5. "No lo mates aún sirve."

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— ¿Listas para morir? — preguntó Shopia cuando bajamos del coche. Ella fue la encargada de manejar en esta travesía, porque era la única que sabía manejar de las tres.

— Moriré en tus brazos bebé. — sonreí de manera pervertida en su dirección y ella solo puso los ojos en blanco.

— No me sueltes. — se aferró a mi Kill.

Seguimos caminando hasta llegar con los chicos. Le dimos los pases a una chica que estaba vestida de una bailarina muerta y nos sonrió o más bien nos puso una mueca de desagrado que yo interprete como una sonrisa.

La casa lucía normal, oscura, sin luz y con olor putrefacto pero normal. Me esperaba algo como telarañas en cada esquina, cuerpos por todo el suelo y sangre en las paredes. Y pensé que estaría todo bien, hasta que después de unos escasos pasos una persona disfrazada de no sé qué porque no podía ver, llegó con un globo haciendo que explotará en nuestro rostro. Lo que incitó muchos gritos de parte de todo nuestro círculo. ¿Lo peor? Los "chicos" me lanzaron al frente como un escudo humano.

Todo lo demás que escuche fueron gritos y más gritos, pies y manos volando y pegándole a todo lo que se le atravesaba y sí, yo estaba en medio recibiendo golpes de ambas partes.

— ¡Suficiente! — grita alguien a nuestras espaldas y las luces se encienden. Yo estaba en el piso con un payaso, una cabra, un leñador, unas porristas muertas, Axel, Dan, Shopia, Andrew y Kill.

Dan es el primero en levantarse y pone una sonrisa incente.

— Tú. — le señala el leñador molesto. — ¿Intentaste arrancarme la cara?

— Pensé que era una máscara. — se excusa Dan.

— ¡Fuera de mi circo! — vocifera el mismo señor de mediana edad con canas blancas y una regordeta panza.

— ¡Pero no puede hacer eso! — reclamaba Axel mientras nos escoltaban a la salida.

— ¡Solo nos estábamos divirtiendo! – chilló Kill. — Además ellos comenzaron a espantarnos.

— ¡Pues porque era nuestro trabajo! — nos gritó el payaso mientras se levantaba del suelo.

— Lo siento. – el gigante dueño del circo del terror nos acaba de cerrar la puerta en las narices.

Y Ahora estamos vetados, otra vez.

— ¡Esto es indignante! — refunfuño Kill.

— Cállate que nos van a vetar de la calle. — le silencio Andrew con ese tono frio que utiliza en su dirección.

Sabíamos que éramos un tanto peligrosos, pero esta vez habíamos sobrepasado el límite de ser vetados. Esta semana llevábamos por lo menos dieciocho lugares en los cuales ya no volveríamos a poner un pie y apenas era viernes, los fines de semana solían estar peor.

— ¡Oigan! ¡La fiesta de los Anderson! — estuve a punto de darme un buen golpe con el poste de luz.

Cierto, cierto y cierto. Debíamos estar arreglando nuestra bella cara y maquillaje para la tan anhelada fiesta de los Anderson y NOOOOO, estábamos en el circo del terror siendo vetados si gracias.

— Mia te presto mi auto, nos vemos en tres horas. – los chicos salieron corriendo y en un segundo el motor ya estaba en marcha y funcionando. Genial, si algo le pasaba a ese pedazo de chatarra sería mi culpa y no la de Shopia.

— A veces pienso que tardan más horas en arreglarse que nosotras. — comento Shopia al aire mientras se subía en el coche de Andrew.

— Siempre que se van a "arreglar" tardan demasiado. — apoyé.

Para ti mejor amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora