36. "Una propia biblioteca para ti."

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— ¡Ayuda! — repetí por quinta vez en el coche de regreso a casa.

— Mía, ya no estamos en la tienda. — Shopia se dio una palmada en la frente.

Era cierto que hacía más de cinco minutos que habíamos abandonado la tienda, pero no también era cierto que la señorita soy un caramelo viviente me atormenta y quizá supere el miedo a los payasos, y ahora le temo a los caramelos. Aunque eso sea absurdo hasta para mí.

— ¿Saben los difícil que es tener una fobia? — les pregunte tratando de volver al tema de mi apreciado trauma.

— Aquí vamos... — Andrew suspiro pesadamente, porque sabía que cuando una idea se me metía a la cabeza. No hay quien me pare.

~•~

— Entonces... ¿Por qué estamos parados aquí? — le pregunté a Axel por sexta vez. Sabía que podría llegar a ser muy desesperante, pero Axel no contribuía en nada.

— Mía... ¿No sabes acaso el significado de la palabra "Paciencia"? — hizo énfasis en cada una de las letras que conlleva la última palabra.

— No y no quiero saberlo. — me crucé de brazos e hice un puchero. Me recargue en el cofre del Mercedes de Axel, al parecer no había podido dejar su antiguo coche.

Después de dejar en sus respectivas casas a todos nuestros amigos, Axel me dijo que quería ir a pasear conmigo, ya saben retomar nuestra salida antes de que todo lo que les describí, sucediera. Pero aun así no me imaginaba exactamente estar parada en el estacionamiento del centro comercial a la luz del sol y sin tener ninguna sombra en la cual cubrirme. ¿Era un bronceado gratis de bajo presupuesto?

— ¡Axel me quemo! ¿No me puedo subir al coche? — le pregunté haciendo un puchero. Cuando yo me enojaba con Axel regularmente siempre me hacía un puchero yo le sonreía y asunto terminado. Pero no era muy fácil cuando yo trataba de ser tierna, porque parecía un tlacuache aplastado.

— Es hora, berrinches. — Axel saco una bufanda de su carro e hizo un ademán para que me acercara.

— ¿Me vas a secuestrar? — tanta espera para nada.

— ¡No!, ¿Quieres ver tu sorpresa o no? — Axel se cruzó de brazos y me vio directamente a sus ojos, de su frente escurrían pequeñas gotas de sudor que solo le hacían ver más hermoso de lo que ya era. Debería dejar de romantizar todo, ahora.

— Si la quiero. — hice un puchero y cerré los ojos. Espero que Axel no me saque uno, porque aunque tenga dos los necesito.

— ¿Confías en mí? — no, bueno sí. Dos de tres. Más no que sí.

Asentí repetidas y exageradas veces.

— Entonces te voy a guiar. — Axel me tomo fuertemente por los hombros, sus grandes manos abarcaban gran parte. En sus brazos yo me sentía protegida y era como si nadie podía hacerme daño, lo más irónico era que él era quien me hacía daño. Aún sin quererlo y sin intención, Axel me estaba matando por dentro.

— Disculpe... permiso... voy a pasar... — perdí la cuenta de con cuántas personas habíamos chocado en el centro comercial, solo sé que no fueron pocas. Y eso que Axel no tenía los ojos vendados.

— Para aquí enana. — Axel se detuvo en seco, lo que hizo que casi me fuera de bruces al suelo. Si no fuera porque él me atrapó justo a tiempo.

— ¿Me puedo quitar la venda de los ojos? — ya paralé a esta tortura, por favor.

— No aún, solo da unos pasos y corta lo que sea que está ahí. Ten... — esperen ¿Qué? — Bueno no.

Ahhh mi cerebro.

— Mía, te voy a quitar la venda de los ojos. — qué era lo que yo le acababa de decir.

Axel eres muy contradictorio.

— Está bien. — Axel retiro con suavidad el paño que me cubría mis ojos, tarde un poco en adaptarme a la luz artificial que colgaba de las lámparas del centro comercial. Cuando recupere la visibilidad al cien, por fin pude darme cuenta de que lo que tenía frente a mi iba mucho más de lo que un día llegue a imaginar.

Mire a Axel esperando que esto solo sea una broma, que me diga que solo es una mala jugada. Suspiré pesadamente Axel solía hacer muchas bromas pesadas, no me sorprendería que está fuera una de ellas.

Mi pasatiempo favorito siempre había sido leer y escribir, pero me gustaba más leer porque podía ver el punto de vista de otras personas. Sin embargo, la biblioteca más cercana estaba a casi una hora de mi casa, era casi imposible que tuviera el tiempo para estar yendo cada vez que terminaba de leer un libro. Por eso hacía mucho tiempo que no tenía libros nuevos en mi estante y los últimos que había leído eran de mis compañeros.

Pero estar parada aquí, frente a una nueva biblioteca, en el centro comercial. Me hacía sentir que una parte de mi volvía a nacer. Mire a Axel esperando que dijera algo, estoy tratando de ser positiva y que Axel me diga que no es una broma. Que enserio hay una biblioteca en medio del centro comercial.

— ¿Y bien? ¿No entrarás a comprar libros? — Axel me miró con los brazos cruzados y una ceja alzada.

— No tengo dinero. — le pregunté a Axel que ha donde íbamos a ir, pero me dijo que no me llevará dinero. Que está vez iba por su cuenta.

— Yo pago los libros que quieras. — Axel se encogió de hombros y me sonrió.

Mis ojos se abrieron exageradamente y salté a abrazarlo. Era el mejor regalo que me pudieron haber dado.

— Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias. — comencé a dar pequeños saltitos de felicidad en mi lugar y después entre a la biblioteca.

El olor a libros nuevos y a café inundaba mis fosas nasales, era una de las combinaciones que más amaba en el mundo. Comencé a mirar como una niña pequeña en una tienda de dulces, cada título que recorría, cada portada que veía, de lo único que me daban ganas era de agarrar todos los libros y llevarlos a mi casa.

Pero esta vez mi mejor amigo iba a pagar, por lo que decidí no excederme tanto, de todos modos la biblioteca me quedaría a tan solo unos pocos minutos de mi casa. Venir por libros ya no sería tan complicado. Sonreí involuntariamente, la vida también me estaba sonriendo. Por el momento, por ahora.

Y en un momento de adrenalina pensé en decirle a Axel mis sentimientos hacia él, pero después me di cuenta de que no me creería. Pensaría que solo estoy agradecida por los libros que me comprara. Supongo que mi declaración tendrá que esperar.

Para ti mejor amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora