31. "¡Mamá! ¡Un fantasma me quiere matar!"

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— ¡Sucio fantasma!

— ¡Ahí! ¡Ya! ¡Ya! ¡Ya! ¡Ya!... Me.. du.e..le... m..Is..cos..t..i..lla.as... — levante un poco mi cuchara de madera y antes de volver aterrizar la en las costillas del fantasma me di cuenta de que los fantasmas no hablaban...

— ¡Mamá! ¡Un fantasma me quiere matar! — grité sin compasión para los oídos de mi fantasma amigo.

— ¡Mia Alessandra Edison! — a caray, para ser fantasma es muy listo, ¿O era un ladrón?

— ¡Fantasma acosador! — seguí pegándole en las costillas con mi cuchara.

— ¡Ya basta, enana! — oh y aparte quiere sonar como Axel.

— ¡Fantasma que le quita la identidad a otras personas! — seguí pegándole aunque con menos fuerza porque mis manos se estaban comenzando a cansar.

— ¡Soy Axel!

Ah, ups. Eso explica muchas cosas.

Pare en seco y me atreví a abrir los ojos que hasta ese momento permanecían cerrados. Axel estaba cubriéndose su cara con ambas manos.

— ¡Porque finges que eres un fantasma Axel! — Axel bajo la guardia de sus manos y su mirada se encontró con la mía.

El nerviosismo recorrió cada parte de mi sistema.

— Ah, perdón. Se me olvidó contarte que ahora soy un fantasma la mitad de tiempo que no me ves. — habla Axel con sarcasmo.

Junte mis cejas y lo observe delicadamente, hasta que le di cuenta que estaba sobre el abdomen de Axel y está situación se estaba tornando incómoda.

— ¿Qué haces aquí? — me levanté rápidamente.

Estaba demás preguntarle cómo había podido entrar, ya que ayer mi madre le había dado las llaves de mi casa.

— Venía para que me ayudarás en mi trabajo de literatura. — Axel se levantó del suelo mientras se agarraba las costillas.

— ¿Te dolió? Lo siento. – baje la mirada e hice un puchero.

— Tranquila, no fue nada. — Axel se encogió de hombros y siguió mirándome sin apartar la vista ni un segundo.

— ¿Quieres helado?

~•~

— Entonces a las cuatro en la casa de Kill. — Shopia analizaba la indicación de nueva cuenta.

— Si y espero que no se demoren tanto... — vi pasar a Astrid sonriente como siempre. Tenía que hablar con ella por lo menos otra vez. — Lo siento, tengo que irme. — me colgué la mochila en el hombro derecho y corrí para alcanzar a Astrid que estaba por entrar a la cafetería.

— ¡Astrid! — Astrid se volvió sonriendo en mi dirección.

Volvía a ser la chica feliz que había conocido desde que me defendió aquel día contra las huecas de Elisa y Diana. Me estaba dando cuenta de muchas cosas y ahora sabía que la depresión nunca es reflejada en una persona que arrastra los pies y es antisocial.

La depresión y la tristeza pueden ser reflejadas en cualquier chica o chico que veas a diario, en cualquier persona con la que te topes. Porque la depresión es como la muerte, no le importa que estilo de música escuches, como te vistas o algo por el estilo. Puede ser incluso que la persona que siempre te saca sonrisas durante el día, llegue a su habitación a llorar. Por eso es importante no ser insensibles con las personas.

— ¿Qué pasa Mía?— su voz sonó suave y cautelosa, como si supiera el motivo por el que estoy parada frente a ella.

— ¿Podemos hablar?

— Escucha Mía, si es por lo del miércoles quiero decirte que estoy bien. No me afecta tanto como parece y si eres mi amiga, entenderás que esto no puede salir de entre nosotras. De hecho creo que fue una pésima idea que mi tío revelara esa información enfrente de ti, pero confío en que no se lo digas a Axel, sé que es tu mejor amigo y Diana su pareja sentimental, entonces... – Astrid habló relajada, como si estuviéramos hablando de la tarea de química o comparando respuestas de los ejercicios de matemáticas.

Asentí lentamente examinando cualquier pista que gritara apoyo, pero eso nunca pasó. Astrid me dedico una sonrisa sin mostrar sus dientes y sin más dio media vuelta y se marchó.

¿Qué tipo de persona te suelta una confesión de esa magnitud y luego simplemente te pide que lo olvides?

~•~

— ¡Vamos a la fiesta! — me grito Kill en la oreja.

El timbre había sonado hace unos cinco minutos, pero la clase de inglés me había dejado agotada de tanto pensar. (Sarcasmo amix)

— ¿Otra fiesta? — pregunto Andrew uniéndose a nuestra conversación.

— New York Times no es New York Times sin una fiesta cada semana. — me encogí de hombros.

— ¡Punto para ti bellota!

— ¿Bellota? — cuestione alzando una ceja.

— Oh Avellana, lo que sea, son sinónimos. — Axel llegó a nuestra pequeña conversación.

— ¿Qué te paso en la mejilla?

— Mía, Mía me pasó. — Axel gruño por lo bajo y luego me fulminó con la mirada.

— ¡Eras un fantasma! —le grité en defensa.

— El fantasma más guapo, amor. — Diana llegó a su lado y le besó en los labios por un largo periodo de tiempo.

Mientras Andrew, Kill y yo nos mirábamos un tanto incómodos.

— Supongo que quieren privacidad. — Andrew fue el primero en romper el silencio y el primero en salir, seguido por Kill y por mí.

Amaba ver qué Axel era feliz, era feliz sin mí pero eso no importaba. Mientras la oxigenada de Diana no le hiciera daño, supongo que no tenía problema... Supongo...

— ¿Entonces si vamos? Escuché que Neithen traerá a sus amigos. — Kill me pego con su codo en mis costillas mientras levantaba y bajaba las cejas de forma acosadora.

— No quiero saber nada más de Neithen. — alce la manos en señal de rendimiento.

— ¿Porqué? — cuestionaron el par de mejores amigos al unísono.

— ¡Porque me da miedo! — ups, creo que nunca les dije por lo que pase.

~•~

— Está bien Astrid, iré en quince minutos. — le confirme a la chica de ojos grandes.

— Espero que no me falles Mía. — Astrid suplicaba del otro lado.

— Confía en mí. — sonreí más para mí misma y luego colgué.

Astrid acababa de interrumpir un sueño muy cliché y estaba de más decir quiénes eran los protagonistas. Me pare perezosamente de la cama y cogí los primeros jeans que vi tirados en mi "acomodada" habitación. Tome una sudadera gris y me puse unos converse blancas.

Astrid solo me dijo que me quería en el campo en quince minutos, nunca dijo sí formal o no. Rápidamente baje las escaleras.

— ¿Quieres que te lleve?

— Por favor. — momento, ¿Qué? — ¡Ay! — le grité en la cara. — ¡Otra vez tú!

Axel retrocedió mientras se tapaba sarcásticamente los oídos. Ese chico me iba a matar de un susto o yo lo iba a matar con una de mis cucharas.

— ¡Perdón por querer llevarte! — Axel se encogió de hombros he hizo un puchero.

— Ven a mi fantasma mortal. — me acerque a Axel y extendí los brazos, el me imitó y nos fundimos en un tierno abrazo.

Mi corazón comenzó a latir demasiado aprisa cuando sentí que nuestros cuerpos chocaron.

Para ti mejor amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora