—No os preocupéis, dejarles pasar.
Los dos guardias de seguridad se movieron a un lado para dejarnos paso a nosotros.
Observé detenidamente la habitación nueva donde nos encontrábamos. AL final habíamos entrado en la discoteca, sin embargo no de la manera ni en el lugar que queríamos exactamente. La nueva habitación, a la que habíamos llegado a través de las escaleras por donde se iba a la discoteca, solo que este lugar se encontraba mas a bajo de la planta donde todo el mundo bailaba, parecía un despacho. Uno muy hortera, si acaso yo puedo opinar sobre esas cosas.
Era todo negro, cubierto por placas de inalco de ese oscuro color. En ellas se reflejaban las horribles luces let de colores que se exparcían por las esquinas del cuarto. En medio había una mesa de madera pulida del mismo color y una enorme silla de cuero también negra. Ante este mueble había otras sillas de una manufacturación mucho mas barata. Desde aquel lugar se podía escuchar la música de la fiesta que se llevaba a tan solo unos metros encima de nosotros.
La figura que encabezaba el grupo de personas que nos encontrábamos se sentó en el asiento de cuero. Nosotros nos quedamos de pié frente al escritorio mientras que nuestras miradas se dedicaban a detallar cada esquina de aquel sótano. Sin embargo, por mucho que quisiera cotillear aquel horrible lugar, mis ojos no podían apartarse de el joven chico.
Kim Seok Jin hizo un ligero gesto con la cabeza indicando que sus guardias ya podían irse.
Mas bien fue una oeden, lo podía decir por la forma en la que se lo había pedido. Los chicos centraron su atención en el, pero seguro que no por la misma razón que yo.
No podía creer ni por asomo que me encontrara frente a el sexto integrante de la banda. No sabía aún en que clase de universo paralelo me encontraba, pero si el destino de aquí no quería que me encontrara a los miembros de bangtan no se que quería.
Observé sus ojos alargados. Su nariz pequeña y alargada, terminada de forma redonda para esconderse en sus dos orificios nasales. El pelo negro como el carbon peinado hacia un lado dejándome ver la distancia exacta que había desde sus pobladas cejas hasta su frente. Sentado ahí no podía verse su cuerpo, pero lo que destacaban claramente eran sus hombros tan anchos que me dió la necesidad de sacar un maldito metro para contar los centímetros que iban desde su cuello hasta su hombro. Y por utimo sus labios. Madre mia. Que labios. La forma en la que se movían me dejaba ver a la perfección lo rellenos que eran.
Era increíble la forma en la que estaban colocadas las facciones de su rostro. Casi como si alguien se hubiera dedicado por años a ponerlas en el lugar que le correspondían para crear al hombre mas perfecto del mundo.
Sin duda era el.
—Lina.— alguien tocó mi hombre haciendo que me despertara de golpe del pequeño trance en el que había entrado.— Lina despierta.— me susurró Jimin al oido.
Estaba tan distraída detallando cada parte de su cuerpo que no me dí ni cuenta de que Kim Seok Jin me estaba hablando.
—¿Q-que? P-erdón.— tartamudeé sacudiendo mi cabeza de un lado al otro ligeramente— ¿que me ha dicho?
—Te preguntaba que de donde eres.
Miré como Jin me había hablado. Hasta ahora había mostrado su clara posicion. Tenía que ser el jefe ¿de que? no lo tenía claro, pero sin duda ejercía mandato sobre el resto. A pesar de ello se había dirigido a mi de manera amistosa y para nada intimidan te.
—Ah... ¿Yo?— pregunté como una estúpida y fue suficiente mi idiotez como para que me diera cuenta de que tenía que empezar a concentrarme— De California. Los ángeles.
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¿Quienes sois?
FanfictionNo se lo podía creer. ¿Donde estaba? ¿Donde narices se encontraba su foto de BTS detrás de su funda? ¿Donde estaba su fondo de pantalla de sus cantantes famosos favoritos? ¿Donde estaban todas sus millones de fotografías de los miembros de bangntan...