21. Una historia que nadie nos contó.

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Deblin no estaba en un internado en Suiza, ni en Crombeel, ni en ninguna parte, ¿por qué su madre nos quería ocultar algo así? En ese momento solo tenía ganas de hablar con alguien: la señora Duth. Teffi me decía que la señora no nos diría nada, porque ella casi no le gustaba hablar de los problemas de su casa con los demás, pero yo le dije que no se trataba de un problema de su casa, se trataba una chica que iba con nosotros al mismo instituto, una chica que lleva desaparecida casi un mes, una chica a la cual nadie le está dando importancia cuando deberían de darle la misma que ahora le estaban dando a Karen, Teffi coincidió conmigo y quedamos para ir a la mansión Duth justo después de salir de dónde Leo. Contaba con muy poco tiempo, ya que esa misma tarde tenía que ir a la estación de policías a declarar, Leo se tardó un poco y nos hizo perder mucho tiempo en su casa, esperando la información que nos daría, pues nos dijo que no le dejáramos solo. Después de lo que hablé con Leo, él le pidió salir una noche a Teffi, le dijo que quería hablar con ella de un tema importante, minutos después él me hace una seña de que no le hará daño. 

Teffi y yo caminábamos a la casa de Deblin con un paso algo apresurado, el dueño de aquel teléfono que me dejaron en mi casa, supongo que es el hombre, no me había vuelto a llamar, no se había aparecido, no habían llegado más cartas, todo eso era muy raro. Camino a la urbanización dónde se encontraba la mansión de los Duth, saqué mi teléfono para llamar a Zack, no lo veía desde, en ese momento, el día anterior cuando todos fueron a mi casa, su móvil repicó muchas veces pero no contestó, le envié un mensaje, quería contarle lo que habíamos descifrado en ese absurdo laberinto en el que nos encontrábamos. Cruzamos a la derecha dónde había un señor vestido de negro con una gorra que decía seguridad, en cuanto vio a Teffi nos dejó pasar de inmediato, caminamos unos minutos más para luego llegar a la mansión Duth. Teffi tocó el timbre, una chica con un vestido negro y delantal blanco abrió y nos hizo pasar, el protocolo de entrada por el que yo pasé cuando fui a dónde Teffi la primera vez no fue el mismo que este, ya que todos aquí conocían a Teffi, sabían a que casa iba y que papel cumplía en la familia Duth. 

-Hola, cariño, ¿cómo estás? Tiempo sin verte por aquí...- Dice el señor Duth cuando entramos a la sala de estar, vestía con un traje negro y corbata blanca, estaba sentado en un mueble hablando por teléfono.

-Hola, ¿está la señora Duth?-Teffi sonrió. El señor asintió a la vez que una señora de unos treinta bajaba por las escaleras con su bata de dormir y un kimono puesto, sus ojos estaban rojos e hinchados, su rostro reflejaba sufrimiento, parecía haber llorado mucho, cuando nos vio intentó subir las escaleras, pero Teffi la detuvo, "Suban" fue lo único que dijo. 

Nos llevó hasta una habitación con paredes moradas, había una cama matrimonial, un ventanal se podía ver a penas abrían la puerta, varías fotos de Deblin pegadas a la pared y una peinadora con mucho maquillajes desordenado.

-Así lo dejó la última vez que estuvo aquí, no lo he ordenado porque esto es lo único que tengo de ella.- Nosotras estábamos dentro de la habitación, mientras que la señora Duth estaba apoyada con su cabeza  en el umbral de la puerta, desganada, con la mirada perdida, sus brazos cruzados y su cabello despeinado. Teffi la tomo por el hombro, luego me miro, me tomo a mi por la muñeca y me llevó hasta el ventanal.

-No podemos preguntarle nada, Sara, mira como está, le va a dar algo.

-Teffi, tenemos que saber qué pasó con Deblin, sino, ¿para qué vinimos? Estamos muy cerca, no me puedo echar para atrás.- Ella bufó como respuesta y caminó hacía dónde estaba la señora Duth.

-¿Qué pasó con ella?-Preguntó mi compañera, quien se negaba hace unos minutos por hacerle más daño a la madre de su mejor amiga.

-Ella está...

-En un internado en Suiza, ¿no vinieron por eso antes?- Interrumpió el señor Duth, tomando a su esposa por el hombro mientras ella lo miraba con sus ojos aguados, negó con la cabeza, él demandaba en su mirada seriedad hacía ella, apretando su mandíbula muy fuerte.

-Lo siento George, pero no puedo hacer esto.-Soltó en sollozos la dulce y tierna mujer que estaba enfrente de nosotras, me paré a un lado de Teffi, ella me miraba confundida, yo solo podía estar pendiente de el dialogo que había entre los Duth, el señor le susurró algo al oído de la mujer, a su vez que ella se alteró y comenzó a gritar, Teffi corrió a abrazarla, yo siempre iba a su lado, pero el padre de Deblin se negó.

-¡Déjenla ya! ¿A caso no ven como la han puesto de tantas preguntas?-Fruncí el ceño.

-¡Deblin está muerta! ¡Mi hermosa hija está muerta!-Gritaba con desesperación la señora Duth mientras ponía sus manos en la cara y trataba de rasguñarse. 

-Largo de mi casa, ¡AHORA!- Nos gritó aquel tipo muy fuerte, Teffi y yo nos quedamos estupefactas en el mismo sitio, sin mover si quiera un solo cabello, hasta que yo por fin hablé.

-¿Cómo nos pide hacer eso en un momento así? Ha sido su culpa por susurrarle quien sabe qué cosas, todo este tiempo creíamos que ella se había ido muy lejos cuando en realidad ha estado... Lo que le está haciendo a su mujer y lo que le ha hecho a Deblin lo va a pagar muy caro.

Teffi me tomó por el antebrazo y nos hizo dirigir hasta la salida, la única respuesta que tuve de parte del señor Duth fue ver su mandíbula apretada y su rostro llenó de furia. Hay algo que no nos han contado aún, y tengo que saberlo.  

-Dios...- Fue lo único que pudieron salir de los labios de Teffi una vez que estuvimos afuera, ya lejos de los Duth, Teffi se detuvo y llevo de inmediatamente una mano a su boca, se giro hacía mi, sus ojos estaban rojos y húmedos, yo solo la abrace.-Mi mejor amig...-Y se ahogo en un llanto, hundiendo su rostro en mi hombro. Fue desesperante para mi verla así en ese momento, principalmente porque no sabía qué debía hacer, el tiempo valía como oro, y sentía que cada minuto en que estábamos ahí, a mitad de la calle, ella devastada y yo sin saber qué hacer, era minuto perdido. No me sentía con ganas de querer estar triste, o pensar en tristeza, así que me arme de fuerzas y le hable.

-Ay, amiga, no creo que lo que te diga sea lo conveniente, no sé, sinceramente, qué decirte. Solo tienes que elegir entre seguir con esto y descubrir que ocurrió o  irte a tu habitación y estar sola... Cualquier decisión que tomes yo te apoyaré.-La pelirroja se limpio sus lagrimas, suspiró, se tranquilizó y por fin habló.

-Seguiré contigo, Sara, pase lo que pase seguiré contigo.-Una sonrisa se escapó de mis labios, Teffi trato de hacer lo mismo pero lo único que pudo hacer fue una mueca rara, la tome de las manos y seguimos caminando. Me di cuenta que no había rumbo fijo, no sabía adónde iríamos, mientras caminaba pensé en Leonard, necesito contarle a él y a Zack todo lo que ocurre, me detuve e intenté llamar a Zack, pero su teléfono estaba fuera de servicio, llamé a Leo, pero no contestó, entonces decidí ir hasta la casa de este último.-¿Adónde vamos?-Me pregunta mi amiga como si estuviese leyendo mi mente.

-Vamos a la casa de Leo, necesito contarle todo esto...-La vi algo dudosa, después hablé otra vez,-pero si no quieres ir, no importa, después te llamo.

Ella asintió, me abrazó y luego caminó en dirección contraria de donde estábamos, yo seguí caminando a la casa de Leo, nada me impediría, ni siquiera el nuevo alguacil, ir a la casa de mi amigo de confianza. Los planes de ese día que Teffi y yo habíamos hecho, no salieron como esperábamos, ya que primero iríamos a la casa de Leo y de ahí a la estación de policía, pero no, recorrimos otro trayecto, trayecto que no estaba en ningún plan. Tomé la decisión por mi cuenta de no ir a declarar, no iría hasta que no tuviese lo que quería; saber quien era el asesino. No podía conformarme con tan sólo míseras pistas que había recolectado gracias a mi impertinente curiosidad, solo teníamos suposiciones de lo que había ocurrido. Nada era cierto. No había nada que pudiera confirmar que era así. O por lo menos no ahora. Con Teffi dirigiéndose hacía su casa y yo a la de Leo, pensé que las cosas serían muy fáciles, y así fue hasta que llegué a la casa de mi amigo y un amargo encuentro me bloqueo totalmente de todo lo que ya llevaba maquinando en mi cerebro. 

Anna DallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora