Cosa de una noche.

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Entré por la puerta traseras como había salido: un tanto patosa por el alcohol.

En seguida se me olvidó la razón por la que había ido fuera. Solo recordaba la imagen de Jimin llorando, a pesar de que eso había ocurrido a penas unos segundo. Sin embargo, al mismo tiempo que comenzaba a preocuparme de nuevo por él, en seguida mi cabeza se distrajo con las imágenes que en el televisor se veían.

Lo primero que pensé fué que la pantalla tendría que ser de los ochenta por la mala calidad de su emisión. Lo segundo fué que no encontraba mi cartera. Lo tercero era que debería dejar de beber de esta manera y encerrarme en el baño con unos desconocidos y J-Hope mientras que fumaban un canuto por que mi memoria se volvía nula. Lo cuarto fué que mi cartera estaba en mi bolsillo.

Me volvía sentar en aquel local al que habíamos llegado los siete y yo para cenar un tanto abrumada por las sensaciones que se acomulaban en mi pecho y que no sabía muy bien de donde salían. Aparté la bebida de mi mesa alejándola de mi vista para que no se me ocurriera beber otro sorbo mas. Desde que Nam se fué con esa chica no sabía que hacer y me hubiera gustado que estuviese aquí para detenerme en mi quinta copa. Tumbé mi cabeza sobre la mesa mientras que mis ojos empezaban a aguarse sin niguna razón aparente. Esperaba que Jimin estuviera bien.

Sentí como alguien tocaba mi hombro pero no lo unico que hizo que me reincorporara fué las sacudidas de las personas que requerían mi atención:

—Lidia. ¡Vamos a ver los fuegos artificiales!

Cuando levanté mi vista me topé con la mirada de JK. Tenía las orejas ligeramente rojas, seguramente por el exceso de calor de este local y por la cerveza, y lucía una sonrrisa que se asemejaba a a la de un conejito igual que antes siempre hacía. Mi cabeza sufrió un colapso mental durante unos segundos sin entender que pasaba.



Tenía la nariz fría. ¿Y mi mascarilla?



Jungkook cambió su expresión para plasmar en su cara un gesto de preocupación.

—¿Estas llorando?

—Yo...— limpié las lagrimas de mis ojos— Si... No se por que, pero sí.

El chico reflejó en sus ojos la mayor pena que yo había visto hasta día de hoy. Le miré un tanto extrañada pero enseguida cambié de aspecto cuando me abrazó. Senti como sus brazos me rodeaban haciendo que me undiera en su pecho. Sus brazos se undieron en mi de manera protectora y yo, estado muy lejos de sentirme agobiada por su gesto, lo acepté con agradecimiento.

—Esta bien Lidia. No te preocupes. Está todo bien.— me susurró al oido.

En cualquier situación esa escena me hubiera resultado incomoda, demasiado dramática para mi gusto, sin embargo en aquel momento lo unico que podía sentir era mi corazón acerelándose.

Se separó de mi para sonrreirme.

—¿Vamos?

Asentí como una niña pequeña y acepté su mano para irnos de aquél bar donde solo quedaban unas cuantas almas fiesteras.

Salimos por la entrada principal para salir a la oscuridad de la autopista tras la que comenzaban a aparecer las primeras filas de arboles. Casi se me había olvidado que estabamos en una montaña en medio de la nada y no en la casa rural o en mi habitación plagada de posters de BTS.

Llevé una de mis manos a mi cabeza sintiendome confusa por las visiones que comenzaba a tener. Por favor que nadie más me acerque una botella de Soju en su vida. Me sentía somnolienta, como si estuviera en un sueño del que sabía que tarde o temprano me despertaría, sin embargo su mano estaba ahí. Rodeando la mía. Transmitiendome su calor. Jungkook estaba conmigo.

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