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Me desperté gracias al calor tan exasperante que invadió mi cuerpo, mi espalda sonó cuando intenté estirarme, bueno... Si se le puede al menos llamar "intento". Aún no traen mi comida, pero no creo que sea hora aún, pues la luz que siempre sale por debajo de la puerta, aún no aparece. Por lo que deduzco que no es hora de comer. Sin embargo, aprovecharé que nadie vendrá en un rato para continuar con mi historia.

""Al llegar a casa, sentí un profundo vacío proveniente de cada esquina del lugar. No quise subir a ningún cuarto porque sabía que era en vano. La soledad que se encontraba en esa casa, se podía notar desde afuera. Pero siempre está esa esperanza que te hace pensar, más bien, imaginar que todo pudo haber sido diferente, todo pudo haber pasado de otra manera, entonces te golpea la realidad sabiendo que él "hubiera" es inexistente y que todo pasa porque así tiene que pasar. Me senté en el mueble y mis tres guardaespaldas me dejaron sola un rato allí, porque yo se los pedí. Pensé, pense y pensé. Si quizá yo le hubiese preguntado un poco más a Karen como se sentía, o si quizá yo hubiese estado un poco más con ella... No lo sé, ahora siento que yo tengo la culpa porque es así como se siente un duelo. Piensas que eres el culpable de cada cosa que pasó y que si no las hubieses hecho como las hiciste, esa persona estaría contigo, pero solo es tu subconsciente tratando de arruinarte aún más en la depresión en qué te encuentres. Pero, ¿Estaba realmente viviendo un duelo? ¿Dónde estaba Karen, dónde estaba Deblin? ¿Cuál de ellas dos era realmente la dueña de aquel cuerpo? Y si alguna de las dos era la víctima, ¿Por qué no aparece ninguna? ¿Y por qué aquel policía me trató de aquella forma? Me quiso dar a entender que debía callar y decir que ella era Karen, pero ¡Dios! Que está pasando.

Subí mis pies al mueble y me abrace a mi misma queriendo sentir refugio en mi, intentando compadecerme a mi misma y convenciendome que no debo pensar todas esas cosas malas sobre mi y que no es mi culpa nada de lo ocurrido. Y quería llorar. Que sensación tan aterradora. Querer llorar y no poder hacerlo porque no sabes ni por qué quieres llorar. Es que por qué debía hacerlo. Por un momento pensé en aceptar que era Karen aquella chica que ví en el suelo, y que si se suicidó, seguir con mi vida, poner punto final y ya está, esa decision la tome unos dos segundos antes de quedarme dormida.

Cuando desperté estaba en mi cuarto, el rayo de sol que salía por mi ventana me hizo hacer una mueca, mierda ya era de día, ¿Había dormido tanto? Que ironico que hace apenas unos días lo que menos podía era dormir. Es cierto eso que dicen que cuando el alma está cansada duermes mucho... Me levanté pensando que estaba sola en mi habitación, pero en el piso, en un colchón casi igual de delgado que una alfombra se encontraba él. Mi buen amigo y único amor, Jym. Me agradaba su compañía porque nunca me dejaba sola, me hacía sentir segura, que no me podía pasar nada porque él me iba a proteger, que linda sensación, sentirte respetada, amada y segura de ti misma y correspondida. Que lastima que ninguno se ha atrevido a dar ese paso, ese paso tan importante y que lo haría especial si a ambos no nos diera miedo, pffs si tan solo no nos diera miedo...

Quise levantarme sin hacer ruido para que Jym no se despertara, pero fue en vano, mi teléfono comenzó a sonar. Entonces me devolví de inmediato a la cama y tome mi teléfono que se encontraba encima de una mesita justo al lado de la lámpara de luz. Era un número desconocido. Sentí un escalofrío, que extraño que justo ahora es que me llega una llamada de un remitente con número que no conocía, sentí miedo al contestar pero quería saber quién estaba al otro lado de la línea, entonces contesté un poco nerviosa.

-¿Ssi?-Apenas solté.

-¿Sara? Soy yo, tu padre.

No. No. No.

¿Ahora se viene a aparecer? Pasaron ocho años para yo poder escuchar su voz nuevamente, se me había olvidado hasta su rostro. Desconcertada e indignada también a tal falta de respeto de su parte, colgué, no le dije más nada, quizá debí decirle que se fuera al diablo pero no quise ser grosera. Era mi padre de todas formas. Cuando me salí de la llamada note que tenía un mensaje en WhatsApp el cual abrí de inmediato, la señorita Lili, mi maestra de literatura, se había encargado de todo el "funeral de Karen". Sentí, en la boca de mi estómago, como los nervios y la ansiedad me invadía, otro problema al que tenía que enfrentar pero del que me quería negar totalmente. Entonces pensé, si Jym despertaba y veía que yo estaba aquí aún, me iba a hacer ir a ese funeral, yo no quería asistir, pues a mí todavía se me hacía muy extraña la manera en la que todos estaban actuando y la manera en la que "murió". Me levanté, tome unos pantalones nuevos, una blusa vieja, un suéter algo sucio y los tenis aún mojado del día anterior. Mierda están muy mojados, debería buscar otros.

Anna DallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora