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Después de unos minutos el chico bajito de gafas salió de la sala con su mochila llena de cables y ordenadores. ¿cuanto tiempo había pasado ahí? Miré como aquel extraño chico lleno de granos se metía en el ascensor para desaparecer de aquella sala con la misma cara incexpresiva con la que había entrado.

El resto de personas que estaban conmigo en aquel cuarto lleno de sillas no tenían pinta de ser demasiado distintos al chico que se acaba marchar. Todos los ahi presentes parecían haber salido de una de esas películas americanas sin apenas argumento donde el chico pringado se convertía en el hombre por definición mas perfecto del mundo, salvo que parecían que todos aún seguían en la primera fase . Junto a mi estaban otro joven lleno de tatuajes y pircings; una hombre de unos cuarenta años; una chica alta y esbelta con un loro en su hombro; un niño de apenas dieciséis años; y dos gemelas que realmente daban un poco de miedo por la manera en la que iban igual vestidas.

Ya llevaba unos cuantos días en Seoul, pero hasta ahora no había visto en toda mi estancia tantas personas que llamaran la atención tanto como las que veía ahora.

Miré mi reloj. Ya llevaba ahí sentada casi una hora. No entendía nada. Los dos ya no eran famosos pero ¿por que habían tantas personas que querían vivir con ellos?

—Lidia Perkins.

La puerta se entre abrió y por ella pude escuchar como una voz un tanto juguetona decía mi nombre. Los pelos se me pusieron de punta al identificar de quien se trataba.

Me puse de pie con la mirada de las gemelas puestas sobre mi y comencé a andar hasta aquel cuarto. La verdad es que no estaba muy segura de lo que tenía que decir. ¿Como se supone que lo haría? En este caso lo tenía mas difícil que con Jungkook y con Nam, ya que ellos estaban por separado. Jamas llegué a pensar que incluso en esta realidad ellos seguirían manteniendo una relación de amistad.

Sin darle mas vueltas entré por la puerta en aquella sala donde solo había un escritorio y tres sillas, dos de ruedines y otra mas simple de patas, semejante a las sillas que solía utilizar en la escuela. El suelo estaba cubierto por una moqueta gris de apenas un centímetro de altura mientras que las paredes de crema estaban totalmente libres de cualquier tipo de decoraciones o cualquier otro objeto. Solamente en la pared contraria a la de la puerta había una ventana con las persianas medio corridas por la que se podía ver el cielo azul de Seoul.

Los dos asientos detrás de la mesa estaban ocupados por dos figuras masculinas que estaban dándome la espalda. Quizás querían dar la impresión de ser los dos típicos malos de las películas de niños pequeños, pero eso no era posible debido a que el respalde de la silla no conseguía cubrirles ni de lejos el cuerpo entero.

Supuse que el que me había llamado había tenido que correr hasta su asiento para que cuando entrara les pillara en sus posiciones actuales, por que en aquel cuarto solo había tres personas. Yo, y los dos chicos que se encontraban sentados en dos de las sillas rotadoras tras el escritorio dándome la espalda, impidiéndome así que pudiera verles la cara.

Lentamente se dieron al vuelta, con una sincronización simplemente nefasta, dejándome ver sus dos rostros.

Sincermante, esa situación llegaba a ser tan patetica que a penas podía pensar con claridad, pero todos esos pensamientos se borraron de mi mente cuando ví sus rostros. Sin duda daba igual lo extraña que fuera esa entrevista, por mucho que no me gustara decirlo aquellas caras compensaban todo lo malo.

—Buenos días.— habló el chico el chico de pelo grisaceo que me había abierto tratando que su voz sonara mas dura de lo normal, sin embargo su tono era tan dulce que a penas podía imponer demasiado.

—Buenos días.— dijo el otro de la misma manera unas milésimas de segundo mas tarde.

Ambos se miraron al mismo tiempo confundidos. Como si creyesen que esa frase la tenía que decir solo uno de los dos. Pero lo solucionó el chico pelirrojo que me abrió abierto la puerta y de que tan bien me sabía el nombre.

¿Quienes sois?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora