Azucar amargo.

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-¡Hey! ¡¿Where are you going?!

Maldita Siri.

Mis piernas no se detuvieron al escuchar el décimo comentario desagradable que había recivido en esos minutos que llevaba andando en aquella calle. <<No me vendrá mal andar un rato a tomar el aire libre>> ¿En serio Lidia? ¿En serio?

Cuando salí del metro unas cuantas estaciones antes de las que realmente debía bajarme, para quedar con Ji-Sung ,me encontré a mi misma aislada en un barrio donde dios sabe cuantos borrachos se la pasaban bebiendo en los sucios bares que aquel lugar ofrecia. Las farolas que transmitían un brillo amarillento apagado hacía que todo tuviera un aspecto mucho mas descuidados. Era como si el camión de la basura no pasaba por aquel lugar, ya que una gran cantidad de botellas, envases y cartones se acumulaban por todas partes.

Esta zona era parecida al sitio donde fui a buscar a Jungkook el día que le llame borracho, eso es lo que pensé al principio hasta que descubrí que era por que así lo era realmente. Me empeñé en recordar el nombre del barrio para prometerme a mi misma que no volvería ahí por las noches y es que parecía que el destino quisiese que acabara ahí, simplemente esperaba que no muerta.

Mis piernas iban todo lo rápido que podían y mas de una vez me replanteé en sacar el movil para llamar a Nam y así sentirme mas segura, pero si lo hacía pensaba que así daría mas escusas a la gente que me rodeaba para que me atracaran.

Odiaba sentirme asustada en ese tipo de situaciones cuando sabía que en realidad seguramente estaría juzgando a la gran mayoría de aquel lugar. Siempre he creído en la humanidad de las personas y nunca me ha gustado juzgar a alguien por, tanto su desaliñado como hortera imagen. Muchos pensaban que nuestra ropa y objetos que tenemos delatan quienes somos y aún que creía ligeramente en esa forma de pensar también sabía que no se podía aplicar a todo.

Eso si, los comentarios en un ingles nefasto que estaba oyendo me estaban poniendo los pelos de puna.

Cada vez que veía como uno de los callejones terminaba me sorprendía a mi misma viendo que ,para mi desgracia, venía otro mucho peor, como era el caso de ahora. Al girar la esquina ví una calle mucho mas pequeña de unos veinticinco metros de distancia, sin apenas locales y con las aceras totalmente desiertas.

Oh no.

Me sentía horrible por lo que estaba a punto de hacer. No quería ponerme a correr hasta salir de ahí, por que simplemente estaría asumiendo sin conocer los hechos que la gente de aquellas calles eran unos delincuentes, sin embargo, ya lo estaba haciendo.

Corría como si realmente estuviera en uno de los exámenes de educación física que tantas veces cateé haciendo un ruido escandaloso cada vez que mis pasos impactaban con el suelo. Pasé unas cuantas calles ignorado las voces grabes que provenían de los pequeños callejones, sobre todo de una en la que ví de reojo un grupo de matones acorralando a otro hombre de voz bajo, casi áspera, pero lleno de serenidad y tan familiar.

Mis pies se pararon en seco haciendo que parte de mi cuerpo se se inclinara hacialante, pero conseguí hacer la fuerza necesaria para mantener el equilibrio.

<<No puede ser>>

Dí un paso para retomar de nuevo mi carrera pero otra vez las voces del callejón que había dejado a unos metros atrás me detuvieron.

Eran tantos tonos diferentes que supuse que había escuchado mal, hasta que despues de unos segundos mis oídos captaron una frase acompañado de aquella voz que yo ya había escuchado antes.

"Comerme el rabo."

Puse un gesto extraño al repetir una y otra vez ese gruñido en mi mente, tratando de que no se mezclara con el resto de términos que seguían procediendo del interior de aquel lugar.

¿Quienes sois?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora