28. Mi lugar favorito.

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-Sally, hermana, corre.-Reía Karen mientras se escondía.

-Silencio, nos van a descubrir.-Le respondí muy risueña.

-Las voy a encontrar.-Soltó mi madre con un tono gracioso y sonoro. Solemos jugar a las escondidas casi siempre, a mi madre y a mi padre les encanta jugar con nosotras.- ¡Aquí están!- Varias carcajadas inundaban la habitación, hasta que observe a mi madre. 

-Mami, por que tú cara se ve así.-Le dije con tristeza. Su rostro, totalmente desfigurado, pálido y lleno de gusanos, se giró hacía pared donde se encontraba el espejo. 

-Que ocurre Sally, no tengo nada.-Se rió. Solo veía su reflejo en el espejo, al mismo tiempo que veía como alguien, mejor dicho Karen y mi padre, corrían con un cuchillo hasta llevársela, rompiendo el espejo y desvaneciéndose del lugar. 

Desperté, parecía ser el mismo lugar en dónde me encontraba en mis sueños. A diferencia del extraño dolor de cabeza, solo escucho un pitido en el oído, mis ojos responden a la claridad que inunda la habitación. Mi boca está seca, tengo mucha sed, pero al intentar sentarme un voz me detiene.

-No hagas tanta fuerza. Ven, te ayudo.-Mi ángel me ayudo a levantarme mientras que me alcanzó el vaso de agua que había en la mesa al lado de la camilla dónde reposaba.- ¿Como te sientes? ¿Bien?-Asentí. 

-Gracias.-Solté apenas, después de beberme un largo sorbo de esa tibia agua.-¿Como llegué aquí?

-Después de que logramos salir del hospital abandonado dónde te tenían, te desmayaste en la ambulancia, al parecer tenías algún tipo de desnutrición, los médicos te pusieron suero y dijeron que estarías mejor en dos días, y así fue.-Dijo después de acomodar un mechón de cabello que estaba en mi rostro. 

-¿Dos días?-Pregunte muy sorprendida.

-Sí,-rió, tiene la sonrisa más linda del mundo.- cuando llegamos no quisiste responder al tratamiento, por lo que llegaron a la conclusión de que tenías que descansar, yo siempre estuve aquí acompañándote. A tus amigos les contentaría saber que despertaste.-Tragué saliva. Andrés salió de la habitación. No puedo creer que por fin esté fuera de ese asqueroso lugar dónde estuve encerrada por más de dos meses. No puedo creer haber salido del infierno que viví. Mis ojos, al ver cruzar por el lumbral a aquel chico de cabello castaño junto con otro de cabello rojizo y una chica de baja estatura, hermosa; no hicieron más que inundar mi rostro de lagrimas de felicidad. Todo pasó en cámara lenta, pero a pesar que me costaba moverme, me lance hacía ellos para no querer soltarlos nunca. Zack fue el primero en abrazarme, luego Teffi y a su vez Jhon, pero Leo, no estaba por ningún lado. Hubo un silencio bastante cálido después de un rato. Y aunque ya era hora de soltarlos, yo no podía, no quería hacerlo. Nunca sabes cuando será la última vez que abrazarás a quienes más quieres, y en mi caso, yo no recuerdo cuando fue nuestro último abrazo anterior a este. 

-Hace cinco meses te juro que en mi vida te hubiese abrazado de esta manera, pero aunque pienses que te salvamos, has sido tú la nos salvaste a todos, eres muy importante para mi, amiga.-Pudo hablar apenas Teffi, quien con lagrimas en los ojos y su voz entrecortada no quería soltarme al igual que yo.

-De verdad pensé que nunca te volvería a ver.-Me abrazó Jhon, aunque se haya secado la cara, sus ojos se notaban un poco hinchados y al decir esas palabras ya no pudo ocultar el hecho de que sí estaba llorando. Luego me soltó cuidadosamente.

-No te vuelvas a meter en este tipo de asuntos por favor.-Reprochó irónicamente mi amigo Zack. Quien me acompañó y nunca me abandonó. Me abrazo hasta que por fin pude hablar.

Anna DallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora