Convivencia.

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—¡Hosek vamos! ¡Como no muevas el puto culo vamos a arrancar sin tí!— gritó Yoongi desde la ventana.

Ví a través del cristal como el chico se movía con prisa hacia nosotros. Miré un segundo a mi derecha antes de correr mi culo hacia ese lado, aplastando ligeramente a Taehyung, quien miraba por la otra ventana totalmente ajeno a la situación.

La puerta se abrió y por ella entró el pelirrojo con su respiración agitada y su bolsa llena de snaks y, como no, una botella de sprite.

—¡Perdón, perdón! ¡La cola del baño era interminable— dijo cerrando la puerta de la furgoneta mientras que se acomodaba en el sitio que tenía al lado.

—No mientas hyung. Te he visto comprando condones.— escuché la voz de Kook en uno de los tres asientos traseros mientras que se incorporaba para poder asomarse por los respaldos de los asientos con un gesto pícaro.

—¡¿Pero que coño dices tu ahora?!— soltó exaltado Hoby a mi lado casi reventándome mi tímpano.

—Tranquilo Hyung. Yo no juzgo. Solo me preguntaba por que los has comprando si no los vas a usar.

Los comentarios y bromas entre esos dos siguieron los primeros minutos de la retoma del trayecto, pero después de un tiempo el silecio volvió a sumir el pequeño espacio donde los ocho estábamos aislados. 

Jin conducía tranquilamente al volante tatareando la canción que escuchaba a través de los auriculares. Yoongí, a su lado, miraba de manera silenciosa al campo que nos rodeaba. Hoseok con sus cascos a mi izquierda movía la cabeza y pies al son de la música mientras que Táe, a mi derecha, se dedicaba a curiosear el tapiz del asiento donde se encontraba nam totalmente absorbido en sus pensamientos. Atrás se sentaban Nam, quien con los ojos cerrados disfrutaba de la melodía de sus auriculares, Jimin, que de vez en cuando cantaba trozos de la cancion que le saltaba en su spotify y Jungkook hacía un poco de todo lo anterior.

Sí. Todos estaban escuchando música. Su propia música ¿Molesta?. No. ¿Extrañada? Quizás un poco ¿Aliviada de que al estar cada uno metido en sus asuntos no tuviéramos que vivir un silencio irremediablemente incómodo? Oh dios. Claro que sí.

Lleva vamos cuatro horas metidos en esa furgoneta de apenas tres metros de ancho. Cualquiera lo diría. Hacia calor a pesar de ya casi estar entrando en el otoño, y obviamente se notaba en ambiente. Literalmente. Se olía. Era normal. Siete chicos que a apenas han superado la pubertad era lo que tenía. 

Miré la pantalla de mi móvil para llegar a la conclusón de que no deberían faltar a penas 10 minutos hasta llegar a Boseong-Gun. Un pequeño pueblecillo  localizado al sur de la región. Cuando Nam me dijo que había "alquilado" una casa rural mas bien se refería a que su padre le había dejado una de las muchas viviendas para irse un fín de semana con su "novia". Novía si se trataban de un grupo de seis hombres y una chica que necesitaban una terapia de grupo para poder crear así una banda de música. Si con "novia" se refería a eso entonces si, era una gran pareja.

Nam no parecía tener una relación demasiada buena con su familia.

Jin anunció que nuestro viaje pronto llegaría a su fín. Mire a través de la ventana para captar el paisaje del exterior: Una pequeña carretera de asfalto rodeada por innumerables filas de altos arboles que se perdían en el denso follaje de los arboles. Casi pude sentir el olor del exterior sin necesidad de abrir las ventanas. Estábamos en campo.

Google maps ya no funcionaba. No había señal, de lo único que nos hacíamos para localizarnos era la prodigiosa mente de nam, que dirigía a Jin en la ruta hasta llegar a nuestro destino. Las ruedas del coche pararon acompañado del sonido de las pequeñas piedras, que habían sustituido al asfalto minutos atrás, siendo aplastadas por el potente peso del vehículo.

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