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Me despierto al sentir un calor por todo mi cuerpo, comienzo a mirar hacia los lados pensando en lo que había pasado y los rostros que había visto, estoy en la misma habitación, está vez estaba todo limpio. Mierda esta todo limpio. Rápidamente me reincorporo para revisar si debajo del colchón seguía mi cuaderno, después de un rato lo encontré. Me senté aliviada en el piso, ¿Que había pasado? No recuerdo nada de lo que pasó pero tengo mucha sed. Pase horas mirando el techo y dando vueltas en el mismo lugar esperando a que alguien entrara pero nada, la claridad de la puerta comenzaba a desaparecer. Ahora solo iluminaba la habitación ese bombillo amarillo que caía sobre el techo. Me siento tan confundida, pero más que eso, siento un dolor inexplicable en la parte baja de mi abdomen, no sé cuánto tiempo llevo aquí pero espero morir antes de que llegue mi periodo porque sería más torturante para mí... Y asqueroso.

Al ver que nadie se apareció en todo el día comienzo a morir de hambre, bueno, no sería una manera muy justa de morirme pero al menos moriré. Deje de pensar en eso porque al voltear hacia mí izquierda, pude ver en una silla un plato con un pan y un vaso que supongo contiene agua. Morir de hambre no va a ser mi destino. Me estire un poco hasta llegar y tome el pan ya duro entre mis manos, comí y bebi agua. Suspiré. ¿Que había pasado? ¿Por qué sentía que mi cabeza explotaría? Ya no tenía sueño, así que tome mi lápiz y mi cuaderno y volví a escribir.

"Después de ver a Zack en el cementerio, Jym me llevó a mi casa a buscar ropa para quedarme en la suya, no quería quedarme en ese lugar. Pensamos que lo mejor era estar con él, sin embargo yo le pedí que solo fuera por esa noche, no quería molestarlo, tampoco quería hacer parecer mas incómoda la situación en la que nos encontrábamos, pero él insistió en que no habia problema. Al llegar a mi casa, sentí una extraña sensación, quizá era el vacío que parecía tener desde fuera, abrí la puerta y entre, el olor a hogar me llego a la nariz a su vez que muchos recuerdos a mi mente, y una pequeña brisa sopló en mi rostro haciendo mover mi cabello. Subí las escaleras y fui a mi habitación, tome muchas cosas y las metí en la mochila del instituto para luego salir. No recuerdo que era lo que iba a buscar... ¡Ah! mis audífonos, Karen los tenía desde el otro día que se los preste. Entonces fui hasta su habitación. Sentí miedo al tomar la perilla de la puerta, pero me convencí de que debía hacerlo, cuando la gire la puerta se dejó abrir sola sin yo empujarla. Al adentrarme sentí el aroma de su perfume, un escalofrío invadió mi cuerpo en ese momento, pues parecía haberse regado por el lugar hace pocos minutos. Camine hacia la peinadora al ver mis audífonos allí, pero cuando avance sentí una presencia detrás de mí. Tuve miedo de girarme. Pero cuando al fin lo hice me sobresalté al ver el cuerpo gigante y viejo que estaba frente a mi.

-Hola, hija.- Suelta William, mi padre.-Hace ocho años que no veía su rostro y aunque había pasado tanto tiempo en sus ojos aún existía ese vago vacío que tenía cuando yo estaba pequeña, ese que me hacía preguntarme por qué tanta tristeza.

-¿Crees que es justo para nosotras aparecerte ocho años después?-Dije furiosa pero calmada, meditando en mi mente casa frase que iba a decir. El no respondió.-No estuviste en el cementerio, enviaste a tus hermanas ¿Para que? ¿Para ocupar tu lugar como siempre?-Al ver qué no respondía yo seguía hablando, tenía que soltar todo lo que llevaba atorado, mejor dicho, tantos años que llevaba atorados.-¿Y que me dices de cuando nos graduamos en primaria? Cada estudiante con sus representantes y nosotras, solas. Y cuando aprendimos a andar bici, en nuestro cumpleaños. ¡¿Dónde mierda estabas?!

El llanto comenzaba a invadir mi cuerpo pero yo no quise dejar que me consumiera, quería hacerle ver qué ya no era esa niña que él abandono hace tanto tiempo, pero es que no era yo la que estaba hablando, era mi niña interior la que tenía tantos sentimientos y tanta tristeza por su ingrato abandono.

-Te pareces a tu madre cuando me reclamas cosas del pasado...-Lo observé, quise llorar, realmente tenía muchas ganas de huir de alli.-Siento no ser el padre perfecto para ti, Sara, no me la he pasado bien estos últimos años. Me gustaría poder arreglar las cosas contigo.-Muchas veces mi orgullo me traía problemas con respecto a relaciones amorosas o amistades, quizá más que orgullo era mi apego evitativo, por mucho tiempo lo odie porque me hacía a ser sentir mal a las personas que solo me querían dar amor, sin embargo le agradecí a mis tramas del pasado haber podido reaccionar de esa forma cuando mi padre quiso hacer como que nada paso. Esta claro que para soltar debo aceptar, pero ¿Debía aceptar que mi padre era un machista de mierda sin responsabilidad afectiva? Estaba segura de que si lo recibía de nuevo, me haría lo mismo. ¿Quien me puede decir que no es verdad lo que pensaba en ese momento y lo que ahora en este cuarto tan escalofriante sigo manteniendo en pie? Claramente aceptaría sus disculpas, porque todos tienen derecho a perdonar y ser perdonados pero ¿Cambiaría eso algo en mi? ¿Me haría sentirme más aliviada perdonarle? Williams soltó una pequeña risa, pero muy mínima.

Anna DallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora