No soy una princesa.

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—No me puedo creer que estuviera aquí todo este tiempo.— habló Hoby.

A pesar de que no lo quería decir en voz alta, yo también me sentía un tanto estupida al darme cuenta de que nuestro objetivo había estado básicamente a dos minutos andando desde mi apartamento durante todo ese tiempo. Sabía que corea era pequeño, pero teniendo en cuenta de que todos los integrantes del grupo habían estado a como máximo una hora de mi apartamento, eso parecía una jaula de gatos.

Todos nos encontrábamos mirando al cartel de aquel pequeño local de ese color tan rosa. Parecía un anuncio de compresas femenina con todos esos tonos pasteles que presentaba. El letrero, donde lucía el nombre de "Pequeñas delicias" escrito en cursiva, era lo único blanco de la estructura exterior con la puerta. Las paredes llamaban la atención en gran manera en aquel oasis de edificios grises y azulados. Las ventanas, a pesar de no poderme dar una visión al completo de su estructura interna por el reflejo de la calle, también transmitían esas tonalidades, por lo que supuse que el interior de la tienda no sería mucho mas diferente al del exterior.

Aquel lugar hacia que se revolviera el estomago y que tuviera ganas de vomitar arco iris con cacho ritos.

Si no estuviera tan cansada de aquel largo diría tendría ganas de mearme de la risa. Sin duda en esos momentos la ARMY de mi interior estaba gritando por dentro. Auquel local se ceñía en todos los sentidos a cualquier meme del concepto de "diva" que circulaba en las redes sobre Kim Seok Jin.

—Voy a entrar— anuncié mientras comenzaba a caminar esos metros que me separaban de el pais de lo empalagoso. Cuando empezara a tener una relación mas cercana con el mayor le diría que tendría que replantearse su percepción de el uso de el rosa.

Los chicos se quedaron fuera mientras que yo abría la puerta color crema del local. Al segundo de poner un pie en el local una campana sonó, anunciando mi llegada. Como especulaba el lugar seguía la misma estética que presentaba a primera vista.  El suelo estaba formado por baldosas color crema y marrones. No había a penas mesas, pero las cuatro que había estaban todas ocupadas por varias chicas que disfrutaban de sus dulces en porcelana de decoraciones doradas. El escaparate de dulces también era llamativo, pero no por la misma razón que el resto de el local, si no por la pinta que tenían los postres que lucia. Supuse que ese era el secreto del éxito de aquella tienda, o quizás era que mis gustos se habían quedado en California.

Ignoré las ganas que me habían entrado por pedirme la tarta "Sueño de pistacho y macha con cremosa crema mascarpone" para acercarme y mirar tras el mostrador.

Si, ahí había un chico alto guapo de complexión atlética y luciendo un delantal y una gorra rosa. Pero no, aquel no era el hombre que yo buscaba.

—Buenos dias.— me saludó el joven con voz angelical con una sonrrisa.

Mis ojos escanearon la figura del chico bastante interesados. Bajo el delantal llevaba ropa de color negra que se ceñía bien a su figura. Su rostro, también atractivo, parecía salido de una telenovela típica coreana. Por un momento comprendí por que asistían tantas chicas a aquel lugar, por que no solo había postres deliciosos con una pinta deliciosa, si no que el empleado también lo hacia.

—Hola— dije agitando ligeramente mi cabeza para dejar atrás esos pensamientos.

—¿Que desea?

<<Pues la verdad es que a ti>>

—Quería preguntarte si sabrías decirme si aquí trabaja Kim Seok Jin.— formule mis palabras y al hacerlo comencé a sentir el agobio por el hecho de que no estuviera en aquel lugar que había quedado en un segundo plano.

¿Quienes sois?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora