Tú tienes que quedarte en casa estudiando para que conserves tu promedio. — apreté la mandíbula y trate de relajarme.

Había demasiadas preferencias por el tema del promedió. Si Edward sacaba un diez era un motivo de fiesta, si yo sacaba un diez era mi obligación. Así las cosas de injustas en la familia Edison.

— Saben, me rindo. Hagan lo que quieran déjenme con el estúpido de mi mejor amigo.

— ¡Mia Edison! — Ops, creo que mi perfecto padre me había escuchado decir una mala palabra.

— Señor, si se me permite opinar. Yo puedo cuidar muy bien a Mia. — Axel se metió en la conversación, ignorando el hecho de que lo había llamado estúpido o tal vez ya estaba muy acostumbrado.

— Confiamos en ti Axel, en quien no confiamos es en Mía. — me di una palmada en la frente, esto no era posible.

— Está bien, seré buena chica. — mis padres asintieron felices y se marcharon a hacer su maleta.

— Tus padres me aman. — sonrió Axel.

— Los chicos "buenos" son chicos malos que no han sido atrapados. — mire fijamente a Axel.

— Tranquila Mía, a mí nunca me van a descubrir. — Axel salió de mi cocina con una manzana en la mano y otro litro de helado en la otra.

Me quedé estática, asimilando lo que había pasado. Iba a tener una semana sin padres y casa sola, aunque con Axel. Que lo único que hará será traer a sus conquistas, bueno quizá no. El prometió cuidarme y sus promesas nunca fallan.

~°~

— Please, Please. No sé vayan. — me aferre fuertemente a la pierna derecha de mi padre.

— Mía, la gente nos ve feo. — mi mamá se escondía tras sus manos.

— Ya Mía. — Edward me habló suavemente. Después de todo creo que nuestra amistad de hermanos había vuelto a estabilizarse o por lo menos se comportaba de una manera decente cuanto la estúpida de Elisa no rondaba cerca.

— ¿Por qué no me pueden llevar? — hice un puchero.

— Porque te portas mal. — Axel me ayudó a levantarme y soltarme de la pierna de mi padre. Bueno al menos lo intente.

— ¿Quién dice que no voy a portarme más mal estando sola? — puse una cara pervertida y mis papas negaron con desagrado pero después sonrieron. Que bipolares eran los polos opuestos.

— Cuídala Axel. — pidió mi madre depositando un tierno beso en las mejillas de ambos.

— Siempre. — Axel me miró y sonrió, mientras terminaba su paquete de papas que había sacado unos momentos antes de la máquina instantánea.

— ¡Yo cuidare a Elisa! — le grité lo suficientemente alto a Edward, que ya había comenzado a caminar arrastrando sus converse blancas.

— La vuelves a atacar con una cuchara y te las verás conmigo. — me amenazó Edward. Le saque el dedo de en medio sin que mis padres vieran y el me regreso el gesto.

— Los quiero. — sonreí viendo como mi pequeña familia se alejaba, no sería la primera vez que pasaba una semana sola. Aunque ahora había algo diferente.

Voltee a ver a mi gorila de dos metros que solo estaba parado diciendo adiós con la mano llena de Chile.

— Será una semana muy dura. — suspiré pasando a su lado.

— Disfruta que tienes a un niñero totalmente guapo. — nadie puede presumir tanto.

— ¿Axel Smith? — pregunto una chica más pequeña que yo con los ojos azules. Axel asintió lentamente. — ¿Nos podrías tomar una foto? — habló la chica esta vez refiriéndose a mí.

Rodeé los ojos, antes de comenzar las vacaciones, es decir al final de nuestro primer año de Instituto Axel anoto el gol ganador en el partido de Americano y todo el verano las chicas se morían por él, literalmente se derretían cuando pasaba a su lado o les dedicaba esa mirada coqueta que tanto le caracterizaba y pensé que se detendría cuando volviéramos al curso, pero al parecer siguen aumentando su ego. Puse un poco de espacio entre nosotros y trate de enfocar a los dos chicos.

Regularmente siempre me enfoco en el encuadre y que los chicos no salgan con los ojos cerrados, no soy tan mala persona, aunque esta esta vez fue distinto. Mi vista viajo automáticamente a Axel.

Axel sonreía mostrando su hilera de dientes perfectos, tenía puesta una gorra negra con el símbolo de anarquista. Una sudadera color blanco, unos jeans ajustados y unas Vans negras. Tenía una mano metida en el bolsillo derecho y la otra estaba sosteniendo su paquete de papas fritas y sus ojos veían directo a la cámara.

Se veía jodidamente bien.

— ¿Listo? — me preguntó Smith.

Asentí involuntariamente, no sabía cuánto tiempo pase observando a Axel. Lo que si sabía era que fue extraño, ya que nunca me llamo la atención describirlo. Estaba consciente de que mi mejor amigo era un chico muy guapo. Pero nunca me vi aceptándolo.

Para ti mejor amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora