Su venganza.

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Hacía frio, el mismo frío del que me había refugiado hace unos segundos y al que de nuevo me estaba exponiendo. A veces me preocupaba la gran cantidad de emociones que podía sufrir en n solo minuto. No era sano pasar de sentir tremenda euforia a esta asquerosa sensación de inquietud y miedo.

¿Por qué miedo? Por la figura que me esperaba apoyada en la pared del muro paralelo al de mi edificio. Nos miramos de nuevo, como hacía mucho que no lo hacíamos. De nuevo nos adentramos en mi edificio para subir las escaleras y me resultó extraño lo familiar que me resultaba hacerlo con él. Era como si de nuevo estuviéramos viviendo juntos, una de esas veces en las que salíamos a hacer la compra y yo le obligaba a cargar con todo el peso sobornándole con el hecho de que básicamente era un ocupa en mi apartamento.

Llegamos a la azotea y reviví otra escena con Jungkook en este mismo lugar. Era todo igual, salvo que ahora hacía frio y que la persona que la había cagado por completo era yo. Ojala de nuevo estar con esos papeles, donde Jeón era el que se disculpaba conmigo por su estúpido instinto de sobreprotección sexista que, sorprendentemente, había dejado totalmente de lado desde que me pidió perdón.

Miré las estrellas lo suficientemente nerviosa y aterrorizada como para darme la vuelta y enfrentarme a la realidad. Si, exacto. No sabía que decir. Tenía una idea de que tenía que decir, sin embargo... ¿Por que me había escrito?. ¿Acaso había hecho algo mal? ¿Le había vuelto a hacer daño?

—¿No me vas a mirar?

Apreté los puños al escuchar esa voz. Hacía tanto que no me dirigía la palabra personalmente...

—¿Es necesario?—

Pregunté y al segundo me arrepentí de ello. "¿Es necesario? ¿Estas de coña?" Que narices me pasaba. 

Escuché como las pierdas que conformaban el suelo hacían fricción con cada paso que el moreno daba hacia mi. Ví como se colocaba frente a mí y por alguna razón recorde aquella noche bajo los fuegos artificiales. Su mirada herida resultado de mis estúpidos e irresponsables actos. De como por un egoísta impulso me había cargado nuestra amistad y todo lo que teníamos.

Sentí su palma sobre mi mejilla. Su cálida yema hizo contacto con mi piel para quitarme la lágrima que se derramaba por mis ojos.

 —Lo siento.— dije

Miraba al suelo, a mis pies, como una insignificante niña que temía mirarle a los ojos a su madre por haberle roto uno de sus jarrones favoritos. Como las lágrimas se derramaban sobre mis zapatos sin yo poder remediarlo.

—Lo sé.

Levante la cabeza sin poder creerme lo que decía.

—Yo... De verdad que lo siento. No sé ni como deci...

—Te echo de menos. 







Silencio.







Sorbí mi nariz. ¿Lo decía en serio?

—No me mires así— siguió con una sonrisa acercándose a mi.—Si sigues vas a ha hacerme llorar. 

Por alguna razón su broma solo me llevaron a llorar más estéricamente. Sentí como sus brazos me rodeaban, y yo que no salía de mi asombro me refugié en ellos añorando aquel calido contacto. Le rodeé también y apreté su espalda a lo que el respondió con un pequeño masaje sobre mi chaqueta. Estuvimos así unos minutos, los suficientes como para que yo dejara de formar tanto escandalo y me relajara hasta respirar como un ser humano normal.

—Quiero que volvamos a estar como antes— empezó a decir. —Lo que hiciste no estaba bien pero se que fue un error. Como todos los que tu me has perdonado. Pero antes de nada quiero decirte algo.

¿Quienes sois?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora