El cerrojo de la puerta suena, y yo trato de esconder rápido mi cuaderno, me dio tiempo sólo de guardarlo en mi espalda, debajo de mi blusa, ya que alguien entró muy rápido a la habitación. La luz que provenía de afuera cuando la puerta se abrió me encandilo y no logré ver de quien se trataba, cuando cerraron la puerta la vela se apagó y todo quedó oscuro.
-Hola, dulzura.- Me dijo una voz femenina... Esa voz. Tenia los brazos cruzados, unos lentes y una gorra negra tapaba su cabello.- ¿Como has estado?-Esta mujer me estaba dando miedo, su manera de caminar, su vestimenta y su tono de voz. Vestía toda de negro, caminaba como si estuviese borracha y drogada al mismo tiempo, habla con un tono dulce y espeluznante, a medida que se iba acercando a la cama yo me iba pegando más a la madera fría de ya dicha cama.-Vamos, no me tengas miedo. Aún no es hora de matarte.-Soltó una carcajada.- Era broma Sally.- Mis ojos se abrieron como plato, ella tapó su boca con una mano mientras soltó una risita. Solo había una persona que me llamaba así por fastidiarme.
-¿Que quieren? ¿Quienes son ustedes?- Solté casi en un sollozo, el hombre se encontraba parado a un lado de la cama, no me dí cuenta que ambos estaban aquí hasta ahora. Mi nerviosismo era notable, al igual que el miedo en mí. La mujer echó una carcajada maligna.
-No tengas miedo cariño, no te haremos daño... No aún. Te amamos y lo menos que queremos es que te pase algo, que sufras, ¿entiendes cariño?- Ella seguía hablando, pero yo ya no escuchaba, me concentré en el trapo blanco que tenía en sus manos aquel hombre y en las manos de la mujer buscando mis pies, los acariciaba como si fuese un gato que estaba acostado en su regazo.
-¡Ya díganme quienes son ustedes!- Las lagrimas caían por mis mejillas, el miedo se apoderó de mi más rápido de lo que normalmente lo hace, mi voz salía quebrada. Ella tomo una bocanada de aire, como si estuviese cansada, se levanta de golpe, le quita el trapo al hombre y se abalanzó sobre mí, yo me abrace así misma mientras me repito en mi cabeza que ya no tengo escapatoria, cuando reaccioné para poder escapar, el hombre me agarró de los brazos y me acostó de un sólo jalón a la cama haciendo que ella se subiese ahorcadas sobre mí. Todo pasó tan rápido que no tuve tiempo de pensar en una manera para escabullirme.- ¡Suéltenme! Por favor... por favor...- Ya no podía decir más nada, mi cuerpo se relajó, mi voz se hacía más diminuta, no me quedó fuerza en el cuerpo cuando inhale el trapo en mi nariz. Me limite a cerrar los ojos, mi cuerpo cayó en un sueño profundo, pero yo podía escuchar todo lo que decían.
-Esto es todo, no le podemos hacer daño.-Espetó la chica, escuché unos pasos, supongo que se bajó de encima de mí.
-¿Por qué le haces esto?- Expresó él.
-Porque ella sabe mucho, necesitamos borrarle la memoria para así asegurarnos que no recuerde nada del otro día, dónde nos encontró hablando. Sara es muy inteligente.
-Si, pero, no le borraremos la memoria, la terminaremos volviendo loca, se tienen que usar dosis trasdérmicas que no superen los 330 microgramos (µg) de escopolamina* cada día. Tú le das más de eso, cada que se te venga en gana. Esto provoca delirio, y en algunos casos la muerte. ¿Si lo sabes?-Comentó con preocupación él.
-Pues aún mejor.- Soltó una carcajada sonora.- Da igual que se muera, es divertido verla sufrir. ¿O no?
-Oye, creo que ya te estás excediendo...-Escucho pasos y la puerta cerrarse. Párate, ya se fueron, me decía una voz, le hice caso. Me levante de la cama, mi boca estaba reseca, mi cuerpo temblaba y mi vista se tornaba borrosa. Vamos levántate volvía esa voz, tomé fuerza y me levanté tambaleando, pero de la misma forma caí de golpe en la cama. Estás débil, Sara, mejor quédate ahí , le hice caso nuevamente a esa voz, gire mi cabeza por todos lados buscando esa voz que tanto me hablaba, pero no lograba encontrar a nadie.
-Aquí, hey...-Me dijo alguien, mientras hacia un ruido con sus labios, como quien llama a un perro. Volteé hacía una de las equinas de la habitación un poco oscura.- Ven tonta, ayúdame.
-¿Quien eres?- Musite.
-Ven y lo sabrás- Soltó divertido, mientras yo intentaba levantarme de la cama, tambaleándome llegué a dónde estaba, mientras me acercaba noté que era un niño. Se estaba acurrucando en la esquina mas oscura de la habitación. Cuando estuve frente a él, me senté en el suelo, estaba frío. Su cabello de color marrón, junto con sus ojos, y el pequeño lunar al lado de sus labios, me recuerdan a alguien que conozco.-¿Te acuerdas de mi, Sara? Soy yo, tu mejor amigo, Jym.
-Como vas a ser él, si eres apenas un niño. Jym es mayor que yo...-Me interrumpió la risa del niño.
-Pues claro que soy mayor que tú, tonta ¿acaso te crees de quince?- Él se sigue riendo, cada vez mas fuerte, me levanto de golpe y me balanceo tratando de llegar a la cama. El niño se levanta furioso del piso y camina hacía mí yo lo miro aterrada cuando comienza a gritarme con la voz de mi padre,-¡ERES UNA TONTA SARA!- mientras que a su vez, la voz de Karen pidiéndome ayuda me atormentaba por otro lado, y así mismo la de muchas personas más me gritaban. Me tape los oídos con mis manos, mientras lloraba solté un grito de desesperación.
-¿Que te pasa?-Entra alguien a la habitación, pero no quiero ver quien es, me abrazo a mi misma, ¿y si es ese niño otra vez? Seguí llorando, me tomaron por los hombros cuidadosamente y yo me sobresalté.- Ya, cálmate.- Me decía consolándome, tratando de que levantara mi rostro, pero estaba tiesa en mi sitio, no quería moverme, no emitía ningún sonido, sólo lloraba en silencio. Tenía mucho miedo.-Hey, tú, trae un tranquilizante, Sara está temblando mucho, está sudando frío, parece tener miedo.-Era aquel hombre el que estaba allí.
*La escopolamina es una droga altamente tóxica y debe ser usada en dosis minúsculas; por ejemplo, en la profilaxis de la cinetosis (mareos vehiculares), se usan dosis trasdérmicas que no superan los 330 µg cada día. Una sobredosis por escopolamina puede causar delirio, y otras psicosis, parálisis, estupor y la muerte.
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Anna Dallas
Gizem / Gerilim"Anna Dallas" Relata la historia de una pequeña joven secuestrada por un hombre que solo la encierra en un cuarto sin hacerle daño... Sólo por momentos. Mientras ella intenta pedir ayuda escribiendo en su cuaderno para luego lanzar lo por una pequeñ...